Lenguajes del amor
El detalle crucial que pasamos por alto al hablar y que puede sanar una mala convivencia de pareja
Uno de los aspectos más importantes para la comunicación en pareja es el modo en que somos capaces de expresar verbalmente nuestro amor
Imagine un matrimonio que llega a casa por la noche, después de haber pasado una tensa velada en la casa de los suegros, con encerronas y acusaciones incluidas. Ya en la soledad del hogar, uno de ellos dice al otro: «Estoy desilusionado y dolido porque no me has ofrecido tu ayuda».
Piense cómo diría el marido esta frase para que fuese el inicio de una fuerte discusión. Ahora, imagine cómo diría la misma frase para que el matrimonio hablase con confianza sus problemas y en la próxima comida con los suegros la situación no se volviese a repetir. ¿Ya lo tiene? ¿Y qué ha cambiado en su imaginación? Exacto: el tono. En el primer caso, seguramente haya imaginado un tono airado y violento, mientras que en la segunda escena, de forma muy probable haya usted recreado una conversación a media voz y con dolor y decepción, pero sin reproches acusatorios.
Este ejercicio sirve para comprender uno de los tres «dialectos afectivos» descrito por Gary Chapman a la hora de hablar de los lenguajes del amor. Concretamente, el dialecto de las «palabras bondadosas» que forma parte del lenguaje de las «palabras de reconocimiento» de las que ya hemos hablado en El Debate.
Palabras bondadosas
«El amor es bondad. Por lo tanto, si vamos a comunicar amor de forma verbal, debemos usar palabras bondadosas. Y eso tiene que ver con la manera en que hablamos. La misma frase puede tener dos significados diferentes, dependiendo de cómo se diga. A veces nuestras palabras dicen una cosa, pero el tono de voz dice otra», explica el consultor matrimonial Gary Chapman en su obra Los cinco lenguajes del amor.
Por su experiencia con matrimonios, este asesor conyugal que ha fundado y dirigido el Marriage and Family Life Consultants, «la manera en la que hablamos es de suma importancia. Un antiguo sabio dijo una vez: ‘La suave respuesta quita la ira’. Cuando tu cónyuge está enojado, alterado y arremete con palabras desmedidas, si quieres ser amoroso no debes responderle de la misma manera, sino con palabras suaves».
Al rebajar el tono y la agresividad durante una discusión «él o ella recibirá lo que dices como una información sobre su estado emocional. Lo dejarás hablar de su dolor, de su ira y de su percepción de los acontecimientos. Procurarás ponerte en su lugar y ver el asunto con sus ojos, para luego expresar con suavidad y bondad tu comprensión de la razón por la que se siente así». Algo que incluye los momentos en los que hemos, de verdad, metido la pata: «Si has actuado mal con tu cónyuge, desearás reconocer tu error y pedir perdón. Si tu motivación es diferente de la suya, le explicarás tu motivación con amabilidad. Se trata de buscar entendimiento y reconciliación, no tratar de demostrar que tu propia percepción es la única manera lógica de interpretar lo que ha sucedido. Ese es amor maduro, el amor al que debemos aspirar si queremos tener un matrimonio creciente».
La importancia del perdón
Y, junto al tono de nuestras palabras, Gary Chapman destaca que para manejar el dialecto de las palabras bondadosas, es imprescindible –y hasta saludable– apostar decididamente por pedir perdón y ser capaces de perdonar. Porque «el amor no guarda un registro de los errores, ni revive los fracasos pasados. Ninguno de nosotros es perfecto; en el matrimonio no siempre hacemos lo mejor o lo que es justo. A veces hemos hecho o dicho cosas hirientes a nuestro cónyuge. Y no podemos borrar el pasado, solamente podemos confesarlo y aceptar que estuvo mal. Pero sí podemos pedir perdón y tratar de actuar de manera diferente en el futuro», recuerda Chapman.
En este caso, pone su propio matrimonio como ejemplo: «Cuando he sido ofendido por mi esposa y ella dolorosamente me ha confesado la falta y me ha pedido perdón, tengo la opción de la condena o el perdón. Si escojo la condena y trato de pagarle de la misma manera o hacer que pague por su error, me estoy convirtiendo en juez y haciendo de ella un reo. Así, la intimidad se vuelve imposible. Sin embargo, si escojo perdonar, la intimidad puede restaurarse. El perdón es la forma del amor».
Estropear el hoy con el ayer
Chapman tira de su experiencia con matrimonios fracasados para reconocer que «estoy sorprendido de cómo muchas personas estropean cada nuevo día con el ayer. Insisten en traer hoy los fracasos del ayer, y al hacerlo, contaminan un presente maravilloso en potencia».
Y remarca: «No podemos borrar el pasado, pero podemos aceptarlo como historia. Podemos decidir vivir ahora libres de los errores del ayer. El perdón no es un sentimiento, es un compromiso. Es una decisión de mostrar misericordia, no de utilizar la ofensa contra el ofensor. Perdonar es una expresión de amor: «Te quiero. Me importas y decido perdonarte. Aun cuando mis sentimientos o heridas no desaparezcan todavía, no permitiré que lo que ha pasado se interponga entre nosotros. Espero que podamos aprender de esta experiencia. No eres un fracasado porque hayas fracasado. Eres mi cónyuge y seguiremos juntos de aquí en adelante». Esas son palabras de afirmación expresadas en el dialecto de las palabras bondadosas».