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La cantante Concha Márquez Piquer, durante un acto público en 1990

La cantante Concha Márquez Piquer, durante un acto público en 1990GTRES

Concha Márquez Piquer, una vida marcada por la tragedia

Su hija Coral, fruto de su matrimonio con Curro Romero, falleció en un accidente de coche con 19 años

La vida ya no volvió a ser la misma para Concha Márquez Piquer desde que su hija Coral, fruto de su matrimonio con Curro Romero, murió a los 19 años en un accidente de coche en Estados Unidos el 2 noviembre de 1986. Como es lógico, no logró superar aquella tragedia que marcó su vida y que la acompañó hasta su fallecimiento este lunes a los 75 años por una insuficiencia respiratoria. Tal y como confesó tiempo después, se sumió en una depresión y llegó a plantearse terminar con su vida.

La cantante intuyó desde el principio que aquel viaje para perfeccionar inglés de su hija, que seguía los pasos de su madre y de abuela como cantante, acabaría mal. Fue algo que se imaginó y no se equivocó. Siempre dijo que no se sorprendió cuando la policía se personó en su casa para darle la triste noticia. Cuando presentó su libro Yo misma contó que lo primero que hizo fue pedirle a su marido, el actor Ramiro Oliveros, que abriera una botella de champán para decirle a Dios que no entendía su plan: «Si piensas que por esto voy a dejar de creer te equivocas, pero entenderte no te entiendo».

La vida le volvió a sonreír con una tercera hija, Iris, dos años después. Fue fruto de su matrimonio con Ramiro Oliveros, quien fue su gran apoyo durante 40 años. Como ya había sucedido con Curro Romero, con el que se casó con 16 años en la iglesia madrileña de los Jerónimos, se enamoró nada más conocerle en 1980 en una fiesta organizada por Jean Louis Mathieu en el casino de Santander. Dos años más tarde se casaron por lo civil. Fue el gran amor de su vida, como así reconoció en varias ocasiones. 

Concha Márquez Piquer junto a su marido, Ramiro Oliveros

Concha Márquez Piquer junto a su marido, Ramiro OliverosGTRES

Aún así nunca quiso facilitarle el divorcio eclesiástico a Curro Romero que, por aquel entonces, quería casarse con Carmen Tello. En sus memorias aseguró que su separación fue un momento muy difícil para ella después de que el torero le fuese infiel en repetidas ocasiones: «Ponérmelos, sí que me los puso, pero muchos años después de casarnos. Un día, después de muchas situaciones desagradables, sospechas de infidelidades y demás, hablamos de ello en el comedor de la Castellana. A pesar de aquello, Curro siguió viviendo en otra habitación más de un año, resistiéndose y negándose a irse». Fue ella quien fue a visitar al abogado Luis Zarraluqui e inició los trámites del divorcio.

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