Charlene de Mónaco deslumbra junto al Príncipe Alberto en una de sus citas ineludibles

Aunque el Baile de la Rosa contó con grandes ausencias, la más destacada, sin duda, fue la de Charlene de Mónaco. Mucho se ha hablado a lo largo de estos días de los motivos que habrían llevado a la princesa a faltar a esta cita, aunque si bien es cierto que ya es habitual que la exnadadora no acuda a aquellos actos en los que sabe que va a coincidir con su cuñada, Carolina de Mónaco, quien ha adoptado el rol de Primera Dama ‘suplente’, y menos aún a los que preside junto a su marido, el Príncipe Alberto.

En el evento que rinde homenaje a la Princesa Grace, el cual tuvo lugar el pasado 8 de julio en la Salle des Etoiles del Sporting Monte–Carlo, se pudo ver a gran parte de los Grimaldi a excepción de Charlene, quien prefirió ausentarse de la cita y reservarse su reaparición para otro momento más especial, concretamente para el pasado lunes 18 de julio.

Los Príncipes de Mónaco se convirtieron durante la noche del lunes en los protagonistas indiscutibles del Baile de la Cruz Roja que tuvo lugar en Montecarlo, un acto ineludible para la sudafricana, que tiene la solidaridad como eje central, y al que tanto ella como su esposo acudieron acompañados por una invitada de excepción, su sobrina Camille Gottlieb, la hija de la princesa Estefanía de Mónaco y Jean Raymond Gottlieb.

Aunque tanto Alberto como su sobrina lograron causar sensación con sus estilismos, quien realmente acaparó todas las miradas fue Charlene de Mónaco. La princesa hizo alarde del estilazo que tanto la caracteriza con un vestido satinado con adornos florales joya, sin mangas y con falda abullonada de Prada, que combinó con unos salones y una cartera de mano a tono con el look. En cuanto a las joyas, Charlene se decantó por un collar de brillantes con el detalle de una mariposa y por unos discretos pendientes a juego, ambas piezas firmadas por Van Cleef & Arprers.

Por su parte, Camille optó por un vestido negro con trasparencias, que acompañó de unos salones de tacón con un lazo y perlas cosidas, y con un bolso de mano a juego con los zapatos.

Este es uno de los eventos favoritos de la Casa Real monegasca y no solo por los fines sociales que le rodean, sino porque era una de las citas más especiales para el príncipe Ramiro y su mujer, Grace Kelly. Este año ha sido celebrado en La Pace du Casino de Montecarlo, un espacio que se ha engalanado para recibir a sus invitados más exclusivos, entre ellos, la cantante Alicia Keys, la encargada de amenizar la gala con su voz inigualable.

Una vez más, la Princesa ha vuelto a demostrar que está más que preparada para volver a la normalidad y hacer frente a sus compromisos oficiales como si nada hubiese pasado. Además, para la exnadadora esta gala ha cobrado especial relevancia, ya que a la del año pasado no pudo asistir por la enfermedad y la larga convalecencia que le obligaron a permanecer, primero en Sudáfrica, y después en una clínica suiza. No obstante, el príncipe Alberto no acudió solo, sino que estuvo acompañado por gran parte de los Grimaldi.