Entramos en el internado de Gales donde estudia la Princesa Leonor: del comedor bufet a la prohibición de fiestas
Marina Conde, de La Condesa, una de sus alumnas más brillantes, cuenta los secretos del UWC Atlantic College
Cuando Marina Conde, La Condesa, me dijo: «mis colecciones son autobiográficas y a raíz de la notoriedad del internado de Leonor, que también fue el mío, le he dedicado este año las cincuenta prendas que la componen», se me encendió la bombilla para entrar en los gruesos muros del castillo galés.
«Dice mucho a favor de los reyes que la hayan enviado a Gales porque no es un internado elitista como los suizos o ingleses y tampoco es un centro para hacer conexiones con otros ricos porque la mayoría vamos becados. No es un lugar para hacer contactos con ricos o hijos de gente influyente, pero sí con gente abierta. Es una experiencia que te cambia la vida y todos tenemos en común lo mismo, la capacidad intelectual. Por ejemplo, yo tenía una compañera de habitación de un pueblo remoto de Tanzania que no había comido nunca con cubiertos. De ahí que compartir casa con una princesa le dé igual, porque primero tendría que localizar España y enterarse de qué es una monarquía».
Las patas del internado
El internado galés tiene tres patas. La académica, que son los estudios de las materias que cada uno escoge. La del servicio a la comunidad, donde puedes acompañar a gente mayor o atender en una tienda solidaria y la de actividades, con un porfolio infinito de actividades a las que apuntarse, fotografía, jardinería, cerámica, tai chi, aerobic, piano o baile.
Estás en un castillo en medio del campo, en una extensión inmensa en la que hay desde una huerta, a una playa o una granja. Eso condiciona las actividades, sin olvidar que todos tenemos la parte académica donde uno mismo elige las asignaturas que quiere cursar. «Tienes que elegir tres materias mayores y tres menores y cuántas horas quieres dedicarles a cada una. Tú te confeccionas tu porfolio académico y también tienes que coger las horas que quieres dedicarle a la comunidad, por ejemplo, como guardacostas, socorrista, cuidando ancianos o a niños con problemas. Todo alumno tiene que escoger un servicio a la comunidad y dedicarle dos o tres horas a la semana con un tutor que te evalúa tus horas sociales. Y para la parte académica todos nos examinamos por el bachillerato internacional».
Puedes ir a clase en pijama
Y para desarrollarlo no hay uniformes, ni un interés por cómo vayas vestido, influencia que se nota en la princesa Leonor, que no parece interesada, de momento, en la ropa: «La estética al colegio le da igual. Por ejemplo, si te levantas tarde, te pones la sudadera encima del pijama y te vas a clase y nadie te dice nada por tu aspecto o cómo vayas vestido. A ellos les importa tu mente».
Leonor puede sentirse como una más
Cuando una adolescente vive en un palacio rodeada de servicio, pierde la noción de la realidad. En el internado, según La Condesa, te la ajustan «para Leonor tiene que ser muy liberador sentirse como una más porque tienes que hacerte la habitación, cambiar las sábanas, hacerte la colada de tu ropa y limpiar tu habitación. Hay un servicio de limpieza para las áreas comunes; los pasillos, aulas o comedor, pero las particulares es cosa de uno. Hay un adulto por casa, al que llamamos padre o madre que te dan un toque si lo ven mal».
Ni alcohol ni fiestas
Por la influencia de las películas norteamericanas podemos caer en el error de imaginar grandes fiestas en los internados, pues en el de Gales está descartado: «Alcohol ni hablar y fiestas ninguna porque tienes que compartir espacio con personas de distinta cultura».
Al parecer es un internado en el que no está bien visto tener privilegios: «Había varios herederos de fortunas, pero te enterabas por casualidad que lo eran. Hay un par de normas que dicen que no está bien vista la ostentación pública de riqueza. No se ve bien presumir de marcas y eso hace que no sabes muy bien a quién tienes delante. Es la mezcla de gente normal con gente muy rica».
El internado te cambia la vida
La Condesa obviamente reconoce que la vida de Leonor y la suya son «vidas muy distintas. Yo era una adolescente recién llegada de Badajoz. Me dieron la beca con 16 años y el internado de Gales fue un regalo porque eres adolescente, y por tanto muy permeable a todo lo que te sucede. Cambió mi vida radicalmente, como seguramente le cambiará a Leonor. Date cuenta de que en el internado hay 400 estudiantes de 70 países distintos. Es como si de repente vives en un mini mundo y te aporta una apertura impresionante y por mucho que viajes es imposible que experimentes algo así».
Empollones
Sin embargo, y en eso, La Condesa, coincide con Leonor, ya que todos pasan el mismo filtro «con todo el mundo tienes mucha afinidad y el sistema educativo es maravilloso, basado en la experimentación. En las clases de literatura, por ejemplo, te dan un libro y te lo tienes que leer en tu tiempo libre y a clase vas a debatir. Eres un cerebro pensante, hablas en público, debates ideas, escuchas y aprendes a defender tus ideas. No te aprendes los conceptos de memoria y los sueltas como un loro o vas a clase a tomar apuntes. No, en el internado de Leonor los profesores son como guías y tu tienes que prepararte la materia».
La Condesa, sin rubor reconoce «en ese internado empollones éramos todos. El seguimiento que te hacen es semanal porque estás constantemente haciendo trabajos y exposiciones públicas. No hay grupos marcados, los listos, los torpes o los gamberros. Éramos todos muy parecidos».
Engordar en el internado
En el castillo está el comedor, que es inmenso y el sistema es tipo bufet internacional porque hay alumnos de todas las religiones y culturas. Cada uno coge su bandeja, elige lo que quiere y come con todo el mundo mezclado, profesores y alumnos. Pero en las casas también se puede organizar algo más sencillo. En el salón compartido de cada casa, hay una cocinita pequeña para hacerte un pica pica. «La última comida del día es como a las cinco y media de la tarde y a las diez de la noche te da un hambre horrorosa y te comes un paquete de galletas entero o te haces un plato de pasta, que no es lo mejor para irse a la cama. Y por eso los españoles solemos coger peso, hasta que nos adaptamos a ese cambio de costumbres». De ahí que los alumnos españoles suelan salir reforzados con unos kilos de más.
Compañeros almas gemelas
En un lugar así es fácil encontrar al primer amor dada la magia del lugar, el alejamiento de la familia y la supuesta sinceridad de la amistad que se establece allí porque se supone, según La Condesa, que los orígenes no cuentan; «los compañeros son tu familia para siempre. Las almas gemelas que encontré, gracias a ese sistema de selección, nos hizo encontrarnos en Gales y es parte de la magia del internado. Jóvenes de todas las partes del mundo que han pasado por un proceso igual». De ahí que a Leonor los dos cursos de inmersión en ese atípico colegio, contribuyan a darle seguridad en sí misma, apreciar valores interesantes para su futuro, difíciles de sentir si te tratan como una princesa las 24 horas del día o tratar a un amigo de forma especial sin necesidad de serlo (y me refiero a supuestos novios más allá de una ilusión), y todo eso se nota en sus escasas apariciones públicas, como estas setenta y dos horas en Oviedo para la entrega de los premios que llevan su título.