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Ana Obregón «huye de la Navidad», su época más triste tras perder a su hijo y sus padres
La actriz encuentra consuelo en el mar antes de regresar a Madrid para dar las Campanadas por cuarta vez
Son ya las terceras navidades que Ana Obregón pasa sin su hijo. Fallecido en mayo de 2020 a causa de un cáncer, Álex Lequio dejó una pérdida en la presentadora que se ha vuelto más honda tras el fallecimiento también de sus padres. Ana María Obregón Navarro moría en mayo de 2021 y tan solo un año y cuatro meses más tarde lo hacía Antonio García Fernández. En aquel momento, la actriz se desmoronó por completo y recordaba en redes sociales: «Las tres personas que más quiero en mi vida no estáis aquí».
Con las ausencias marcadas aún en el calendario, Ana Obregón reconocía en una reciente entrevista en Hola que se sentía perdida, sin sus raíces y sin futuro, aferrándose únicamente a los recuerdos de todas estas fiestas en las que la alegría inundaba cada rincón de su casa familiar. «Estas Navidades me faltan mis padres y mi hijo. No puedo ni pensarlo».
Les pide, además, que no se enfaden con ella por no celebrar estas fiestas, ya que reconoce que no le quedan motivos para hacerlo. «Estaré con mi cuerpo y mi alma sola en la tierra, pero como mi corazón emigró con el vuestro mañana adornaremos el cielo de bolas, pinos y luces de todos los colores», escribía en una sentida carta en Instagram.
La artista ha preferido, de esta forma, «huir de la Navidad» y se ha organizado para irse «solita». «Así no pienso que es Nochebuena». Una declaración de intenciones con la que demuestra no estar de ánimo si no tiene a sus pilares fundamentales a su lado. Aunque no ha desvelado dónde se refugia, a juzgar por los stories que lleva compartiendo varios días, ha escogido un lugar frente al mar para curar las heridas.
Su viaje, en cambio, no durará muchos días, ya que, un año más, ejercerá de maestra de ceremonias en la retransmisión de las Campanadas en La 1 de RTVE. Este año, eso sí, no contará con Anne Igartiburu a su lado, sino a Los Morancos. Un reto que le llena de emoción, ya que el año pasado no pudo tomarse las doce uvas en la Puerta del Sol tras infectarse días antes de covid. La alegría le embriaga cuando lo piensa también es «consciente de que va a ser difícil», aunque tiene la certeza de que los suyos estarán viéndola y acompañándola desde un sitio privilegiado.