Poundbury, la extraña ciudad de Inglaterra donde no hay señales de tráfico ni antenas de televisión
La ciudad experimental proyectada por Carlos III resume a la perfección cuáles han sido los intereses que han marcado su vida
El Rey Carlos III nunca ha ocultado su interés por la sostenibilidad, la arquitectura y el urbanismo. Tanto es así que el diseño de Poundbury, la extensión urbana de las afueras del oeste de Dorchester, situada en el condado Dorset de Inglaterra, fue respaldada por él mismo. En la década de los 80, el actual monarca estaba desilusionado por la expansión urbana que estaba viviendo Gran Bretaña por aquel entonces por lo que, con su gran influencia y su larga lista de contactos, decidió fundar la ciudad New Poundbury, la cual estaría diseñada con todos los detalles y aspectos que más gustaban al primogénito de la Reina Isabel II.
Para llevar a cabo su plan, el entonces Príncipe de Gales escogió una de las parcelas que tenía en su propiedad, situada en las indicaciones citadas en líneas más arriba, y creó la ciudad que para él sería perfecta para cualquier ciudadano. En la actualidad, es una ciudad de 1,6 kilómetros que acoge a 1.500 personas y su detalle más especial es que, a ojos de la sociedad actual, parece que está completamente parada en el tiempo. No hay antenas de televisión para no estropear el paisaje, al igual que tampoco hay jardines ni aparcamientos enfrente de las casas, intentando así evitar entorpecer el paso de los vecinos. El objetivo de la distribución es que todo lo que pueda entorpecer el día a día de sus habitantes, no es bienvenido en la ciudad. Su estilo de vida recoge a la perfección los pensamientos sostenibles que sostiene el Rey Carlos III, al igual que los edificios al más estilo victoriano, georgiano y neoclásico.
«Un desarrollo integrado en un lugar de zonificación, diseñado conscientemente para desafiar una serie de tendencias y políticas de planificación urbana del siglo XX: urbanizaciones aisladas y centros comerciales lejos de los lugares de trabajo y ocio, obligando a una dependencia cada vez mayor del automóvil», escribe el Rey en su libro Una visión de Gran Bretaña, desde donde explica los detalles de este proyecto arquitectónico. En dicha obra, el actual Rey manifiesta que pretendía que los habitantes de Poundbury dependieran lo menos posible de los vehículos, ofreciendo oportunidades para trabajar en zonas cercanas a la comunidad.
No obstante, las normas vigentes en Poundbury son bastantes estrictas. Una de las que más llama la atención es la imposibilidad de cambiar de color las puertas y las ventanas o de instalar antenas parabólicas. Otros de los detalles que llama la atención en su diseño es la inexistencia de las señales de tráfico para que cada conductor controle sus hábitos y proteja al peatón. Con el paso del tiempo, esto ha ocasionado ciertos problemas y quejas de los residentes.
Con la inminente coronación del Rey Carlos III, el medio BBC se ha puesto en contacto con algunos de los residentes de Poundbury para conocer de primer mano su opinión acerca de la ciudad donde viven: «Me hablaron de este lugar, vinimos y sentimos muy buena energía. Caminar era agradable y hermoso», «Tenemos tres hijos y queríamos un lugar seguro. La implicación del Rey nos hizo pensar que sería exitoso», cuentan.
A pesar de que la idea del complejo urbanístico surgió en los años 80, el fin de las obras no estaría previsto hasta 2025, momento en el que se espera ser el lugar de residencia de unas 5.000 personas (actualmente solo aloja a unas 1500). Pero esto iría más allá y es que, según Laura Clancy, experta en el estudio de las «élites» y la monarquía, la organización de dicho pueblo desvela algunas de las principales preocupaciones que pueden albergar en la mente del Rey: «Su rechazo a la arquitectura moderna y los grandes edificios, teniendo en cuenta que en su momento se construyeron para motivar el acceso a viviendas durante crisis económicas, es muestra de ello», explica. Por otro lado, la experta sostiene que las bases de la ciudad delatan un mensaje político que se centra en la sostenibilidad y en el bienestar personal: «Al menos sabemos la postura del Rey Carlos sobre estas cuestiones. No podemos decirlo mismo de Isabel II, de quien nadie supo jamás cómo pensaba», concluye.