El milagro de José Moro al frente de la bodega Cepa 21

Cuando me acerco a felicitar a José Moro por los 21 años de su bodega Cepa 21, se sonríe y dice con humildad: «esto es solo trabajo, trabajo y trabajo». Se agradece la sencillez de un hombre que ha conquistado el éxito empresarial y al que se le humedecen los ojos al hablar de su abuelo y su padre. «Los que me conocéis sabéis que me salieron los dientes alrededor del vino». Puede estar orgulloso de haber preservado el legado familiar y haberse mantenido fiel a sus raíces. En la noche del jueves celebró una fiesta con más de 600 invitados, en la Galería de Cristal del Palacio de Cibeles, con muchísimos rostros conocidos. Pero, sin duda, la presencia más importante era la de sus hijas Carlota y Jimena.

José Moro no escatimó para celebrar el 21 aniversario de Cepa 21, en una gala presentada por su amigo Carlos Herrera. No importaba el madrugón del día siguiente. Allí estaban todos a los que alguna vez les ha alegrado una tarde con su guitarra y una copa de vino. Por citar solo unos nombres; Iker Casillas, Raúl González, Alberto Contador, Carlos Sobera, Álex González, Luján Argüelles, Ramón Freixa, Roberto Leal o el Turronero. Eso sí, echamos en falta al alcalde Almeida, quien prefiere no dejarse ver tras el revuelo por su próxima boda. José Moro se retiró pronto de la fiesta y se acercó hasta los estudios de Cope para entrar en antena en El Partidazo, con Juanma Castaño, quien también se pasó previamente por la celebración.

Para entender qué sale de la tierra de Cepa 21, situada en el pueblo de Castrillo de Duero, en Valladolid, hay que atender a tres factores fundamentales: la experiencia vitivinícola de toda una vida, la apuesta por la innovación y la vanguardia en un entorno único y la variedad tempranillo como protagonista indiscutible.

Con motivo del XXI aniversario de la marca, José Moro ha decidido renovar las etiquetas de sus cinco referencias y, por tanto, la imagen global de toda la bodega. Unas ilustraciones preciosas que plasman escenas cotidianas de las labores del campo de la infancia y la juventud de José Moro en la Ribera del Duero y cuentan la historia de la viticultura castellana tradicional. Sin embargo, esos recuerdos de las raíces de José Moro se combinan con el valor de la diferenciación, a través de colores vivos y acabados que llaman la atención. Cada una de las etiquetas alude a momentos de la vida más personal del presidente de Cepa 21, algo que él mismo ha descrito.

Nos quedamos con la historia detrás de Malabrigo. Un homenaje a su padre. «Los instantes en los que me sentaba con mi padre al pie de la vid a descansar tras una mañana de dura faena. Mi padre sacaba pan y jamón, lo cortábamos a la vieja usanza y lo acompañábamos con un trago de vino. Las condiciones de la Ribera del Duero siempre han sido duras, por lo que nunca faltaba la pelliza, aunque bien es cierto que ningún abrigo era suficiente para no pasar frío. De ese recuerdo llega Malabrigo, la historia de mi vida que me ha llevado hasta aquí».