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La Princesa

Tanto ella como sus compañeros tienen que seguir las normas morales que se incluyen en el decálogo del cadeteMontaje: Paula Andrade

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La rutina de la Princesa Leonor con los cadetes en Zaragoza: toque de queda, habitación compartida y poco ocio

Como se esperaba, la Princesa Leonor se convirtió en la protagonista en la celebración de la Fiesta Nacional ayer, tanto durante el desfile militar como, después, en la recepción celebrada en el Palacio Real a los más de dos mil invitados. En este último, las cámaras y medios de comunicación fueron testigos directos del encuentro sorpresa de la Princesa Leonor con sus compañeros de la Academia Militar de Zaragoza.

Aunque el protocolo de acontecimientos como el del 12 de octubre dicta qué comportamientos y directrices hay que seguir a rajatabla, el saludo con los miembros del batallón de alumnos del Ejército de Tierra que recientemente ha conocido estuvo marcado por la complicidad que evocaban las sonrisas y miradas entre ellos. En especial, con el último en saludarla, un joven cadete madrileño de familia de médicos que responde al nombre de Miguel Reinoso Lozano.

Desde entonces, muchos son los que se han preguntado qué tipo de relación existe entre ellos y cómo ha surgido tanta complicidad, sobre todo, teniendo en cuenta la férrea rutina a la que están sometidos los cadetes. Se despiertan a las 06:30 horas de la mañana, momento en que suena la diana que marca el comienzo del día de servicio, y se van a dormir a las 23:00 horas, cuando se produce el toque de silencio que marca el «tiempo de quietud» en la base, por lo que los estudiantes solo pueden descansar o, en su defecto, estudiar.

La Princesa Leonor, junto a sus compañeros, en la Academia Militar de Zaragoza

La Princesa Leonor, junto a sus compañeros, en la Academia Militar de ZaragozaGTRES

A las 7:45 dan comienzo las clases, en las que también realizan maniobras militares y participan en actividades deportivas. Su primer descanso llega a las dos de la tarde, cuando paran para comer durante una hora. Por la noche, a la cena se sirve pronto, a las ocho, y siempre en el gran comedor y con menú cerrado.

La distribución de los cadetes se hace por camaretas, que son habitaciones compartidas en las que caben un máximo de 12 personas del mismo sexo. Estas habitaciones cuentan con una sala común con camas dedicada al descanso, un espacio de aseo personal que dispone de baños y duchas y una zona en la que los alumnos pueden estudiar en pequeños escritorios. Un jueves al mes, además, toca instrucción vespertina, aunque también es posible alguna sesión por la noche para curtir a los jóvenes militares.

La piscina olímpica

La piscina olímpica

En sus ratos de ocio, pueden disfrutar de la cantina o zona de esparcimiento cadete con precios populares para raciones, bocadillos y bebidas en torno a los tres euros. Disponen de casino, piscina olímpica, sala de musculación, campo de fútbol e, incluso, una sala de actuaciones que simulan al completo una ciudad militar en sí misma. No hay que olvidar que, incluso en estos momentos, deberán vestir siempre con el uniforme adecuado, siendo el traje gris el utilizado durante las horas lectivas.

Comedor

Comedor

También están obligados a tener un especial cuidado con su aspecto físico, incidiendo en el decoro y la corrección. Las damas cadete con melena, como el caso de la Princesa, deben llevarla recogida con un moño en las formaciones y en momentos de especial relevancia, mientras que en las actividades deportivas se autoriza peinarlo en coleta o en trenza, siempre que su longitud no sobrepase la altura de la axila.

De igual forma, tienen que cumplir una serie de normas morales que se incluyen en el decálogo del cadete que todos recibieron en su primer día, y entre los que destaca: Sentir un noble compañerismo, sacrificándose por el camarada y alegrándose de sus éxitos, premios y progresos.

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