Gente
Federico X, el Rey casanova que nunca quiso serlo
¿Sus grandes escándalos como Príncipe continuarán en su nueva etapa al frente de la institución?
Hace dos semanas, Margarita de Dinamarca dejaba en shock al mundo tras anunciar que abdicaba del trono. La monarca, que en discursos previos aseguró que su reinado sería de por vida, sorprendía durante su tradicional mensaje de Nochevieja su inminente salida de la corona danesa. «Le dejo el trono a mi hijo el Príncipe Heredero Federico», aseguraba a cámara, confirmando así una decisión que siempre había querido evitar.
Y no es para menos puesto que Federico X, el nombre que asumirá una vez convertido en Rey, no ha sido ni mucho menos modelo de galantería real en ningún momento de su vida. Ejemplo de ello es que lleva meses copando las portadas de la crónica social tras el escándalo de su supuesta amistad con Genoveva Casanova. Al parecer la exmujer de Cayetano Martínez de Irujo es una gran entendida en arte y le hizo de guía turística en Madrid con paradas en distintos museos de la capital y su propia casa, localizada en las inmediaciones del céntrico Parque de El Retiro.
Con su dignidad como figura pública en el punto de mira tras la publicación de las fotografías, la televisión pública danesa sacó a la luz una encuesta en la que desvelaba que el 38 % de sus ciudadanos consideraban que la Reina Margarita, la única mujer de sangre real que quedaba al frente de una Casa Real, era «la mejor representante de su corona».
Con todo, Federico de Dinamarca asumirá el destino que le tocó por ser el primogénito de la familia y del que intentó escapar durante toda su juventud a golpe de escándalos. Se resistió a un papel que no había elegido y mostró una rebeldía sin precedentes ante un camino escrito por la historia de la casa de Glücksburg, de la que desciende la institución.
Un futuro más que predecible era la jaula de oro de un Príncipe amante de la velocidad, el deporte, la aventura, las estrellas de rock y las modelos. De hecho, uno de los escarceos amorosos que tuvo en su juventud a punto estuvo de costarle el trono. En la Nochevieja de 1992, la pareja fue detenida después de que ella condujese el coche de él en claro estado de embriaguez y a toda velocidad. La polémica llegó al Parlamento danés, donde se pidió que se despojase de sus derechos dinásticos. La siguiente relación del Príncipe turbo –como fue apodado a partir del entonces– tampoco causaba buena impresión en palacio al tratarse de Katja Storkholm, una modelo de ropa interior.
Durante una década, la aparición de su nombre en los medios de comunicación daneses iban acompañados de la preocupación generalizada de cómo llegaría a ser Rey algún día y, si dejaría, por el camino, esa búsqueda de identidad propia de los jóvenes que él suplió con libertinaje. Margarita de Dinamarca llegó a enviarle a Estados Unidos para romper sus relaciones amorosas.
Estudió en Harvard y Aarhus Ciencias Políticas, trabajó en la ONU y completó su formación militar, ganándose de nuevo la confianza de su madre. Sin embargo a su vuelta a Copenhague, el soltero de oro volvió a sus juergas y líos espontáneos, pronunciando incluso la famosa frase que aún le recuerdan: «Es el corazón y no la tradición la que decide».
No fue así y todos sus líos venideros terminaron acabando en el olvido cuando conoció de forma casual a Mary de Dinamarca. Durante los Juegos Olímpicos de Sídney, en 2000, durante una noche de copas, Felipe de Borbón se la presentó. Lo suyo fue un flechazo en toda regla y comenzaron su relación poco después, justo cuando ella se instaló en Londres junto a su padre.
Aunque la Reina Margarita no la veía con buenos ojos como futura esposa de su hijo, pues era una plebeya, finalmente accedió. Al menos Mary era una abogada de prestigio y no una modelo de dudosa procedencia, como las anteriores. «Nada más ver a Mary, sentí que era mi alma gemela», llegó a confesar él.
A la vez que su boda, en mayo de 2004, el matrimonio de su otro hijo, el Príncipe Joaquín y principal talón de Aquiles de Federico estaba a punto de dinamitar una crisis real. Margarita de Dinamarca perdió, tras el divorcio de su hijo con Alexandra Manley, joyas dinásticas que habían pertenecido a su familia durante siglos y, con el objetivo de que la situación no se repitiese obligó a Mary estando embarazada a firmar un acuerdo matrimonial que la desfavorecía en caso de divorcio.
Un divorcio que pudo hacerse realidad trece años después de su enlace. La revista Her&Nu acusó al Príncipe de haberle sido infiel y haber pagado 7.000 euros para que la deslealtad no trascendiera a la esfera pública. Solventada la crisis, el Príncipe volvió a protagonizar un escándalo al ser fotografiado abrazado en actitud seductora a la actriz Flora Montgomery.
Una vez más, su matrimonio era la comidilla del país y se llegó a apostar que dormían habitaciones separadas. Ahora, con Genoveva Casanova lejos de la ecuación, comienzan una nueva etapa al frente de la institución y con el apoyo principal de sus cuatro hijos: el nuevo Príncipe heredero Christian y los Príncipes Isabella, Vincent y Josephine.