
Margarita II con el aderezo de esmeraldas. También luce el collar del Toisón de Oro, las insignias de la orden del Dannebrog y la miniatura con el retrato de su padre, Federico IX
Las tres joyas más significativas de la dinastía danesa
La Corona de Dinamarca es famosa por su brillante escenificación cortesana, donde las joyas juegan un papel protagonista
La dinastía danesa es famosa por su brillante escenificación cortesana, donde las joyas juegan un papel protagonista, pero hay que distinguir entre las joyas representativas de la soberanía (corona, cetro, orbe, condecoraciones) y las de mero adorno personal de sus reinas y princesas. En estas líneas extractamos lo dicho respecto a las más importantes por Bjarne Steen Jensen en su monografía Juvelerne i det danske kongehus (2001), reseñando que otra infinidad de piezas pueden ser lucidas por estas damas.
Aderezo de esmeraldas

Margarita II con el aderezo de esmeraldas. También luce el collar del Toisón de Oro, las insignias de la orden del Dannebrog y la miniatura con el retrato de su padre, Federico IX
Diadema, collar, broche y pendientes, con 2.650 diamantes y 67 esmeraldas. En 1840 Christian VIII encargó al joyero Weisshaupt, para su esposa , Caroline Amalie, este aderezo con piedras que pertenecían a la colección real; las 26 esmeraldas mayores habían sido regaladas por Christian VI en 1723 a su esposa, la reina Sophie Magdalene por el alumbramiento del futuro rey Federico V. Pertenece a las joyas de la corona de Dinamarca, sólo puede ser usado por la reina y está prohibido sacarlo al extranjero, exponiéndose al público con las joyas de la corona en el castillo de Rosenborg.
Diadema Orange-Nassau

La reina Ingrid con el aderezo de perlas
Regalo nupcial de 1825 a la princesa Luisa de Prusia al casar con el príncipe Federico de los Países Bajos, posiblemente de factura berlinesa. Se acompaña con un broche de diamantes a juego, con cinco perlas colgantes. La heredó su hija Louise, casada con el rey Carl de Suecia y Noruega, de quien pasó a su hija Luisa, casada con Federico VIII de Dinamarca. La reina Luisa de Dinamarca dispuso que, aunque no formen parte de las joyas de la corona, su uso se reserve a la reina. El aderezo se completa con un collar regalo del khedive de Egipto, Ibrahim Muhammad Ali, a la Reina Luisa, en 1842. Con dos perlas de este collar se realizaron posteriormente los pendientes a juego. Al contrario que las esmeraldas Rosenborg, estas joyas han viajado al extranjero en numerosas ocasiones. En 1972, al subir al trono Margarita II, comenzó a usar estas joyas, con las que posó para su primer retrato oficial.
Aderezo de rubíes de la Reina Desirée Clary

La nueva reina consorte de Dinamarca, Mary, con el aderezo de rubíes de Desirée
- José Luis Sampedro Escolar es numerario decano de la Real Academia Matitense de Heráldica y Genealogía