Andrés antes de Epstein
El favorito de la Reina, desterrado de la corte de Carlos III
El hermano del Rey de Inglaterra se ha visto rodeado de escándalos que le han costado varios privilegios
A los veinte años el Rey Carlos escribió un cuento para niños titulado El viejo de Lochnagar, sobre un anciano que vivía en una cueva junto al lago, con un pueblo en miniatura llamado Gorm y personajes como un urogallo que ahuyentaba a los visitantes y pájaros y peces que vivían en los alrededores de Balmoral. Esta es una de las historias que le contaría a su hermano Andrés, once años menor que él, antes de dormir.
Andrew Albert Christian Edward, su nombre completo de bautismo, nació la tarde del 19 de febrero de 1960 en la suite belga de Buckingham Palace cuando la Reina y el príncipe Felipe llevaban casados poco más de doce años. Ocupaba el segundo lugar en la sucesión al trono y fue el primero en nacer de un monarca reinante desde 1857.
Muchos coinciden en que era el favorito de su madre, quien le concedió el ducado de York el día de su boda con Sarah Ferguson, el 23 de julio de 1986, un título vitalicio al que la Reina le tenía especial cariño pues lo llevó su padre Jorge VI y antes su abuelo Jorge V. Además, desde hace siglos es una tradición que el segundo hijo de los monarcas ingleses reciba este honor.
Absolutamente angelical
El primer cumpleaños del Príncipe Andrés se celebró en Buckingham Palace, bajo la supervisión de su abuela la Reina Madre, mientras Isabel II y el Príncipe Felipe se encontraban de gira por la Commonwealth. En una carta a la Reina, su madre le contaba que Andrés «tenía un aspecto absolutamente angelical»; en la fiesta hubo «un ruido atronador, todo el mundo disfrutó mucho y Andrés cortó el pastel con gran dificultad», como recoge Shawcross en la biografía oficial de la Reina Madre.
Llama la atención que en sus 1.096 páginas el Príncipe tan solo aparezca en seis ocasiones, a diferencia de las muchas referencias que la abuela dedicó al Príncipe Carlos, una muestra de las diferencias de trato entre el heredero y el «repuesto».
La compasión venía de la Reina
Ingrid Seward, escritora próxima a la casa real, en su libro Mi marido y yo recoge unas declaraciones de Andrés recordando cómo sus padres dividían las responsabilidades a medias. «La compasión viene de la Reina y el deber y la disciplina vienen de él. Creo que nuestra madre se esforzaba un poco más por dedicarnos tiempo a los niños. La veíamos por las tardes y por las noches seguíamos la rutina habitual del baño».
«Nuestro padre nos leía un cuento o nosotros se lo leíamos a él». Algunas mañanas la Reina le decía a una de las cuidadoras: «Déjalo conmigo, Mabel» y se quedaba con su madre jugando en el suelo de su estudio, mientras ella trabajaba en su escritorio. En aquel momento Isabel II llevaba ocho años en el trono y si antes apenas podía ver a Carlos y a Ana, ahora tenía más tiempo para Andrés. Aunque en la década de los sesenta estuvo más con su familia, en sus últimos años admitió que se sentía culpable por no haberse dedicado más a sus hijos.
No era intelectual
Andrés estudió en el mismo internado que su padre y sus dos hermanos varones, Gordonstoun, en Escocia. Aunque para él fue una etapa desafiante, no llegó a ser el infierno que supuso para el heredero. Como apunta Seward «puede que Philip fuera un padre afectuoso, pero no estaba de acuerdo con mimar a los niños». El duque de Edimburgo era un devoto seguidor de Kurt Hanh, un educador judío-alemán fundador de varias escuelas influyentes basadas en un enfoque duro de la educación y en la formación del carácter.
Su lema era: «El carácter primero, la inteligencia después y el conocimiento en tercer lugar». Para Andrew, que no era un intelectual, ese orden podría ser el correcto. Tras pasar brevemente por Lakefield College School en Canadá y completar su educación secundaria, no cursó ninguna carrera académica, sino que a los 19 años ingresó directamente en el Britannia Royal Naval College. En los 22 años de servicio en la Royal Navy su episodio más glorioso fue participar como piloto de helicóptero en la Guerra de las Malvinas, con la consiguiente preocupación de la Reina.
Por entonces ya era considerado uno de los solteros más codiciados, además de un héroe de guerra. En 1982, cuando su relación con la actriz americana Koo Stark, que había protagonizado una película erótica, se hizo pública, circularon fotos comprometedoras que provocaron «la histeria tanto en los medios de comunicación como entre algunos miembros del Parlamento», como asegura Andrew Morton. Según el autor de la famosa biografía de Diana, aunque Koo «llegó a conocer a la Reina y fue considerada la pareja perfecta para Andrés, su historia de amor estaba condenada por el estigma de aquella película».
Políticamente ingenuo
¿Cómo es realmente el Príncipe Andrés? El segundo hijo varón de la Reina no era tímido como su hermano mayor, aunque parecía no estar seguro de si quería ser un príncipe o un chico más y esta incapacidad para resolver ese dilema se convertiría en una desventaja para él. Seward lo califica de «políticamente ingenuo pero un pedante cumplidor del protocolo». En 2001, nada más abandonar la marina como comandante, aunque más tarde llegó a ser vicealmirante, fue nombrado por el Gobierno representante especial de Gran Bretaña para el Comercio y la Inversión, para promover las empresas británicas dentro y fuera del país, una especie de embajador de negocios británico, lo que él mismo llamó Team UK.
Después de una década en el cargo tuvo que abandonarlo por falta de transparencia, al utilizar esta plataforma para negocios privados, así como por visitar a Epstein tras salir de la cárcel. Stephen Bates, que trabajó 45 años en la BBC, cita a un antiguo oficial de palacio quien aseguraba que «a Andrés le apasiona querer contribuir y el papel de comerciante era perfecto para él porque sentía que estaba teniendo un impacto. El problema con Yorkie –como lo llama despectivamente– es que puede ser muy arrogante y petulante. Creo que eso se debe a su inseguridad».
Que no le muevan sus osos de peluche
Quizás esa inmadurez sea lo que le lleve a conservar con mimo una gran colección de osos de peluche ordenados meticulosamente sobre su cama y si las doncellas, que tienen una tarjeta para recordar cómo deben colocarse, los cambiaban de lugar «gritaba y chillaba», como desveló un antiguo guardaespaldas en una entrevista promocionando el documental Ghislaine, el Príncipe Andrés y el pedófilo. Un amigo considera «el débil». A pesar de todo, tanto amaba Isabel II a su hijo que en 2017 lo nombró Coronel de la Grenadier Guards, el regimiento de infantería más antiguo del ejército británico, conocido por su famoso uniforme de casaca roja y sombrero alto de pelo negro. Fue un gran honor militar que está reservado para miembros de la realeza, aunque solo dos años más tarde se vio obligado a renunciar a todos sus cargos públicos por su amistad con Jeffrey Epstein y las acusaciones de Virginia Giuffre de abuso sexual.
El Rey le cortará su asignación
Robert Hardman, periodista y escritor muy relacionado con la familia real, en su nuevo libro Carlos III. The inside story, en una versión revisada que acaba de publicarse, a pesar de que la primera edición salió a la luz hace tan solo unos meses, desvela la decisión del Rey de retirarle la asignación económica y el pago de los costes de seguridad de su residencia que asciende a varios millones de libras al año.
La monarquía se ha valido de Hardman para dar a conocer esta decisión final del Rey, después de que Andrés haya estado sometido a presiones para que abandone su casa en la que también reside su exmujer. Royal Lodge, con 30 habitaciones, es la mansión victoriana donde vivió su abuela y más tarde su madre. Situada en el Great Park de Windsor, rodeada de árboles impresionantes y jardines de ensueño, continúa siendo, quizás no por mucho tiempo, su residencia, ya que la decisión del Rey de cortarle la financiación puede ser una forma de despojarle de ella.
Al Duque de York, que ya no cuenta con el escudo de seguridad que le brindaba su madre, lo vemos de vez en cuando a caballo por los alrededores del castillo de Windsor, desde que hace cinco años tuvo que renunciar a todas sus funciones reales, con la única protección de su casco, sin ocultar una mirada de rencor hacia los fotógrafos. Quizás en alguno de esos tristes paseos recuerde la historia que le contaba su hermano antes de dormir sobre el viejo de Lochnagar, aunque en su caso nunca vivirá en una cueva sino en un exilio interior.