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Pablo Motos

Pablo Motos, en una imagen de archivoGTRES

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La historia de amor de Pablo Motos y su mujer, Laura Llopis

La conquistó, tras años de persistencia desde que la conoció en la radio, donde ella trabajaba como productora

Actualmente, Pablo Motos está en el centro de todas las miradas por su rivalidad con La Revuelta, pero detrás de los focos, su vida personal es igual de fascinante que su carrera profesional. Es el incombustible presentador de El Hormiguero, es un hombre de luces brillantes y alguna sombra. Mientras lidera las audiencias noche tras noche, su vida personal —un cóctel de romanticismo, drama, y algo de humor— bien merece un capítulo aparte.

Nacido en 1965 en Requena, Valencia, Pablo es el menor de dos hermanos. Su padre, cocinero en el hospital local y vendedor de revistas de ganchillo los fines de semana, le inculcó la seriedad como forma de vida. «Un hombre tiene que ser serio en el trabajo», recordaba Pablo en una entrevista mientras rememoraba cómo, años después, tendría que despedir a su propio padre. Lo hizo con respeto y lágrimas, eso sí. Su madre, Amelia, también jugó un papel crucial. Su fallecimiento en 2018 dejó a Pablo devastado, pero aún lleno de gratitud por todo lo que le enseñó. «Ahora intento compensar lo rebelde que fui de niño», confesó una vez. Un espíritu travieso que, evidentemente, nunca lo abandonó del todo.

En los años ochenta, mientras el mundo se entregaba al rock, el valenciano comenzaba a hacerse un nombre en la radio. Pasó por emisoras locales como Radio Nacional de Utiel y Onda Cero Valencia, donde su voz grave y su sentido del humor cautivaban a los oyentes. Fue precisamente en Onda Cero donde su corazón se encendió de un modo inesperado.

Laura Llopis, productora y dueña de un desdén capaz de aplacar egos, apareció en su vida como un vendaval. «A mí me gustaba, pero ella pasaba. El desprecio más grande que he sentido en mi vida fue el suyo», bromeaba Pablo al recordar aquellos días. Pero este hombre, que más tarde domesticaría a Trancas y Barrancas, no se dejó amedrentar. Persistió con gestos y palabras hasta que, finalmente, logró conquistarla. «Pensé que no podía morirme sin besarla», confesó.

Con Laura Llopis como su compañera de vida y trabajo, la historia de Pablo Motos es un reflejo de amor y éxito compartido. Tras más de 25 años juntos, su relación sigue siendo sólida, aunque no siempre fue fácil llegar hasta aquí. Fue en 2023 cuando Pablo desveló cómo fue aquel íntimo «sí, quiero»: una ceremonia civil sencilla, acompañada de una buena paella, en la que primó lo cercano sobre lo ostentoso.

Laura, además de ser su esposa, es una pieza clave en su carrera. Como coordinadora de guiones en El Hormiguero, su discreta pero influyente presencia detrás de las cámaras ha sido fundamental para el éxito del programa. Juntos no solo comparten una vida, sino también un equipo de trabajo en el que están involucradas las dos hijas de Laura, fruto de una relación anterior. Una de ellas trabaja como guionista y la otra en el área de atrezzo. Para Pablo, que siempre ha expresado un profundo cariño y orgullo por ambas, esta peculiar familia demuestra que los lazos más fuertes no siempre son los de sangre.

La pareja reside en un elegante piso de 300 metros cuadrados en el exclusivo barrio de Salamanca, en Madrid. Con vistas cercanas al parque del Retiro, esta vivienda, adquirida en 2016 por unos dos millones de euros, fue completamente reformada antes de que pudieran mudarse desde su anterior hogar en Las Ventas. Aunque el lujo rodea su vida, Pablo y Laura saben mantener un perfil discreto fuera de los focos, disfrutando de una tranquilidad que contrasta con la intensidad de los platós.

Pablo Motos y su mujer, Laura Llopis, en una imagen de archivo

Pablo Motos y su mujer, Laura Llopis, en una imagen de archivoGTRES

Pero no todo ha sido un camino de rosas. En varias ocasiones, ha confesado haber estado al borde de la ruina. La primera vez, víctima de una estafa en la que perdió 300.000 euros. «Me tangaron, literalmente», admitió. El golpe fue tan duro que estuvo un año entero sin cobrar, aunque la emisora para la que trabajaba en ese momento decidió condonarle la deuda. La segunda gran crisis económica llegó con la explosión de la burbuja inmobiliaria. «Vi a mis amigos ganar pasta, y me metí en el ladrillo. Tres días después, la empresa quebró. Palmé todo. Fue una cosa de horas», recordaba entre risas amargas.

Si algo define a Motos, además de su habilidad para hacer reír a las mayores estrellas del mundo, es su capacidad para tomarse a sí mismo con filosofía. Incluso sobre temas como la infidelidad, no pierde el toque sarcástico. «Cuanto más lejos estás, menos grave es todo. Si es muy lejos, no es infidelidad», soltaba entre risas en una entrevista. Claro que todo esto se dice en tono de broma, porque su relación con Laura, basada en el respeto y la complicidad, es tan sólida como parece.

Una vez, durante un sketch con Elsa Pataky, Laura le pidió que diera un beso «con ganas». «Dáselo bien, no se lo des con vergüenza», le dijo. Y Pablo, siempre obediente, cumplió con creces. Hoy, mientras sigue reinando en la televisión y viviendo historias que parecen sacadas de un guion de comedia romántica, Pablo Motos demuestra que detrás del presentador hay un hombre con cicatrices, anécdotas y un amor que desafió las probabilidades.

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