El patrimonio inmobiliario de Irene Montero a examen, tras su feroz crítica a Ana Rosa Quintana

«Consejos vendo y para mí no tengo» es un refrán que parece aplicarse perfectamente a Irene Montero, la exministra de Igualdad, quien se ha convertido en una estrella viral tras criticar las políticas del Gobierno sobre la vivienda en España. Con una buena dosis de ironía, Montero defiende que «el problema de la vivienda en España no es de okupación, es de especulación». La solución, según ella, es simple: garantizar que la vivienda sea un derecho, bajar los precios del alquiler un 40% por ley, prohibir la compra a no residentes y obligar a los fondos de inversión a que pongan la mitad de sus viviendas en el parque público.

En medio de su discurso, Montero no ha dudado en arremeter contra otros personajes públicos, como la periodista Ana Rosa Quintana. En un enfrentamiento directo en el programa Todo es Mentira, Montero acusó a la periodista de ser «empresaria inmobiliaria» y de participar en una empresa con decenas de viviendas que especulan con el derecho a la vivienda. Según Montero, Ana Rosa no hace más que «generar conflicto» al invitar a su programa a figuras controvertidas como los de Desokupa, una empresa que se dedica a desalojar okupas.

Sin embargo, parece que la eurodiputada se olvida de algunos detalles sobre su propio patrimonio. Y es que, mientras defiende el acceso a la vivienda para todos, Montero es copropietaria, junto con su pareja Pablo Iglesias, con quien tiene tres hijos, de un chalé en Galapagar, valorado en 1,2 millones de euros, un piso en Madrid, otro en Ávila, un almacén y dos fincas. Un patrimonio considerable que, claramente, no parece encajar con su discurso sobre la vivienda asequible para todos.

Pero no todo es tan sencillo, ya que no olvidemos el cambio radical de Iglesias, quien antes de llegar al poder vivía en Vallecas, defendía a los humildes y prometía no ganar más de tres salarios mínimos. En 2018, sin embargo, él y Montero se mudaron a su mansión de lujo en Galapagar, una propiedad con más de 2.000 metros de parcela y una casa de 268 metros cuadrados, donde el lujo y el confort parecen haberse convertido en su nueva bandera.

Su sueldo

Para financiar todo esto, Montero y Iglesias no tienen problemas. Aunque pidieron una hipoteca de 540.000 euros, sus sueldos son más que suficientes para cubrirla. Como eurodiputada, Irene Montero cobra 10.377,43 euros al mes, lo que suma 124.529,16 euros al año. Recordemos que empezó en política con una beca de 12.000 euros, lo que supone un aumento de casi un 940% en su salario. Además, recibió 79.415,16 euros al año durante su etapa como ministra de Igualdad (2020-2023). Pablo Iglesias, por su parte, también ganaba un buen salario como ex vicepresidente del Gobierno, alrededor de 80.000 euros anuales. Con estos ingresos, la hipoteca no es un problema para la pareja, que además tiene propiedades heredadas de sus padres, lo que les garantiza un futuro económico aún más sólido.

Además de la mansión en Galapagar, Irene Montero tiene un piso de 180 m² en San Blas, un apartamento de 100 m² en Tormellas (Ávila) y un total de 130.000 euros en fincas heredadas. Estas propiedades forman parte de la herencia de su padre, quien falleció en 2018, e incluyen el 50% de una vivienda en Madrid, el 50% de una casa, un almacén, y fincas rústicas y urbanas en Ávila.

Mientras tanto, Pablo Iglesias también se beneficia de las propiedades de sus padres, quienes tienen un piso en el barrio de Salamanca (valorado en 352.000 euros) y el famoso piso en Vallecas donde Iglesias vivió, valorado en 192.000 euros. Además, se estima que en un futuro Iglesias heredará un piso en Zamora, valorado entre 170.000 y 210.000 euros, así como un piso en la Avenida de la Albufera (Madrid), valorado en 141.500 euros, y un local en Vicálvaro, valorado en 60.000 euros. En resumen, tanto Irene como Pablo son hijos únicos, lo que les asegura una futura herencia aún más jugosa, y, con tantas propiedades, parece que Pablo Iglesias, más allá de sus discursos, tiene un patrimonio mucho más amplio de lo que algunos podrían imaginar.