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Sermón de la Montaña y curación del leproso, de Cosimo Rosselli

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¿Qué es el 'Testimonium Flavianum'?: una de las fuentes más antiguas sobre Jesucristo

La obra de Flavio Josefo es una mina de información: aporta una infinidad de datos sobre su época, sobre el judaísmo de su tiempo y el anterior, sobre la política internacional de la época o sobre el ejército romano

Tito Flavio Josefo es, sin duda alguna, uno de los personajes más interesantes que se pueden encontrar en la Antigüedad. Procedía de una de las principales familias de Jerusalén, de antigua ascendencia, y era el segundo hijo de Matías, miembro de la casta sacerdotal. Nació en la capital judía en el 37 d.C., y en el año 66, con el estallido de la rebelión contra Roma, se puso al frente de las fuerzas judías de Galilea. Al año siguiente, en julio del 67, dirigió la enconada defensa judía de la fortaleza de Jotapata, pero las fuerzas romanas llevadas allí por el general Vespasiano y su hijo Tito (ambos emperadores posteriormente) no encontraron rival: las legiones V Macedonica, X Fretensis y XV Apollinaris, junto a fuerzas un importante número de fuerzas auxiliares y tropas aliadas enviadas por los reinos-clientes cercanos, hicieron el asedio insostenible para los defensores. José, hijo de Matías, no tuvo más opción que rendirse.

Denario de Tito conmemorando la derrota judía

Denario de Tito conmemorando la derrota judía

Vespasiano no solo le perdonó la vida, sino que lo tomó bajo su protección. En el año 70, ya con Vespasiano como Emperador y Tito como comandante de las fuerzas romanas en Judea, actuó como negociador entre las fuerzas romanas que sitiaban Jerusalén y los últimos rebeldes judíos, aunque sin éxito. Aquello le valió la confianza de Tito, quien lo llevó a Roma en el año 71 dentro de su séquito. Le fue concedida la ciudadanía romana, tomando el nombre de sus patrones Flavios, y pasó de llamarse José, hijo de Matías, a Tito Flavio Josefo.

La obra de Flavio Josefo

Su obra histórica, escrita en griego –la lengua de cultura principal en los territorios orientales del Imperio– es un auténtico tesoro para los historiadores. Aporta una infinidad de datos sobre su época, sobre el judaísmo de su tiempo y anterior, sobre la política internacional de la época, sobre el ejército romano, etc. Una mina de información. Sus principales obras fueron La guerra de los judíos, su Autobiografía, las Antigüedades judías y su apología del judaísmo titulada Contra Apión (una de las primeras obras destinadas a combatir la judeofobia). Pero de entre todos sus escritos, el que más ha atraído la atención de los expertos ha sido un breve párrafo de la obra Antigüedades judías, el llamado Testimonium Flavianum (XVIII, 3, 3), denominación muy posterior al autor, evidentemente.

Sobre dicho fragmento se han batido el cobre generaciones de historiadores de la antigüedad, filólogos, historiadores de las religiones, y teólogos. Y el fragmento es el siguiente:

«Por estas fechas vivió Jesús, un hombre sabio, si es que procede llamarlo hombre. Pues fue autor de hechos extraordinarios y maestro de gentes que gustaban de alcanzar la verdad. Y fueron numerosos los judíos e igualmente numerosos los griegos que ganó para su causa. Éste era el Cristo. Y aunque Pilato lo condenó a morir en la cruz por denuncia presentada por las autoridades de nuestro pueblo, las gentes que lo habían amado anteriormente tampoco dejaron de hacerlo después, pues se les apareció vivo de nuevo al tercer día, milagro éste, así como otros más en número infinito, que los divinos profetas habían predicho de él. Y hasta el día de hoy todavía no ha desaparecido la raza de los cristianos, así llamados en honor de él».

El párrafo está situado en la parte en que Josefo aborda la figura de Poncio Pilato, el procurador que, además de protagonizar el juicio a Jesús en los Evangelios, se distinguió en la obra de Josefo como el primer procurador que introdujo las enseñas del Emperador en el Templo, provocando una rebelión pacífica y una brutal represión.

Saqueo romano del Templo de Jerusalén en el arco de Tito

Saqueo romano del Templo de Jerusalén en el arco de Tito

¿Un texto verdadero o falso?

En cualquier caso, este texto ha divido tradicionalmente a los investigadores entre quienes opinan que todo el texto es original (es decir auténtico, lo que convertiría de facto a Josefo en cristiano al reconocer a Jesús como Mesías); los que piensan todo el texto es una interpolación cristiana (es decir, que es falso); y los más moderados, entre los que hay una mayor variedad, como lo que abogan por una brevísima mención de Jesús reconstruida y aumentada por los copistas cristianos posteriores y los que abogan por una más amplia mención con algunos añadidos. La versión más aceptada suele ser la siguiente (con corchetes en las posibles interpolaciones):

«Por estas fechas vivió Jesús, un hombre sabio, [si es que procede llamarlo hombre. Pues fue autor de hechos extraordinarios y maestro de gentes que gustaban de alcanzar la verdad]. Y fueron numerosos los judíos [e igualmente numerosos los griegos] que ganó para su causa. [Éste era el Cristo.] Y aunque Pilato lo condenó a morir en la cruz por denuncia presentada por las autoridades de nuestro pueblo, las gentes que lo habían amado anteriormente tampoco dejaron de hacerlo después, [pues se les apareció vivo de nuevo al tercer día, milagro éste, así como otros más en número infinito, que los divinos profetas habían predicho de él.] Y hasta el día de hoy todavía no ha desaparecido la raza de los cristianos, así llamados en honor de él».

Esta es la opción más probable, ya que como señalaron los especialistas, no solo tiene lógica que Josefo citara a Jesús en el lugar en el que habla de Pilato, sino que además posteriormente, en Antigüedades XX, 9, 1, hace una mención a «Santiago, el hermano de Jesús» (es decir, Santiago el Mayor), fragmento que se considera original no interpolado, y carecería de sentido hablar del «hermano de Jesús» si antes no se le había mencionado.

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