Justina Rodríguez de Viguri, la primera mujer falangista
En las primitivas JONS en un principio no se aceptaba la militancia de mujeres, Justina fue afiliada por dos de los primeros jonsistas como «Justino»
Justina nació el 27 de octubre de 1914 en Tetuán (Marruecos) en el seno de acomodada familia de la alta burguesía, su padre fue por unos pocos días ministro de Fomento con Alfonso XIII y luego ministro de Economía en la dictadura del General Berenguer.
Curiosamente José Antonio Primo de Rivera, el que sería el Jefe Nacional de Justina en Falange, tuvo años antes un gravísimo y violento percance con su padre, Luis Rodríguez de Viguri, cuando en 1930 y en una Junta del Colegio de Abogados de Madrid a la que asistía José Antonio, Luís el padre de Justina, se refirió a D. Miguel, el padre de José Antonio, relacionándole con la entonces famosa mujer apodada «La Caoba», una prostituta a la que tildaba como amante del general Primo de Rivera y al que acusaba de presionar a un Juez para librarla de un proceso judicial incoado en su contra, manifestaciones todas vertidas por el padre de Justina de forma pública y en presencia del propio José Antonio.
Ante estas frases injuriosas, Primo de Rivera absolutamente encolerizado, saltó por encima de dos filas de butacas de la sala abalanzándose contra Luís Rodríguez de Viguri cuando todavía se encontraba en el uso de la palabra, y propinándole dos bofetones en la cara a la vez que le retaba a duelo con pistolas, y todo ello en presencia de numerosos abogados que se encontraban asistiendo a la Junta.
Ambos contendientes, siguiendo la costumbre de la época, nombraron a sus respectivos padrinos, y uno de ellos, Antonio Maura, consiguió convencer a José Antonio de que desistiera de su empeño evitando de esa manera el duelo. Maura ha dejado escrito que José Antonio le dijo: «Tengo que darte las gracias, pero nunca te perdonaré que me hayas impedido agujerearle la tripa a ese ciudadano».
Pues bien, Justina en 1931 se matriculaba en la Facultad de Filosofía y Letras de Madrid, ya entonces era una patriota con un enorme sentido de lo social, al poco tiempo entró en contacto con los redactores de La Conquista del Estado, y en la Facultad consiguió alistar para esas primeras JONS femeninas a otras dos estudiantes, Carmen Rico y María Dolores Galvarriato, que años después serían junto con Mercedes Fórmica el núcleo fundador femenino del Sindicato Falangista de Estudiantes, el SEU.
Ramiro Ledesma designó a la propia Justina como Jefa de la sección sindical estudiantil femenina de las JONS, en la Universidad de Madrid
Como en las primitivas JONS en un principio no se aceptaba la militancia de mujeres, Justina fue afiliada por dos de los primeros jonsistas, Diego Aparicio y Sinforiano Guerrero, utilizando la estratagema de darle de alta con el nombre de «Justino», pero al poco tiempo Ramiro Ledesma se enteró de la situación y no solo modificó la regulación legal de las JONS para que pudieran entrar mujeres, sino que designó a la propia Justina como Jefa de la sección sindical estudiantil femenina de las JONS, en la Universidad de Madrid.
En el momento de la fusión de las JONS con la Falange de Primero de Rivera, Justina y su grupo de muchachas jonsistas entraron en la nueva organización y ello a pesar de que José Antonio había abofeteado a su padre retándole a duelo.
Sindicato Español Universitario (SEU)
Justina es nombrada delegada del SEU en la Facultad de Filosofía y Letras, en la que estudiaba junto con Alejandro Salazar, Eduardo Ródenas y otros falangistas que luego asumirían cargos de máxima responsabilidad en la Falange, siendo también designada Consejera Nacional del SEU, asistiendo en tal condición a todos los consejos del sindicato falangista.
El propio Primo de Rivera le ordenó que confeccionara el nuevo reglamento del SEU, siendo Justina una de las fundadoras del sindicato, así como una de las más comprometidas activistas del mismo. Al estallar la Guerra Civil, Justina logró escapar del Madrid rojo realizando durante toda la contienda labores de información para la Falange.
En 1937 el padre de Justina, que en las últimas elecciones había salido diputado por el Partido Agrario, fue condenado por la justicia franquista en un consejo de guerra a la pena de 12 años de prisión, al ser acusado de criticar al Régimen lanzando improperios tales como que «Queipo de Llano y otros generales eran unos mamarrachos», posteriormente solo cumplió la mitad de la pena, es decir, seis años, y ello a pesar de que cuatro de sus hijos varones eran militares combatiendo en el bando franquista y de que su hija Justina tenía una cierta relevancia en la Falange.
Esa circunstancia, años después permitió a Pilar Primo de Rivera, como Jefa de la Sección Femenina de Falange, atacar a Justina que ya entonces reivindicaba a la auténtica y primitiva Falange en contra del nuevo esperpento azul nacido como consecuencia del Decreto de Unificación de abril de 1937.
Además, al acabar la guerra, Justina había conocido en el primer Consejo Nacional del SEU de posguerra al que sería su esposo, Narciso Perales, fundador y Palma de Plata de la Falange sevillana, uno de los más bravos activistas de la Primera Línea de la Falange de preguerra. Prácticamente durante todo el franquismo Justina acompañó a Narciso en su labor de oposición al general Franco, al reivindicar el verdadero contenido revolucionario de la Falange de José Antonio.
La Auténtica, heredera de la Falange
Una vez muerto Franco y al fundarse FE de las JONS Auténtica, Narciso Perales fue nombrado tercer Jefe Nacional histórico de la Falange, por detrás de José Antonio y Manuel Hedilla. Justina también militó en esta nueva Falange que se consideraba heredera de la primitiva fundada por José Antonio que fue el intento de recuperación de aquella Falange limpia y revolucionaria de José Antonio y de Ramiro.
No puedo por menos que recordar a Justina en su casa familiar del barrio madrileño del Niño Jesús, cuando fumando cigarro tras cigarro, fumadora empedernida, hablaba con jóvenes militantes universitarios de la Auténtica, esperando a que llegara Narciso a su domicilio.
Justina Rodríguez de Viguri y Gil fue la primera mujer nacional-sindicalista, la primera mujer que lanzó el mensaje de la nueva España en la universidad; en definitiva, comprometida con la causa de la revolución española hasta su muerte en 1989.