Dinastías y poder
Los Hohenlohe españoles: del Marbella Club a la Casa Pilatos
En la familia también encontramos financieros, condes, fotógrafas, influencers y hasta a la actual titular del ducado de Medinacelli, la dinastía más importante de España
Esta dinastía de origen alemán llegó a España en los años veinte del siglo pasado. El matrimonio entre la aristócrata española Piedad Iturbe y el Príncipe Maximiliano de Hohenlohe fue el comienzo para una de las familias que más y mejor ha entroncado con la aristocracia, las altas finanzas y la diversión. Quizá su miembro más carismático fuese Alfonso de Hohenlohe, el fundador del Marbella Club en 1954: convirtió este pequeño pueblecito de pescadores en la costa malagueña en el destino favorito de la alta sociedad. Pero en la familia también encontramos financieros, condes, fotógrafas, influencers y hasta a la actual titular del ducado de Medinacelli, la dinastía más importante de España.
Boda Real
Cuando Piedad Iturbe se casó en su palacio de Parcent con Maximiliano Egon de Hohenlohe-Langenburg en 1924, ella ya era conocida en los círculos de la buena sociedad. Doña Piedita –como todos la conocían– fue quizá la última aristócrata española con proyección internacional. Marquesa de Belvís de las Navas, aunque hija de un diplomático mexicano de ascendencia emigrante vasca que había hecho fortuna merced a la propiedad de extensas plantaciones, era la joven más demandada en las fiestas de la corte. En su boda estuvo apadrinada por el mismísimo Alfonso XIII y a la ceremonia, en el convento de la Encarnación, asistió la Familia Real en pleno, desde Victoria Eugenia, a Maria Cristina de Habsburgo pasando por la Infanta Paz que se desplazó desde Múnich para tan fastuosa celebración. No era para menos: la joven, cosmopolita y atractiva, se casaba con uno de los miembros más apuestos de una familia de alto linaje cuyos ancestros se remontaban al siglo VI. Él había estudiado derecho, aunque era, sobre todo, un potentado terrateniente cuyo patrimonio incluía un fabuloso coto de caza en la actual República Checa además del castillo de Rothenhaus, el corazón de la dinastía. La prensa y los semanarios gráficos, se hicieron eco del enlace con profusión. Ella lucía imponente, con un extraordinario vestido en organdí blanco y fabulosísima diadema de brillantes.
El nuevo matrimonio se estableció en las vastas propiedades de los Hohenlohe en Bohemia alternando estancias en Madrid y la finca de recreo de El Escorial, El Queixijal. La pareja tuvo seis hijos que terminaron entroncando con las principales familias de la aristocracia patria. De todos, el más conocido, fue el primogénito barón, Alfonso, ahijado del propio Alfonso XIII, cuyo bautizo se celebró en el Palacio Real. Aunque ingeniero agrícola con título por la Universidad de California, es más famoso por ser el impulsor de la Marbella reducto de Príncipes y aristócratas. En el fondo, el vínculo de los Hohenlohe-Iturbe con Marbella responde a razones históricas.
Marbella del glamour
En 1937, Piedad perdió parte de las rentas que recibía por sus bienes en México como consecuencia de la subida al poder de Lázaro Cárdenas y el Partido de la Revolución. Además, con el inicio de la Guerra Civil la familia tuvo que abandonar Madrid y trasladarse, hasta la ocupación nazi, a sus residencias en Checoslovaquia. Durante la Segunda Guerra Mundial y con el posterior avance de los rusos, muchas de las grandes familias europeas huyeron de la contienda refugiándose en Suiza o Portugal. Parece que fue a través de Ricardo Soriano –marqués de Ivanrey y primo de Piedad– como Maximiliano, y luego su hijo Alfonso, empezaron a comprar terrenos cerca de San Pedro de Alcántara, en un pequeño pueblecito de la costa de Málaga, lugar de trasiego de muchos franceses que iban y venían al Protectorado de Marruecos.
En 1947, Maximiliano de Hohenlohe, llegó en «Rolls-Royce» y adquirió una villa llamada Santa Margarita con la finca que la rodeaba: dividió la parcela y las vendió a los Bismarck, Rothschild y Thyssen. De ahí, a convertir en 1954 parte de esos terrenos en el Marbella Club, sólo faltaba la enorme visión de Alfonso de Hohenlohe y la llegada de su primo, el conde Rudi. En pleno franquismo, Marbella completaba el regio veraneo de la costa cántabra y Biarritz. Era el nuevo paraíso para los príncipes alemanes, los Grimaldi, Onassis y las estrellas de Hollywood.
El resto de los hermanos, más discretos, también contribuyeron a dar lustre a esa Marbella del glamour, aunque vivieron alejados del foco mediático. Pimpinela, la mayor del matrimonio Hohenlohe-Iturbe, que heredó de su madre el título de marquesa de Belvís de las Navas, se casó con el aristócrata Claudio Gamazo. Su hija, Ana, es la mujer de Juan Abelló, uno de los financieros más importantes de la España del felipismo y heredero de laboratorios farmacéuticos cuya venta le convirtió en uno de los hombres más ricos de España. Christian de Hohenlohe, se casó con Carmen de la Cuadra y de Medina, sin título, aunque con dinero y que, con el tiempo, terminarán entroncados con los Alba. La Princesa Isabel lo hizo con el empresario catalán Joaquín Beltrán y Caralt, descendiente de la familia Güell. El tercero de los varones, el Príncipe Maximiliano se casó en 1961 en la Catedral de Sevilla con Ana Medina y Fernández de Córdoba, primogénita de la XVIII duquesa de Medinaceli, título, aunque en disputa, que hoy ostenta su bisnieta Victoria de Hohenlohe. Entre su excepcional patrimonio se encuentra la Casa de Pilatos, de Sevilla, el Hospital Tavera, de Toledo o el Pazo de Oca en Pontevedra. La menor de las hijas de Pilar Iturbe, Beatriz, estuvo casada con Fernando Fernández de Córdoba y Larios, duque de Arión y Marqués de Malpica.
El príncipe Maximiliano Hohenlohe-Langenburg falleció en 1968. Piedad Iturbe en 1990. Están enterrados en el cementerio marbellí de San Bernabé. Hoy aquello ya no es lo que era, aunque su nieto, Humbertus, esquiador y cantante, trate de recuperar el esplendor perdido por culpa de la vulgaridad de la era Gil. Piedad Iturbe escribió unas curiosas memorias, Érase una vez…