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Batalla de Viena pintada por Gonzales Franciscus Casteels

Batalla de Viena pintada por Gonzales Franciscus Casteels

Picotazos de historia

El sitio de Viena 1683 (IV): la defensa

Se inició una sorda y cruel guerra subterránea. Los turcos cavaban minas tratando de volar los muros de los bastiones y los cristianos respondían con contraminas que daban lugar a terribles combates en la oscuridad, bajo tierra

El ataque otomano se centró sobre el cerro del Hofburg, lugar donde se encuentra el palacio real del mismo nombre. La muralla oriental estaba protegida por el río Danubio, la occidental y su foso coincidiría con la actual Ring Strasse de Viena, y ambas se unían por un lienzo de muralla sembrada de bastiones y con revellines en su frente. El revellín de Burg, frente a la muralla de Hofburg, era la pieza clave de la defensa de la ciudad y, por ese motivo, Starhemberg lo defendió con desesperación, al tiempo que los otomanos levantaban un semicírculo de baterías a su alrededor para batirlo.

Se inició una sorda y cruel guerra subterránea. Los turcos cavaban minas tratando de volar los muros de los bastiones y los cristianos respondían con contraminas que daban lugar a terribles combates en la oscuridad, bajo tierra. El 23 de julio volaron las dos primeras minas turcas bajo la muralla de uno de los bastiones. No se produjeron grandes daños y el consiguiente ataque pudo ser rechazado pero, dos días después, una gran mina destruyó parte del muro del revellín de Burg. Antes de que se posara el polvo de la explosión las unidades turcas se lanzaron al asalto, al tiempo que se lanzaban amagos de asalto en otros puntos para distraer a los defensores. Tras tres horas de lucha, Starhemberg, que había participado en la defensa a pesar de estar herido, pudo contemplar como se retiraba el enemigo.

Lentamente los bastiones y la muralla principal era erosionada por la combinación de las minas y los proyectiles de la artillería

Se reiniciaron los combates y las labores de ingeniería. Lentamente los bastiones y la muralla principal era erosionada por la combinación de las minas y los proyectiles de la artillería. En agosto las trincheras turcas se habían aproximado al foso, que se iba rellenando con los cascotes de los muros dañados. El 12 de agosto una mina voló parte de los muros del ravellín de Burg, esta vez la lucha quedó en tablas. Los contendientes, agotados, tuvieron que parar. Una parte de esta estratégica fortificación quedó en manos de las tropas del gran visir.

El 2 de septiembre una nueva explosión sacudió el revellín de Burg pero esta vez fueron tropas selectas (jenízaros) los atacantes. Se pudo repeler el ataque, incluso se recuperó la parte de la fortificación que había caído en manos del enemigo, pero era evidente para todos que no sucedería lo mismo la próxima vez. El 8 de septiembre dos minas más volaron uno de los bastiones que sufrió el consiguiente asalto. A duras penas se pudo rechazar al enemigo. Starhemberg estaba desesperado, apenas le quedaban cuatro mil soldados capaces de continuar la lucha y estos agotados tras las largas semanas de tensión y esfuerzo. La pólvora estaba empezando a escasear y los informes de los ingenieros anunciaban que había, al menos, cinco minas más a punto de alcanzar el foso. Antesala de nuevos asaltos. Ya había rechazado más de veinte pero dudaba de poder aguantar mucho más. En ese momento, desde las alturas de la colina de Kahlenberg, se vieron los cohetes que lanzaban el ejército aliado para dar a conocer a los vieneses de su llegada.

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