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A la izquierda Ivanov, a la derecha Oliver el chimpancé casi humano

A la izquierda, Ivanov, a la derecha, Oliver, el chimpancé casi humano

Picotazos de historia

Cuando un científico ruso intentó crear un híbrido de simio-humano

Ivanov creó nuevas especies híbridas inseminando artificialmente diferentes especies. En 1910 presentó en el congreso mundial de zoólogos un estudio en el que describía la posibilidad de crear un híbrido entre el ser humano y el primate

Ilya Ivanovich Ivanov (1870-1932) nació en la pequeña localidad de Shchigry, en la zona del Kursk, en el entonces Imperio ruso. Se interesó por la biología, graduándose por la universidad de Jarkov y trabajó en prestigiosos centros –entre ellos el Instituto Pasteur de París–, siendo reconocido como una autoridad mundial en fecundación artificial y estudios reproductivos. Precisamente es en estos campos donde consiguió enormes éxitos al perfeccionar las técnicas existentes. Gracias a sus investigaciones se consiguió que un solo animal fuera capaz de inseminar a más de quinientos ejemplares, en una proporción de diez a uno con respecto a la fertilización natural. En un tiempo en el que el transporte dependía de animales de tiro o de monta, supuso una revolución en la cría. Lo mismo se puede decir en cuanto a la selección y reproducción para la mejora de los ejemplares de diferentes especies.

Creación de especies híbridas

Hubo un campo en el que Ivanov fue pionero –y aquí entramos en el meollo del presente artículo– y fue el de la hibridación por inseminación artificial. Ivanov creó nuevas especies híbridas inseminando artificialmente diferentes especies. Así cruzó un bisonte con una vaca y al resultado lo llamó zubrón; a una cebra con un burro y su cría fue el cebroide y otras muchas más sin nombres específicos o que no se repitieron. Se sabe que cruzó antílopes con vacas, ratones y ratas con cobayas y conejos, etc.

En 1910 presentó en el congreso mundial de zoólogos, que se celebró en la ciudad austriaca de Graz, un estudio en el que describía la posibilidad de crear un híbrido entre el ser humano y el primate, por medio de la inseminación artificial.

La búsqueda del primer simio-humano

En 1924 consiguió que el Instituto Pasteur le autorizara el uso de la estación experimental de primates en Kindia (Guinea Francesa). Al año siguiente consiguió una financiación de la Academia de Ciencias Soviéticas y se embarcó rumbo al país africano. Arribó en 1925 para descubrir que en el centro solo tenían crías, no había ejemplares adultos, lo que no le impidió intentar la inseminación de hembras con esperma humano, pero no funcionó. Algo más de un mes estuvo en el centro pero tuvo que volver profesionalmente frustrado.

De regreso en la URRS (1927) inició una búsqueda de apoyos para sacar adelante el proyecto. En 1929 obtiene el respaldo de la Sociedad de Biólogos Materialistas de la URRS, que creó una comisión para planificar los experimentos. Tenían todo listo, hasta habían conseguido –vayan ustedes a saber cómo– cinco mujeres voluntarias para ser inseminadas por cuadrumanos. En este caso un orangután adulto, joven y en perfecta salud que, por algún motivo, va y se les muere. No les quedó más remedio que encargar otro y esperar a que llegara pronto. Pero nunca antes de un año.

Apenas habían solicitado la sustitución del bicho cuando Ivanov empezó a ser objeto de críticas por parte de la ortodoxia política. Fue arrestado, juzgado y condenado a cinco años de exilio en la capital de Kazajistán –Alma Ata, hoy Almatý–, por su falta de firmeza política en la lucha por la revolución del proletariado. Ivanov falleció durante su exilio sin poder reanudar sus experimentos. Tus primates no te olvidan.

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