Los Reyes Católicos y sus locuras
César Cervera: «El cristianismo sabe perfectamente que está en deuda con los Reyes Católicos»
Cervera cuenta la parte más humana rescatando sus virtudes, defectos y contradicciones de los Reyes Católicos para que podamos «reflexionar en lo que verdaderamente les hace ser buenos líderes»
Fernando II de Aragón, también llamado 'el Católico', nació el 10 de mayo de 1452 en Sos, Zaragoza. Isabel I de Castilla nacería en la tarde del Jueves Santo de 1451. Ninguno estaba destinado a reinar; sin embargo su determinación les permitió conseguirlo: «Isabel y Fernando no estaban en las primeras posiciones para reinar, o sea, para que sucediese tenían que suceder un montón de situaciones, entre ellas algunas muy violentas, evidentemente guerras», explica César Cervera (Ávila, 1988), periodista y autor de Los Reyes Católicos y sus locuras, una obra donde busca «bajar del pedestal y humanizar» a Fernando y a Isabel.
Apartándoles de la leyenda negra y la leyenda dorada basada en una esmerada «propaganda áurea» producto de sus cronistas. Cervera cuenta que Isabel y Fernando llegaron a subir un 60 % el salario a los cronistas reales para que estos escribiesen una historia sin errores, el autor cuenta la parte más humana rescatando sus virtudes, defectos y contradicciones para que podamos «reflexionar en lo que verdaderamente les hace ser buenos líderes».
Una dinastía marcada por la sangre
«El prometedor futuro de Castilla habría de esperar a que se resolvieran los problemas de alcoba de los Trastámara. Los españoles querían comerse el mundo, pero de momento debían contentarse con devorarse entre ellos», con este presagio, comienza el primer capítulo donde el autor explica cómo los Trastámara sellarían su destino con sangre para conquistar el mundo.
Para la mayoría de la gente, cuando se habla de las dinastías españolas, suele venir a la cabeza los Austrias y los Borbones –dos de las que Cervera ya ha contado sus respectivas locuras– pero lo cierto es que hubo una antes cuya importancia fue relevante para establecer las bases para una monarquía hispana moderna. Hablamos de los Trastámara, una dinastía marcada por la sangre: «Es una dinastía que nace de un fratricidio contra Pedro el Cruel».
Este destino irá desgastando a los Trastámara y manchando a los futuros Reyes Católicos: «El final de todo esto es la propia Isabel pegándose con su hermanastro (Enrique IV); este pegándose con Alfonso (el Inocente), y luego Isabel accediendo al trono en una alianza con su primo hermano (Fernando II de Aragón), pero que incluso en algún momento pudo colisionar». Según el autor, una de las situaciones más violentas es el conflicto entre Isabel y su sobrina e ahijada Juana la Beltraneja, «una de las víctimas del ascenso al trono de los Reyes Católicos». Y es que el carácter «implacable» de Isabel hizo que para hacerse con la corona de Castilla se enfrentase en una dura guerra civil a un partido nobiliario adverso que defendía la legitimidad de Juana.
En mayo de 1475 el Rey de Portugal, defendiendo la causa de Juana, entró en Castilla con un potente ejército, pero Isabel y Fernando hicieron patente su superioridad militar y derrotaron al monarca portugués en la batalla de Todo: Juana de Castilla hubo de renunciar a su título real y fue apartada de la vida pública. Sin embargo; «Isabel, hasta sus últimos días, estuvo obsesionada por saber si Juana estaba maquinando contra ella o haciendo algún tipo de movimiento político». A pesar de su rectitud como Reina, la obsesión de Isabel con su sobrina cuando reinaba «sobre un imperio y que tenía asuntos en dos continentes diferentes » es, –según Cervera– «bastante mezquino». Pero insiste que es en estas «debilidades» donde nos damos cuenta que estas figuras áureas son también humanas.
1492, un año importante para el cristianismo
«El cristianismo está en un momento crítico cuando llegaron los Reyes Católicos», apunta Cervera. Y es que el avance del mundo musulmán a través del Imperio Otomano representaba un avance para Europa. Y es el año 1492 lo que marcaría un antes y un después en su reinado. «Es el año de publicación de la gramática de Nebrija. Es la llegada a América, es la expulsión de los judíos, es la terminación de la conquista de Granada», destaca el autor.
La expulsión a los judíos que tanto achacan a los Reyes Católicos es la manera que se tiene de buscar «lo tenebroso» –según Cervera– de un año marcado por hitos clave para el destino de la humanidad. Y es que «la expulsión de 1492 no tiene nada de especial» y asegura que «no tiene ningún sentido que los Reyes Católicos sean recordados por un episodio que lo había hecho toda Europa, que se había hecho de forma mucho más violenta, de forma mucho más masiva» en otras partes del continente. Además, «más que una expulsión fue una conversión forzosa». Los Reyes Católicos pusieron mucha «énfasis» en que los musulmanes se convirtieran. Por otro lado, Cervera subraya que «el cristianismo sabe perfectamente que están en deuda con los Reyes Católicos» y esto se ve reflejado, por ejemplo, cuando conquistan Granada, son felicitados por todos los reyes europeos por «el gran éxito que han tenido».
Pero sin duda, por su trascendencia global fue, indudablemente, la llegada a un nuevo y vasto continente. Hoy en día «el gran avance del cristianismo está en África y en América», mientras que en Europa está bajando. Pero cada vez hay más cristianos en Asia, América y África; y esto es algo que «empezó con los Reyes Católicos», remarca el periodista.
Unos monarcas muy humanos
El divulgador busca proponer un nuevo punto de vista al lector del reinado de los Reyes Católicos. Sin hacer una lectura negativa o positiva de ellos, profundiza en detalles curiosos, y poco tratados en investigaciones más académicas como por ejemplo, el acento portugués que tenía ella, los desórdenes alimenticios que sufrieron todas las hijas del matrimonio o el hecho de que ambos combatieron contra el último reino musulmán de la península a pesar de vivir rodeados de las costumbres, vestimentas y gastronomías islámicas.
A Isabel la describe como una mujer «que se mueve por corazonadas y con un carácter implacable», mientras que de Fernando destaca su destreza en la política exterior calificándolo como «el gran genio de su tiempo en la política exterior». A pesar de que sus figuras han sido envueltas tanto en la leyenda negra como en la leyenda dorada, recuerda que «no podemos llevarnos elementos del pasado al presente para usarlos en nuestras intenciones políticas».