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18 de mayo de 1923: el testamento de lord Carnarvon
El aristócrata inglés legaba a su mujer «su colección egipcia» y le indicaba que en caso de querer vender dicha colección lo ofreciese al Museo Británico o al Metropolitano de Nueva York por 1.400.000 francos
Egipto siempre fue la otra gran pasión de George Herbert de Carnarvon, conocido por ser el mecenas que financió la excavación de la tumba del faraón Tutankamón en el Valle de los Reyes. Tras un accidente automovilístico en Alemania y siguiendo la recomendación médica, decidió pasar los inviernos en Egipto, evitando así las húmedas y frías condiciones climatológicas de Inglaterra en dicha estación.
Ahí empezaría a interesarse por la egiptología, visitando numerosas excavaciones y pronto conseguiría una licencia para cavar él mismo: descubrió tumbas privadas del Imperio Medio y de principios del Nuevo. En 1915 ya había descubierto, entre otras cosas, los templos de la reina Hatshepsut y de Ramsés IV. Sin embargo su gran hazaña llegaría en noviembre de 1922 cuando después de seis temporadas y haber gastado 25.000 libras esterlinas, lord Carnarvon junto con Howard Carter localizaron la tumba del faraón Tutankamón en el Valle de los Reyes.
El 16 de febrero de 1923 Carter abría la puerta sellada que conducía al sarcófago del joven faraón. La sepultura fue protegida hasta la llegada de un oficial del Departamento de Antigüedades Egipcias al día siguiente, aunque se dice que esa misma noche, Carter, Carnarvon, su hija y el ayudante Callender entraron sin permiso, convirtiéndose en las primeras personas en tres milenios en acceder al enterramiento.
Se dice que en la mañana del 19 de marzo, Carnarvon se despertó con fiebre que atribuyó a una infección causada por una picadura de mosquito que se cortó al afeitarse. Desoyendo los consejos médicos de reposar, no beber alcohol y tomar la medicación prescrita ad hoc, a lo largo de la semana fue empeorando hasta que tuvieron que trasladarlo a El Cairo, donde murió en una habitación del Hotel Continental-Savoy el 5 de abril.
El Debate informaba que en el testamento del aristócrata inglés éste legaba a su mujer «su colección egipcia» y le indicaba que en caso de querer vender dicha colección lo ofreciese al Museo Británico o al Metropolitano de Nueva York por 1.400.000 francos.