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Real de a ocho

La moneda española que dominó el comercio mundial durante tres siglos

El real de a ocho, la moneda española que dominó el comercio mundial durante tres siglos

Precedió a la libra esterlina de oro británica y además los estadounidenses se basaron en su modelo para desarrollar su propio dólar

A mediados del siglo XVI nace en el mundo hispánico la moneda que dominaría los mercados de todo el planeta durante cerca de tres siglos. Acuñadas primero en las cecas de Segovia, Sevilla y después en Lima, México, Potosí, etc circularon por toda la Tierra, uniendo, así, por primera vez Europa, América y Asia en una revesada red de negocios. Esto hizo que se convirtieran en la primera moneda de curso legal en decenas de países y solo sería sustituida por la libra esterlina en el siglo XIX y desde 1944 por el dólar estadounidense. Hablamos del Real de a ocho español.

En 1497 los Reyes Católicos promulgaron lo que se conocería como «Pragmática de Medina del Campo» con el que ponían orden al caótico sistema monetario de sus reinos. De aquella reforma nació una moneda de plata como unidad de pago que fue bautizada con el nombre de «real de a ocho» –aunque con el pasó del tiempo fue recibiendo otros nombres como «peso de ocho» o simplemente como «el peso»– donde real hacía referencia a su «realeza» y el término ocho al propio valor de la moneda en relación con otras estimaciones monetarias.

Sin embargo, no sería hasta mediados del siglo XVI cuando el real de ocho comienza a popularizarse impulsado, sobre todo, por los reinados de Carlos I y Felipe II –dos monarcas representaron la etapa de mayor protagonismo y expansión del Imperio español–. A medida que la corona española iba expandiendo sus posesiones en ultramar, especialmente tras la conquista del Perú y México, los reales de a ocho comenzaron a acuñarse en América y en la década de 1530 se fundaron las cecas o casas de moneda en Santo Domingo, Santa Fe de Bogotá, Lima y Potosí por lo que la extracción de la materia prima, la acuñación y la puesta en circulación de la moneda se gestionaba desde los virreinatos americanos de la monarquía hispánica.

A partir del siglo XVII el real de a ocho pasó a ser la moneda franca que facilitó el comercio entre las dos orillas del Atlántico convirtiéndose en la moneda de cambio para el comercio internacional, ya que tenía un valor constante y uniforme en todas partes del mundo. Un siglo más tarde hasta el 50 % de todo el dinero en circulación en el mundo era en real de a ocho llegando a ser la moneda franca y de reserva de los cinco continentes de forma hegemónica. Cabe destacar de forma especial la importante contribución a su consolidación del Galeón de Manila cuya ruta marítima conectaba el puerto de Manila con Acapulco y por vía terrestre con el puerto de Veracruz, que a su vez enlazaba a través de la Flota de Indias, con los puertos de Sevilla o Cádiz.

Con ello, todos los países asiáticos –principalmente China y la India– aceptaban como moneda propia al real de a ocho e incluso exigían en sus transacciones comerciales con países europeos el pago de sus manufacturas en la moneda de la monárquica hispana de modo que los comerciantes portugueses, británicos, holandeses, franceses o daneses, llevaban en sus bodegas reales de a ocho para comerciar con los países de oriente; una práctica que se prolongó hasta bien entrado el siglo XIX. Para las naciones asiáticas el real de a ocho era una moneda segura por dos razones principalmente, su garantía de ley fidedigna y su peso constante.

Una vez puesta toda su atención a sus territorios de ultramar, se decidió dar un impulso definitivo para consolidar el real de a ocho como moneda global y acuñada netamente en las casas de monedas americanas. Se modernizó la forma de fabricar las monedas, lo que las hizo más difíciles de falsificar y por tanto mejoró y consolidó su prestigio internacional y mantuvo su valor.

Real de a ocho con el escudo de los Reyes Católicos, acuñado en Sevilla

Real de a ocho con el escudo de los Reyes Católicos, acuñado en Sevilla

Diseño de la moneda

La moneda, originalmente, fue acuñada en plata y pesaba alrededor de 27 gramos. Su diseño incluía la imagen de la monarquía española y el escudo de armas. En la década de 1530 también se empezaron a acuñar en oro. Cuando se levantaron las casas de monedas en América y empezó a consolidarse como moneda global se prepara un diseño diferente.

A las nuevas monedas se las conocería como «columnario» o moneda de «mundo y mares» pues en el reverso tenía impreso las columnas de Hércules y entre ellas dos hemisferios del planeta sobre olas marinas; una alegoría a la magnitud del Imperio. Sobre este grabado se podía leer la inscripción en latín «PLVS VLTRA» en el reverso de la moneda. Significa «más allá», un lema que Carlos I recuperaba como reivindicación de la gesta española que le había dado el mayor Imperio del mundo.

Moneda acuñada en la Ceca de Potosí. Casa Nacional de Moneda de Potosí

Moneda acuñada en la Ceca de Potosí. Casa Nacional de Moneda de Potosí

Mientras que en el anverso del columnario se podía leer «VTRAQUE VNUM», que en latín significa «ambos son uno» resaltando la unidad entre los territorios de la Imperio español en cada hemisferio; en el borde inferior aparecía el año de emisión y las marcas de la ceca. Este diseño era exclusivo y se acuñaba sólo en las casas de moneda americanas.

«Spanish Dollar»

La influencia del real a ocho fue tal que incluso en 1704 la Reina Ana de Inglaterra reconoció esta moneda como la unidad monetaria oficial de sus colonias. De esta manera asumía lo que ya era un hecho consumado en sus territorios norteamericanos, donde los colonos usaban como moneda de referencia en sus transacciones comerciales las monedas de plata acuñadas en México.

El uso e influencia del real de a ocho se mantuvo incluso una vez proclamada la independencia de las trece colonias. Así, el congreso de los Estados Unidos aprobó en 1785 la creación de su propia moneda, que tenía un valor equivalente a un real de ocho y al que se le llamó «Spanish Dollar» y fue moneda de curso legal en los Estados Unidos hasta la aprobación de la «Coinage Act» ley de Acuñación, que la prohibió en 1857.

La moneda española dominó el comercio mundial durante tres siglos. Una prueba más de ello fue que el dólar no fue la única moneda que tomó como referencia el real de a ocho, sino que también el dólar canadiense, el yuan chino, el yen japonés o el won coreano, y por supuesto las monedas acuñadas por las republicas americanas surgidas tras la independencia de la monarquía española, se basaron en su impronta para su puesta en funcionamiento.

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