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Skorzeny y el comando de paracaidistas junto a Mussolini tras su rescate en julio de 1943

Skorzeny y el comando de paracaidistas junto a Mussolini tras su rescate en julio de 1943

Operación Roble, la misión secreta de los nazis que liberó a Mussolini

«Sabía que el Führer no me abandonaría», afirmó Mussolini cuando los alemanes lo liberaron en el Hotel de los Apeninos donde estaba recluido

El verano de 1943 fue complicado para la Italia fascista. La aplastante derrota del ejército italiano en el norte de África abrió un flanco que los aliados aprovecharon para desembarcar en Sicilia a principios de julio de ese mismo año. Ante una nación casi derrotada, el Gran Consejo Fascista se reunió el 24 de ese mes y decidió por votación que Mussolini no podía seguir ostentando el poder.

El propio Rey Víctor Manuel III se lo comunicó al Duce, que preguntó: «¿Entonces se ha terminado?». Así era: el monarca nombró como nuevo jefe del gobierno al mariscal Pietro Bodoglio, y Mussolini fue arrestado. El 8 de septiembre Italia se rindió ante los aliados. En cuanto Hitler se enteró, ordenó a sus oficiales que idearan un plan para liberal al Duce. Pero solo había un problema: no sabían dónde estaba recluido.

Hitler encomendó la búsqueda a Herbert Kappler, jefe de la policía alemana en Roma, y al capitán Otto Skorzeny, un oficial de la SS que se había ganado su confianza y al que después los aliados conocerían como «el hombre más peligros de Europa». Por su parte, los carabinieri llevaron a Mussolini hasta la isla de Ponza, donde pasó los primeros días de agosto. Pero sabiendo que los alemanes lo buscaban, intentaron despistarles y lo trasladaron la isla de Maddalena, al norte de Cerdeña, después a una localidad cerca del lago Bracciano, al oeste de Roma.

Así pasó agosto, hasta que se hizo público el armisticio el 8 de septiembre. Entonces, Mussolini fue enviado al Gran Sasso d'Italia, el macizo más alto de los Apeninos. La ubicación era perfecta para evitar cualquier intento de fuga o rescate, ya que lo encerraron en el Hotel Campo Imperatore, situado en la cima de un pico escarpado al que solo se podía acceder por el funicular que lo conectaba con la estación de esquí Campo Imperatore.

El oficial de las SS Otto Skorzeny en su celda de Núremberg

El oficial de las SS Otto Skorzeny en su celda de Núremberg

Su mayor miedo, los aliados

El centenar de carabinieri que debían custodiarlo tenían la orden de ejecutarlo en caso de que intentase escapar o hubiera un intento de liberarlo. Durante días, Benito Mussolini reflexionó sobre su situación, y se conoce que su mayor miedo era acabar en manos de los aliados, pero eso no ocurrió. Los servicios de inteligencia del Führer interceptaron un mensaje italiano y descubrieron que el Duce estaba en Gran Sasso. La Operación Roble para recatarlo se puso en marcha.

A las dos de la tarde del 12 de septiembre de 1943, una columna motorizada bajo el mando del comandante Harold Mors, jefe del primer batallón del 7ª Regimiento de Paracaidistas, asaltó la estación de Assergi para dejar incomunicado el hotel. Al mismo tiempo, sobre las escarpadas montañas aparecieron diez planeadores DFS 230 y aterrizaron rápidamente sobre una planicie próxima al albergue. Solo uno de ellos se estrelló contra las rocas causando la muerte de sus ocupantes.

Los comandos de paracaidistas descendieron de los aviones y avanzaron hasta el hotel sin encontrar resistencia. Llevaban con ellos al general Sotelli, jefe de los carabinieri, al que habían secuestrado unos días antes. Lo utilizaron como escudo humano y rehén para evitar que la escolta de carabinieri disparase contra ellos. Parece que la estrategia funcionó, porque ningún militar italiano disparó su arma. El oficial Otto Skorzeny, que solo estaba de observador, fue el primero en entrar en la habitación 201, donde estaba Mussolini. Quería llevarse el mérito de su rescate. En pocos segundos, Mussolini se subió a una avioneta Fierseler Fi156 junto a su salvador hasta Pratica di Mare, cerca de Roma. Los paracaidistas se unieron al grueso del ejército alemán que los esperaba en Assegi. La misión había durado menos de una hora y había sido un éxito rotundo.

Otto Skorzeny y el presidente argentino Juan Domingo Perón

Otto Skorzeny y el presidente argentino Juan Domingo Perón

Mussolini voló a Viena y después a Múnich para reunirse con Hitler, que le nombró líder de la República Social Italiana, la zona norte de la bota que había quedado bajo dominio nazi por el avance aliado desde Sicilia. Por su parte, Skorzeny recibió del Führer la Cruz de Caballero y ascendió a SS Sturmbannfüher, un rango militar nazi que se puede traducir como comandante de la unidad de asalto. Goebbels, como ministro de propaganda, convirtió a Otto en un héroe nacional a pesar de que su aportación en la operación fue insignificante. Tras alcanzar la fama fue enviado a Yugoslavia y Hungría para realizar misiones encubiertas.

Nada más acabar la guerra el famoso oficial se entregó a los norteamericanos y pasó dos años en campos de prisioneros, hasta que consiguió escapar. Se estableció en Madrid y se cree que ayudó a escapar a criminales de guerra nazis a través de la organización ODDESA, aunque no se ha podido demostrar. Su fama le precedía, y aunque nunca renegó de sus ideales nacionalsocialistas, en la década de los 60 trabajó para el Mossad a cambio de inmunidad, fue escolta de Eva Perón en Argentina y asesor de Nasser en Egipto.

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