Alonso Álvarez de Toledo, el embajador de España en la RDA que fue testigo directo de la caída del Muro de Berlín
El paso fronterizo de Bornholmer Strassedel fue el primero en abrirse tras la caída del Muro de Berlín el 9 de noviembre de 1989
«A eso de las nueve y cuarto de la noche, yo me encontraba en el checkpoint de la Bornholmer Straße, a pocos metros del policía que acababa de recibir la orden de dejar pasar a Berlín oeste a los berlineses del Este que comenzaban a agolparse junto a los pasos del muro», describió Alonso Álvarez de Toledo, embajador de España en la República Democrática Alemana entre 1985 a 1990, durante una conferencia realizada en 2019. El diplomático fue testigo directo de la caída del Muro de Berlín el 9 de noviembre, un suceso inesperado pero deseado por muchos alemanes con el que empezó la desaparición del comunismo en Europa oriental, el fin de la Guerra Fría y la reunificación de Alemania.
La caída de la RDA comenzó en el verano de 1989 con las primeras manifestaciones masivas por las carreteras de todo el país que se conocerían como la Revolución Tranquila. Bajo el lema: «Nosotros somos el pueblo», los ciudadanos de la RDA dejaron claro que su país no estaba ya controlado por el Partido Comunista y pretendían conseguir mayor libertad para viajar a la otra Alemania y terceros países. En un principio, el gobierno de la república intentó disolver las protestas por la fuerza, pero el movimiento era imparable.
Un suceso inesperado pero deseado por muchos alemanes con el que empezó la desaparición del comunismo en Europa oriental
El Kremlin dejó claro que no participaría nunca en un enfrentamiento entre el Gobierno y el pueblo de la RDA, pero «si llegase a hacerlo lo haría a favor del pueblo y en contra del Gobierno de la RDA», afirmó el embajador español. Dos días después, el 8 de noviembre, más de 500.000 alemanes del este se reunieron en la que fue la mayor manifestación en toda la historia de Berlín. A las pocas horas el presidente del gobierno anunció en una rueda de prensa que el Comité Central había aprobado un nuevo decreto que permitía la salida de todos los ciudadanos de la RDA. Muchos de los berlineses que oyeron aquello se acercaron al muro para comprobar si era verdad. Acompañado por un equipo de Informe Semanal de Televisión Española, el embajador español también acudió «a ver si es verdad esto, a ver qué pasaba».
Crónica española desde el muro
El comunicado del gobierno comunista pilló por sorpresa a los 12.000 efectivos que vigilaban el Muro de Berlín. Tuvieron que esperar más de una hora para que las instrucciones llegasen a los oficiales que comandaban cada puesto de control del muro. En el de Bornholmer Straße, el oficial al mando recibió al final unas órdenes «algo extrañas»: poner un sello en la foto del pasaporte de los que salían y denegarles la entrada si querían regresar.
Pero «al poco rato se presentó un problema, un matrimonio que acababa de cruzar el muro para ver cómo era Berlín oeste pretendía regresar, pues había dejado al niño de seis meses encima de la cuna y querían volver a por él», según explicó Alonso Álvarez de Toledo. Por suerte, el teniente al mando de aquel puesto comprendió que la instrucción recibida era un tanto absurda, por lo que ordenó a sus hombres que permitieran el tránsito sin restricción.
«Todavía recuerdo la voz de ese policía de fronteras diciendo: 'pueden pasar'», dijo Alonso Álvarez. En aquel momento, según cuenta el diplomático, «un joven preguntó al agente qué trámites tenían que hacer. 'Solo tenemos el carné de identidad', dijo. 'Es suficiente', respondió el policía. '¿Y podemos volver?', volvió a preguntar. 'Desde luego', afirmó el agente. El joven se encogió de hombros y después de mirar a los que estaban alrededor desapareció por el hueco aquel del muro, los demás le siguieron». Para el embajador español «aquel fue el momento crucial de la noche» en la que el comunismo se derrumbó en Alemania, abriendo una nueva era para el país y para Europa.