
El saqueo de Panamá por los piratas de Henry Morgan
De Drake a Morgan: los piratas del Caribe que atacaron al Imperio español
Descubre la verdadera historia de los piratas y corsarios que saquearon ciudades españolas en el Caribe. De Drake a Morgan, entre el mito y la pólvora
«Siempre recordaréis este día como el día en que casi capturáis…». No hace falta que termine la frase para acordarse de las palabras del capitán Jack Sparrow y rememorar la trama de una película que muestra esa imagen de fantasía —y algo real, en ocasiones— sobre los piratas del Caribe.
Más allá del cine, la piratería en la región fue un serio problema que tuvo que enfrentar el Imperio español, que desde el siglo XVI dominó aquellos mares que surcaba la famosa flota de las Indias como parte de ese imperio global.
España ya había sufrido la piratería argelina y sarracena en la Península, desde Cádiz a Barcelona, pero la situación en el Caribe fue algo diferente. Lo primero que hay que entender es que no todos a los que hoy se entiende como piratas eran piratas. Pirata, corsario, bucanero, filibustero: no eran lo mismo. El pirata no estaba sometido a ninguna nación o poder superior, mientras que el corsario estaba sometido a una nación que le otorgaba su patente, una autorización legal que le permitía atacar y saquear barcos de otras naciones enemigas.
El caso más claro fue el de los corsarios que pagó Inglaterra para intentar acabar con el imperio comercial español en América. Por su lado, el término bucanero aparece a partir del siglo XVII en las islas del Caribe para referirse a unos marinos que se dedicaban a aprovisionar a otros barcos con carne fresca recién curada, que llamaban boucan, y a estos comerciantes se les llamó bucaneros. No solo proporcionaban víveres, también fueron precursores de la piratería.Drake y Morgan, corsarios ingleses al servicio de Su Majestad
«Bajel pirata que llaman / Por su bravura el Temido, / En todo el mar conocido / Del uno al otro confín», escribió Espronceda en el XIX. Pero bien vale esta canción para piratas y corsarios como Barbarroja, Drake, Morgan o Ducasse.
Uno de los que más daño hizo a las plazas españolas en el Caribe fue Francis Drake, corsario al servicio de los ingleses, que llegó a Cartagena de Indias con la intención de saquearla. Drake contaba con más de veinte barcos y más de 2.000 hombres que desembarcaron en la playa de La Caleta. Tras un duro combate, los corsarios tomaron la ciudad, arrasaron las calles, quemaron edificios y hostigaron a su población. Drake exigió un rescate de 107.000 pesos para liberar la ciudad y permaneció en Cartagena dos meses hasta que recibió el dinero.

Francis Drake en Cartagena de Indias 1585
Santo Domingo, San Agustín en la Florida española, e incluso La Coruña o Vigo, fueron atacadas por el corsario inglés. Inglaterra estaba en guerra con España y, además de utilizar su fuerza militar, se sirvió de estos corsarios para desgastar a los españoles. Pero Drake no fue el único: el galés Henry Morgan, convertido en teniente gobernador de Jamaica por los ingleses, saqueó durante más de tres semanas la ciudad de Panamá la Vieja en 1671, que acabó incendiada y totalmente arrasada.
Morgan regresó a Port Royal con un gran botín, pero España e Inglaterra acababan de firmar el Tratado de Madrid y, como muestra de buena fe, el rey inglés Carlos II mandó detener a Morgan. Aunque en la práctica, mientras España lo veía como un criminal, en la corte inglesa lo trataron como un héroe nacional.
Aquellos años marcarían el futuro de la presencia española en el Caribe. Había que defender las plazas de América de los ataques, y para ello se levantaron una serie de fortificaciones en las que se utilizó la arquitectura abaluartada. El castillo del Morro de La Habana será el mayor ejemplo de este tipo de arquitectura, que diseñó Bautista Antonelli a finales del siglo XVI.
Dos siglos después, el saqueo de Portobelo, los ataques a Cartagena de Indias y la toma de La Habana obligaron a Carlos III a enviar un gran número de ingenieros militares a las posesiones españolas de Ultramar para reforzar las defensas.