200 años
El día que Fernando VII establece la futura Policía Nacional
El 8 de enero de 1824, el Rey firmó una Real Cédula por la cual se creaba la Policía General del Reino
El Rey Fernando VII firmó, el 8 de enero de 1824, una Real Cédula por la cual se creaba la Policía General del Reino. Era una propuesta, de origen afrancesado, desvinculada del Tribunal del Santo Oficio –que había quedado derogado– que encajaba en los principios liberales de libertad y seguridad individual del Estado de Derecho.
¿En qué consistía? Era una red de seguridad ciudadana que se distribuyó en los principales núcleos urbanos del país. Estaba estructurada, como el Ejército, de manera jerárquica. Arriba de todo había un superintendente general, que dependía del Ministerio de Gracia y justicia. Las comisarias locales, en los núcleos urbanos, se distribuían en distritos. Estas tenían como jefe a un intendente provincial y este, como superior, a un intendente general. Su misión era perseguir a todos aquellos que vulneraban los derechos de los ciudadanos y, como decía el artículo 16 del Reglamento «ponerlos en manos de la Justicia en un plazo de ocho días».
Con anterioridad se había intentado crear un cuerpo policial. Hubo diferentes proyectos que no cuajaron. En 1807, por ejemplo se creó la Superintendencia General y en 1823 la Superintendencia General de vigilancia Pública. También presentó un proyecto el teniente general Pedro Agustín Girón Las Casas. Era un cuerpo de ámbito nacional, de carácter militar, destinado a lograr la paz la seguridad.
Girón Las Casas pretendía «el exterminio de los malhechores y la seguridad en los caminos, objeto principal de su instituto, cuyas circunstancias no se han podido lograr jamás a pesar de las medidas del Gobierno y de los esfuerzos y sacrificios de los pueblos». Todos ellos quedaron anulados por tres circunstancias: la invasión francesa, la intervención militar de los Cien Mil Hijos de San Luis y la restauración de la monarquía absolutista.
La idea inicial de Fernando VII, cuyo proyecto redactó el propio Rey, lo estudió una comisión. Esta, después de introducir varias modificaciones, presentaron el documento definitivo, el 1 de enero de 1824, al secretario de Gracia y Justicia. El proyecto presentado estaba formulado como real decreto. El Consejo de Ministros lo aprobó el 7 de enero y el rey lo sancionó el 8 de enero, promulgándose por Real cédula el 13 de enero de 1824.
Si bien la Policía General del Reino nació esperando que permaneciera y fuera de ámbito estatal, fracasó. ¿Por qué? No consiguió ninguna de las dos cosas. No se consiguió que se desplegara en todo el territorio nacional, ni se prolongó en el tiempo. Uno de los principales motivos es que, en su origen, se pensaba en ella como una policía política y secreta, más que en una policía de seguridad y para garantizar el bien público. Que la intención era ser una policía política y secreta queda claro en la Real Cédula…
«Entre las atenciones que al verme restituido a la plenitud de los derechos legítimos de mi soberanía, reclaman con urgencia mi paternal solicitud, he considerado como una de las más importantes el arreglo de la Policía de mis Reinos, la cual debe hacerme conocer la opinión y las necesidades de mis pueblos, e indicarme los medos de reprimir el espíritu de sedición, de extirpar los elementos de discordia, y de desobstruir todos los manantiales de prosperidad».
Las funciones de la Policía de 1824
La Policía General del reino, a parte de lo dicho, tenía toda una serie de atribuciones privativas. ¿Cuáles? Crear padrones de los ciudadanos, donde se reflejarían la edad, sexo, estado, profesión y naturaleza. Expedir y visar los pasaportes. Expedir permisos para la venta ambulante. Expedir los permisos para ejercer profesiones en las calles o plazas. Expedir licencias para abrir fondas, posadas, tabernas… Expedir permisos para el uso de armas. Expedir licencias para cazar. Encargarse del cobro de multas. Llevar un registro de coches, tartanas y calesas.
También tenían toda una serie de atribuciones acumulativas. Todas ellas eran represivas contra la ciudadanía. Como vigilar a las personas que no tuvieran trabajo o vivieran en la calle; llevar ante la justicia a gitanos sin domicilio, mendigos y prófugos; vigilar la entrada de personas por las fronteras tanto terrestres como marítimas; requisar libros prohibidos; prohibir la circulación de periódicos, folletos o cualquier papel que atacara al rey o ridiculizara su gobierno; arrestar a los que profiriesen obscenidades, blasfemias o injurias contra el rey, perseguir a los ladrones; impedir cuadrillas o reuniones tumultuarias, perseguir asociaciones secretas; cuidar que no se perturbase el orden público; velar por la seguridad, salubridad y comodidad de cárceles, los hospicios o casas de expósitos; hacer cumplir las leyes sobre entierros y exhumaciones, cuidar los pesos y medidas; denunciar la corrupción; vigilar el cumplimiento de los serenos; y en definitiva, controlarlo todo teniendo en cuenta que nos encontramos en una monarquía absoluta.
Se uniformiza la seguridad pública
El 30 de septiembre de 1833, tras la muerte de Fernando VII, se reorganizó la Policía General de Reino, quedando establecida, definitivamente, el 30 de noviembre de 1833, gracias a Javier de Burgos. Sus funcionera eran «la vigilancia y seguridad de las personas y bienes, sujetando su acción al respecto a la propiedad y con diferencias atenciones y obsequios hacia las personas con quien tenga que tratar, desterrando los abusos, y asentando su acción en los preceptos legales».
Con posterioridad, a partir de 1852 las funciones del cuerpo se ampliaron a todo el país. También en ese año el Cuerpo de Protección y Seguridad establece una división básica en su organización: aquellos policías que fueran de paisano constituirían el Cuerpo de Vigilancia mientras que los policías uniformados constituirían el Cuerpo de Seguridad.
A partir de 1870, durante el Sexenio Revolucionario la sección de la policía encargada de la seguridad pública fue uniformizada y militarizada pasó a denominarse Cuerpo de Orden Público. Desde 1863 funcionaron en el seno de la policía los Facultativos forenses, especialistas de la medicina legal y forense que constituyeron una primitiva policía científica. Todo esto evolucionó, con el paso de los años, a nuestra actual Policía Nacional y también derivó en la creación de la Guardia Civil.