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Cora Pearl hacia 1860 por Eugène Disdéri. Colección del Museo del Teatro de Viena

Cora Pearl hacia 1860 por Eugène Disdéri. Colección del Museo del Teatro de Viena

Picotazos de historia

La alocada vida de la más extravagante cortesana en el París del siglo XIX

Para 1860 Cora Pearl es la reina de París, donde sus excesos son celebrados y sus fiestas anheladas y envidiadas

La segunda mitad del siglo XIX y principios del XX vio el nacimiento y desarrollo del movimiento feminista, el cual propugnaba la equiparación de derechos entre los hombres y las mujeres. Así se vieron notables casos de señoras que contribuyeron a ello con inteligencia y esfuerzo. Otras se aprovecharon de las ventajas que la naturaleza les había dado para compensar las desventajas que la sociedad las imponía.

En este último grupo destacan las cortesanas –las Cocotte– que, a un tiempo, fascinaban y escandalizaban. Capaces de llevar a la locura, la ruina y el suicidio, la femme fatale cuyo ascenso en la sociedad estaba marcado por el escándalo, los excesos, la pasión y la locura, era un cocktail de lo más tentador.

Del grupo de cortesanas famosas del siglo XIX me van a permitir que les presente a la señorita Eliza Emma Crouch (1836 – 1886). Fue hija del conocido compositor y violonchelista Frederick Crouch, en concreto Eliza fue uno de los veintisiete hijos reconocidos que el violonchelista dejó desperdigados por el mundo, y se educó en un internado de monjas en Francia. Al dejar el internado volvió a Londres donde se hizo amante de Robert Bignell, propietario de un conocido establecimiento de la calle Coventry dedicado a dar facilidades para los encuentros furtivos y galantes. Este lugar es el antecesor directo del denominado Trocadero de Londres.

Cora Pearl nació como Emma Élizabeth (Éliza) Crouch en Plymouth, Inglaterra, el 17 de diciembre de 1836

Cora Pearl nació como Emma Élizabeth (Éliza) Crouch en Plymouth, Inglaterra, el 17 de diciembre de 1836

Eliza, en compañía de Bignell, descubre el mundo del lujo y decide hacer carrera con el objetivo de alcanzar el nivel más alto. Cambia de nombre por el mucho más atractivo de Cora Pearl y se traslada a París, donde empezará a crear una cuidadosa red de contactos y de favores. El primero de sus grandes conquistas fue el joven Victor Masséna de veinticinco años, duque de Rivoli y futuro príncipe de Essling, a quien le sacará hasta los empaste de la boca. Le sigue el príncipe Achille Murat, una víctima de apenas diecisiete años de edad. Para 1860 Cora Pearl es la reina de París, donde sus excesos son celebrados y sus fiestas anheladas y envidiadas, son el marco para que Cora luzca la más exquisita desnudez.

Su lista de amantes, proveedores del dinero que ella gasta con indiferencia en las más enloquecidas extravagancias, crece: Guillermo, príncipe de Orange y heredero de la corona del los Países Bajos; Ludovico, duque de Grammont-Caderousse, a quien deja más pelado que el trasero de una mona; Carlos, duque de Morny y medio hermano del emperador Napoleón III ya que ambos eran hijos de Hortensia, la hija de Josefina e hijastra de Napoleón Bonaparte.

Carlos se mostró muy generoso con Cora, dando una protección especial a la señora que la animó a comprar un chateau en el campo, una villa en París, una cuadra en ambos sitios y unas cuentas de modistas, joyeros, etc. que harían palidecer al marajá de Kapurtala. Sin ninguna prudencia, Cora alternaba sus favores entre el duque de Morny y su primo José Carlos Pablo Napoleón, hijo de Jerónimo, hermano del gran corso. Esta divina locura duró hasta el año 1872.

Cora tiene treinta y siete años, su último amante es un joven millonario de veinticuatro años a quien la bella cocotte ha sorbido completamente el seso. Cora ha arruinado al joven e, inconscientemente, le ha llevado a la locura y a la desesperación. El 19 de diciembre de 1872, Alejandro Duval, pues tal es el nombre del joven en cuestión, va a casa de Cora con la intención de matarla. Este intento de asesinato, con posterior intento de suicidio, fue tan melodramático que inspiró a Emile Zola para la escena del suicidio de su novela Nana.

Los periódicos se hacen eco de la noticia y describen con delectación unos relatos de sexo, orgías, excesos de todo tipo y lujo cuyo epicentro es la ya no 'cocotte' si no 'pelandrusca' inglesa. El escándalo provoca que Cora sea expulsada de París y posteriormente de Francia, Londres, Mónaco y Niza. De la noche a la mañana la reina de París se convierte en una apestada a quien nadie quiere tratar.

Cora Pearl murió de cáncer de estómago en el número 8 de la rúe de Bassano de París, el 8 de julio de 1886. Olvidada y arruinada. En sus memorias, publicadas ese mismo año escribió: «Nunca he engañado a nadie porque nunca he pertenecido a nadie. Mi independencia era toda mi fortuna: no he conocido otra felicidad».

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