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Detalle del cuadro de Augusto Ferrer-Dalmau

Detalle del cuadro de Augusto Ferrer-DalmauAugusto Ferrer-Dalmau

Ferrer Dalmau pinta al cardenal Cisneros para la Sociedad de Condueños

Encargado al pintor historicista, el cuadro representa la Conquista de Orán en 1509

La Sociedad de Condueños de Alcalá de Henares, responsable de salvar y conservar el patrimonio artístico de la antigua Universidad de Alcalá, ha encargado al pintor de batallas Augusto Ferrer Dalmau un cuadro del fundador de la universidad, el cardenal Cisneros. En concreto, una escena de la conquista de Orán en 1509, para ser expuesto en la Sala Histórica de la Sociedad.

El cuadro, de grandes proporciones (2,5 metros de alto por 2 de ancho), está prácticamente finalizado y será presentado en Alcalá durante el verano. Antes de su ubicación definitiva en la Sala Histórica de la Sociedad de Condueños y en espera de su ampliación, permanecerá en el Colegio de San Ildefonso.

Ferrer Dalmau trabajando en la escena de la conquista de Orán en 1509

Ferrer Dalmau trabajando en la escena de la conquista de Orán en 1509Augusto Ferrer-Dalmau

«El mayor hombre de Estado que tuvo España»

A lo largo de su vida, Cisneros fue sacerdote, abogado, arcipreste, confesor de la reina Isabel, arzobispo de Toledo, Inquisidor General, regente de Castilla e impulsor de la Universidad de Alcalá. En palabras del hispanista Joseph Pérez fue «el mayor hombre de Estado que tuvo España».

Francisco (Gonzalo) Jiménez de Cisneros nació en la villa madrileña de Torrelaguna, en una familia de pequeños comerciantes. Comenzó sus estudios en Roa y Cuéllar, pasando más adelante a las aulas del Estudio General franciscano en Alcalá de Henares. Terminó sus estudios en Filosofía, Teología, Derecho Civil y Canónico en el Colegio Mayor de San Bartolomé en Salamanca y de allí pasó a Roma, donde fue ordenado sacerdote en torno a 1460 y donde ejerció de abogado.

Cuando regresó a Castilla «dispuesto a conquistar puestos y dinero», según detalla su entrada en el Diccionario Biográfico de la Real Academia de la Historia, consigue ser nombrado arcipreste de Uceda; algo que le enfrentaría con el arzobispo de Toledo y terminaría siete años en la cárcel: un tiempo que le purifica y le cambian «a un hombre que pasará por una etapa ascética cuando Mendoza le hizo vicario de Sigüenza», explicó Pedro Miguel Lamet, escritor y autor de una biografía novelada sobre Cisneros titulada El tercer rey.

Retrato del Cardenal Cisneros en el Paraninfo de San Bernardo de la Universidad Complutense de Madrid

Retrato del Cardenal Cisneros en el Paraninfo de San Bernardo de la Universidad Complutense de Madrid

Según indicó José Luis Gonzalo Sánchez-Molero en el programa de historia de Onda Cero Mas de uno, el cardenal Cisneros fue «un político a la fuerza» pues lo que realmente quería era hacer una carrera eclesiástica ya que era el segundo de su familia y tenía que ayuda económicamente, pero «su carrera política viene impuesta por el cardenal Mendoza, que es quien le nombra vicario en Sigüenza y, tras esa etapa, le recomienda a Isabel la Católica como su confesor».

Sánchez-Molero continúa explicando que Cisneros puso como condición no vivir en la Corte, pues no quería ser «ese tipo de eclesiástico corrupto, que es más político que otra cosa». Y en 1495 por bula pontificia de Alejandro VI, Cisneros era declarado arzobispo de Toledo por designio personal de la reina Isabel con la idea de la Reforma de la Iglesia: «Creyó tener a la vista el reformador de la Iglesia», indica la Real Academia de la Historia.

Aunque Cisneros se resistió a esta decisión, acometió su carrera con honradez política y personal. Poco a poco fue viendo y convenciéndose de que «Dios le había puesto ahí», comentó el historiador en el programa de Onda Cero. Se esforzó por reformar el clero y la vida pastoral, tratando de que ésta fuera lo más austera, devota y piadosa posible.

Dada sus responsabilidades acumuladas como confesor de la reina Isabel, arzobispo de Toledo y provincial de Castilla de los franciscanos, Cisneros impulsó el envío de misioneros a las Indias para evangelizar el Nuevo Mundo. Le quedaría encomendado una tarea más. Los nobles acordaron formar un Consejo de Regencia interina para gobernar provisionalmente el reino presidido por Cisneros en vísperas de la muerte de Felipe de Habsburgo, esposo de Juana, quien heredó el reino de Castilla tras morir los Reyes Católicos.

En definitiva, Cisneros fue un hombre de grandes contrastes, pero en el que predominaba la autenticidad y la honradez. «Realmente buscaba el bien del pueblo», resaltó Lamet.

Conquista de Orán

La conquista de Orán fue un proyecto personal del cardenal Cisneros como último servicio a Isabel la Católica y a su deseo de no cesar en la conquista de África, según dejó escrito en su testamento. Cisneros ideó y financió la expedición con sus rentas personales y contó con el apoyo de Fernando el Católico. Su objetivo era tomar la ciudad argelina de Orán que se había convertido en el refugio de los moriscos que asolaban el Mediterráneo.

Con su conquista conseguirían ir expandiéndose poco a poco por África lo que implicaría el desmantelamiento de los principales puertos y enclaves del Mediterráneo así como el establecimiento de un cordón de seguridad, de forma que las futuras hostilidades con los musulmanes se restringiesen a sus propias costas.

La ciudad argelina no pudo resistir el asedio y acabó cediendo al ataque español. Al día siguiente, Cisneros entraba de forma triunfal a Orán, escena que ha escogido Ferrer Dalmau para representar.

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