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El Colisseo Romano repleto de agua para la batalla naval

El Colisseo Romano repleto de agua para la batalla naval

Así eran realmente las naumaquias o combates navales que aparecen en 'Gladiator 2'

​Barcos y tiburones… ¿en el Coliseo? El avance de la nueva película dirigida por Ridley Scott han llamado la atención por su representación de estas batallas navales que fueron tan laboriosas y costosas para la antigua Roma

La pasada semana se estrenó el tráiler de la secuela de Gladiator, dirigida por Ridley Scott, que llegará a los cines españoles el próximo mes de noviembre. Mucho ha llamado la atención el tráiler, no solo por ser la segunda parte de la mítica Gladiator, la oscarizada película de Scott protagonizada por un jovencísimo Russell Crowe –ahora metido a exorcista–, que ha marcado indeleblemente la imagen que toda una generación tiene de la antigua Roma.

También ha llamado poderosamente la atención por un detalle en particular: entre los segundos 0:31 y 0:43 del tráiler se representa lo que los romanos conocían como una naumachia (término adoptado directamente del griego ναυμαχία por los romano, y que significa «combate naval»), o al menos lo que Scott cree que estos combates eran. El director británico lo tiene claro: el Anfiteatro Flavio se convertía en un mar –en el que pueden verse incluso «peces de presa» que un ojo no especialista en escualos, como el de quien escribe, se atreve a aventurar que son tiburones– donde los gladiadores remarían y lucharían en las cubiertas de las embarcaciones, para regocijo de los asistentes al espectáculo. ¿Qué podemos decir acerca de la verosimilitud de todo esto?

Lo primero que hay que señalar es que de entre todos los ludi o juegos organizados en la antigua Roma, las naumaquias eran los espectáculos más extraordinarios de todos, y, por tanto, los que menos rastro informativo han dejado en las fuentes. La razón es obvia: eran espectáculos terriblemente costosos de organizar y llevar a cabo, además de lo incierto de los resultados. Las naumaquias se enmarcan en la categoría más amplia de representaciones de batallas históricas como espectáculo, una costumbre introducida relativamente tarde (siglo I a.C.) en los juegos romanos si se las compara con las venationes (cacerías y luchas contra fieras) o munera gladiatoria (combates de gladiadores).

Quienes parece claro que primero apostaron por estos espectáculos fueron Julio César y su hijo adoptivo, Octavio Augusto. Ambos, de hecho, no sólo organizaron batallas históricas en los juegos, sino también, de manera concreta, naumaquias. Ahora bien, poco se dice de ellas, más allá del número de participantes y que tenían lugar en lagos artificiales.

En el caso de la naumaquia organizada por Augusto el 2 a.C. para celebrar la inauguración del templo de Mars Ultor (Marte Vengador), en su Res Gestae Augusto hacía constar que preparó un lugar ad hoc junto al Tíber donde «lucharon treinta barcos con rostra [espolones], ya sea trirremes o birremes, junto con un gran número de barcos más pequeños. En estos barcos había alrededor de 3.000 combatientes, además de los remeros» (RG 23). Así pues, parece que se distinguía entre remeros y luchadores. Primer punto que podríamos destacar como históricamente erróneo del tráiler, donde se aprecian gladiadores remando y luchando a un tiempo.

Uno de los autores que más información aporta sobre las naumaquias en Roma, y posiblemente quien más ha influido en el imaginario moderno, ha sido Dión Casio, que vivió tanto la época final de los Antoninos (Marco Aurelio y Cómodo) como la época de los Severos, esta última en la que se enmarca Gladiator 2, durante el gobierno conjunto de Caracalla y Geta (entre el 209-211 d.C.).

Dión Casio, de rango senatorial, cuenta –coincidiendo con el historiador Suetonio– que fue el último emperador Flavio Domiciano en la década de los 80 del siglo I d.C. el primer emperador en organizar una naumaquia en el Coliseo –con motivo de su inauguración–, edificación que, según Dión, llegó a inundar. Cómo pudo inundarse el Anfiteatro Flavio es una cuestión sumamente oscura y aún sujeta a debate entre los investigadores.

La especialista Alison Futrell, en un volumen básico que recopila las principales fuentes sobre los juegos en Roma, titulado The Roman Games: a sourcebook (2006), se preguntaba: «¿había un 'hypogaeum' [hipogeo] o depósito de agua bajo el suelo de la arena en la fase original del Coliseo? ¿Qué profundidad tenía este depósito? ¿Podría haber alojado a un gran número de hombres en embarcaciones de relativo escaso calado? ¿Podría haberse drenado (y de ser así, cómo)? ¿O quizás permitir que el suelo de la arena volviera a su lugar mientras todavía había agua?». Muchos interrogantes a los que no es fácil dar respuesta.

La naumaquia (combate naval entre romanos) de Ulpiano Checa

La naumaquia (combate naval entre romanos) de Ulpiano Checa

No han faltado investigadores que, vadeando la complejidad de la cuestión, han querido salirse por la tangente, y han concluido que los «combates navales» no eran propiamente acuáticos. Han sugerido que las naumaquias serían en seco, contando con reglas especiales que arrojaran una idea aproximada de combates navales. Cosa que, por otra parte, entra en conflicto con los testimonios de la Res Gestae, Suetonio y Dión Casio. El historiador Suetonio, autor de la obra Vidas de los doce césares, afirma que tanto Tito como Domiciano habrían organizado para el pueblo de Roma grandes naumaquias en un lago artificial, que luego sería drenado para convertirse en arena donde organizar «nuevas luchas de gladiadores y una venatio» (Suet. Tito, 7), así como «en el anfiteatro» (Suet. Dom. 4), seguramente refiriéndose al Flavio, en línea con Dión Casio.

Algunos autores modernos han señalado que sí habría agua en la arena, pero que sería meramente ornamental, como en una obra de teatro, para situar al espectador en el marco geográfico en el que se desarrollaría el combate, pero que sería una batalla de infantería al uso. De nuevo, las fuentes literarias no se alinean con estas teorías. De hecho, el dato objetivo de que las naumaquias aparezcan tan escasamente en las fuentes literarias (se conoce una decena con certeza desde el siglo I a.C. hasta el siglo III d.C.) es un claro indicador del ingente esfuerzo humano, económico y logístico que exigía este tipo de espectáculo. Si el agua hubiera sido un mero elemento ornamental, o si no hubiera estado siquiera, las naumaquias podrían haber sido más comunes. Por otra parte, que sólo aparezcan los emperadores en las fuentes como editores (organizadores) de naumaquias refuerza la idea de lo prohibitivo de estos espectáculos.

La Naumaquia en el Coliseo de Roma

La Naumaquia en el Coliseo de Roma

Y luego está la cuestión de los tiburones. O, dado que no se distingue bien la tipología del animal, digamos «peces de presa». Sobre esto no se encuentra rastro alguno en las fuentes. Según Dion Casio, en los juegos organizados por Augusto el 2 a.C., se dejó entrar agua en el Circo Flaminio y se dio caza a 36 cocodrilos. También pisó la arena algún hipopótamo (aunque sin agua), e incluso se emplearon caballos y toros amaestrados para moverse por el agua según Dión Casio. Pero de tiburones ni una palabra. Lo sentimos por los amantes de películas como Tiburón (1975) y Deep Blue Sea (1999), o de la mítica serie de animación de los noventa Street Sharks.

La última naumaquia de la que se tiene noticia habría tenido lugar en el 248 d.C., tres décadas después de Caracalla, organizada por el emperador Filipo el Árabe con motivo de la celebración del milenario (décimo saeculum) de la fundación de Roma. Teniendo en cuenta los testimonios que han llegado hasta nosotros, sería bastante miope negar que hubo naumaquias en la antigua Roma, pero eso sí, serían muy distintas a lo que nos mostrará Gladiator 2.

Estas contendrían agua, y embarcaciones sobre las que muchos hombres lucharían y morirían, pero lo más probable es que la mayoría tuvieran lugar en lagos (naturales o artificiales) o en construcciones junto al Tíber alimentadas por sus aguas. Incluso en Ostia, el cercano puerto de Roma. Las naumaquias fueron espectáculos sumamente excepcionales por su altísimo coste en recursos económicos y logísticos (varias generaciones de romanos vivirían su vida sin presenciar una), aunque destacó la segunda mitad del siglo I d.C. como la que más naumaquias registró, lo que nos habla del poder romano en este periodo.

Y dentro de la excepcionalidad que comportaba una naumaquia, la celebración de esta en los anfiteatros sería un acontecimiento extraordinariamente insólito. El grado de probabilidad de la escena que nos muestra el tráiler de Gladiator 2, pues, es mínima, pero que ello no nos impida disfrutar de una película que une en cartel dos nombres como los de Denzel Washington y Pedro Pascal.

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