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Tropas soviéticas del Frente de Voronezh contraatacando detrás de tanques T-34 en Prokhorovka, 12 de julio de 1943.

Tropas soviéticas del Frente de Voronezh contraatacando detrás de tanques T-34 en Prokhorovka, 12 de julio de 1943Wikimedia Commons

Ni Stalingrado, ni Normandía: la batalla que puso en jaque al Ejército alemán en la Segunda Guerra Mundial

La campaña ucraniana en Kursk puede constituir un hito crucial que cambie los designios de la actual guerra, según algunos analistas. 81 años atrás, la misma ciudad fue testigo de otra batalla que ciertamente cambió el curso de la historia

Hace unos días el Ejército ucraniano realizó una incursión en el óblast de Kursk, logrando una evidente sorpresa operacional. La invasión de esta región rusa dio comienzo en la mañana del 6 de agosto, aunque, como es lógico, no se sabe el grado de penetración alcanzado. Tres días más tarde las Fuerzas Armadas de Rusia contraatacaron frenando la ofensiva.

Muy probablemente el objetivo de Ucrania no es la ocupación de territorio ruso. Se trataría de un golpe de efecto. Pero además, la operación militar ha permitido a las fuerzas ucranianas tomar, al menos temporalmente, la iniciativa en el campo de batalla.

Sin embargo, algunos analistas afirman que la campaña ucraniana en Kursk puede constituir un hito crucial que cambie los designios de la actual guerra. Aunque sólo el tiempo resolverá esta cuestión, coincidentemente, la misma región fue testigo hace 81 años de una batalla que ciertamente cambió el curso de la historia.

Kursk en 1943, ¿la historia se repite?

En febrero de 1943 había concluido la batalla de Stalingrado con una humillante derrota alemana frente al Ejército Rojo. El Tercer Reich perdió su 6.º Ejército, el mejor de los que disponía y con el que Hitler se vanagloriaba de que podía asaltar los cielos. El 4.º Ejército Panzer resultó también destruido. Entre muertos, heridos, desaparecidos y prisioneros, se estima que la Wehrmacht tuvo más de 400.000 bajas en sus filas. Además, los alemanes perdieron 900 aviones, así como 500 carros de combate y 6.000 piezas de artillería. Una auténtica debacle. Hitler, en su línea paranoica, acusó al mariscal de campo Friedrich Paulus de traidor.

En un intento por recuperar la iniciativa en el frente oriental, los alemanes planificaron un ataque sorpresa contra el saliente soviético alrededor de la ciudad de Kursk, capital del óblast homónimo. Se trataba de una protuberancia en la línea del frente que se adentraba unos 150 kilómetros en las líneas alemanas, con una extensión norte-sur de cerca de 250 kilómetros. Se pretendía, fundamentalmente, hacer una rectificación de línea.

Granaderos Panzer junto a un Tiger I de la 2.ª División SS Das Reich, durante los combates

Granaderos Panzer junto a un Tiger I de la 2.ª División SS Das Reich, durante los combatesBundesarchiv

En una operación militar de manual, se decidió llevar a cabo un ataque simultáneo desde el norte y el sur del saliente para rodear y posteriormente destruir a las fuerzas soviéticas que habrían resultado embolsadas. Los alemanes emplearían la táctica militar que había deslumbrado al mundo entero: la guerra relámpago (blitzkrieg). Su aplicación crearía un fuerte impacto psicológico en las fuerzas enemigas y la consiguiente desorganización mediante el empleo de la sorpresa y la velocidad. A ello se sumaría una superioridad en material y la concentración de una enorme potencia de fuego en una zona muy limitada del frente. Por ello, la participación de fuerzas blindadas y acorazadas era una pieza clave del plan.

La que se denominó operación Ciudadela (Zitadelle en alemán) había sido diseñada por el mariscal de campo Erich von Manstein.

Desarrollo de los acontecimientos

Al amanecer del 5 de julio de 1943 cincuenta divisiones alemanas, dos brigadas de carros de combate, tres batallones Panzer y ocho divisiones de asalto de artillería, se lanzaron al asalto. Las fuerzas atacantes totalizaban 2.700 carros de combate Panzer y Tiger, unos 2.000 aviones y 900.000 hombres. El Ejército Rojo opuso 3.600 carros de combate, 2.800 aviones y 1,3 millones de soldados.

Formación de obuses autorpropulsados alemanes Wespe, preparados para abrir fuego

Formación de obuses autorpropulsados alemanes Wespe, preparados para abrir fuegoBundesarchiv

Como es normal, la ofensiva comenzó con un bombardeo artillero seguido por el ataque de la infantería apoyado por la Luftwaffe. Sin embargo, la Wehrmacht pronto se dio cuenta de que los soviéticos, previendo el ataque alemán, habían retirado sus fuerzas principales de unas posiciones dentro del saliente que se encontraban claramente amenazadas. De hecho, el Ejército Rojo había diseñado una muy efectiva defensa en profundidad. Así las cosas, los alemanes sólo fueron capaces de avanzar unos diez kilómetros en el norte y algo más de treinta en el sur. Las pérdidas de carros de combate y blindados fueron muy significativas.

El punto álgido de la batalla se alcanzaría el 12 de julio, momento en el que los soviéticos desencadenaron un feroz contraataque. Los días previos habían acumulado numerosas tropas y carros de combate que lanzaron con furia contra el Ejército alemán.

Dos Panzer IV destruidos en Kursk

Dos Panzer IV destruidos en Kursk

Los soviéticos entraron en la ciudad de Oriol el 4 de agosto y dos semanas después el Ejército alemán tomó posiciones defensivas al este de Briansk. En ese momento los alemanes habían perdido 30 de sus 50 divisiones, alcanzando el medio millón de bajas entre muertos, heridos y desaparecidos en combate. El Ejército Rojo entró en Járkov el 23 de agosto, día en el que concluyó la batalla con la derrota de la Wehrmacht. Desde ese momento Alemania pasó a la defensiva y nunca pudo recuperar la iniciativa. El sueño de Hitler de conquistar Rusia había terminado definitivamente. ¿Estamos 81 años después asistiendo a una segunda batalla de Kursk?

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