Picotazos de historia
Sigrid de Polonia, una verdadera mujer y reina de armas tomar
Hasta el día de hoy la suma de las propiedades de los reyes daneses en Suecia se llama Sighridlef (el legado o herencia de Sigrid)
Según la crónica de Gallus Anonymus (siglo XI) Popel II (último príncipe de la legendaria dinastía de los Popelidas de Polonia) dio una gran fiesta con motivo de la tonsura de dos de sus hijos. Durante los festejos se presentaron dos desconocidos a quienes nadie había invitado y que fueron puestos de patitas en la calle, como es costumbre hacer con los invitados no deseados.
Los dos desconocidos acabaron encontrando hospitalidad y acomodo en casa de un labriego que vivía a las afueras de la ciudad. El nombre del labriego era Piast y el de su esposa Zhepinkha (en polaco significa Nabo). Los dos desconocidos abandonaron la casa después de dar una bendición especial a Piast y a su familia, vaticinando que la abundancia jamás faltaría en su despensa. Desde ese día la riqueza se derramó sobre el labriego, en tal medida que sus vecinos decidieron que Piast sería una versión muy mejorada en comparación con Popel II. Así que se encargaron de que este fuera el último de su dinastía y eligieron a Piast como nuevo príncipe.
De quien sí tenemos certeza histórica es de la existencia de Miecislao I (935 – 992 d.C.), primer príncipe conocido y documentado de Polonia. Por supuesto, todas las crónicas de entonces, y las de después, le hacen descender del mítico Piast y por ello, sus descendientes serán conocidos como los Piastas. Su hijo y heredero fue Boleslao I el Bravo, quien engrandecería los ducados polacos dándoles entidad de un estado de primer orden en Europa al adquirir los territorios de Gdansk, Cracovia, Silesia, Moravia, la Rutenia Roja, Meissen y Bohemia. En segundas nupcias casó con una hermana del santo rey Esteban I de Hungría.
Miecislao I tuvo una hija a la que conocemos en Polonia como Swietoslawa, Gunhilda entre los alemanes y Sigrid Storráda (Sigrid la Altiva u Orgullosa) entre los escandinavos. A los diez años, su padre la destinó para casarse con el rey de Suecia Erik el Victorioso, con quien tuvo a Olaf, a quien llamaron «el rey de los tributos» por su obsesión (más bien necesidad) de cobrar los impuestos entre sus súbditos.
Erik se acabó divorciando de Sigrid, quien le montó tal follón al sueco que éste no dudó en entregarle en compensación la llamada Gothaland (región histórica de Suecia situada entre los lagos Vattem y Vanem, cuna de los godos). Pero Sigrid era mucha mujer y no le faltaron pretendientes, de tal forma que en poco tiempo la encontramos como reina de Dinamarca y futura reina de Noruega por su matrimonio con Sven Barba Partida (Tueskaeg en versión original) Haraldsson.
La saga de Yngvars (saga del siglo XII escrita por Oddr Snorrasson) dice de ella que «...era la mujer más pendenciera que jamás haya existido». El gran recopilador de sagas Snorri Sturlugsson, al hablar de Erik el Victorioso, da dos orígenes distintos a Sigrid y la hace hija del caudillo sueco Sklogar Taste y de Borelav de los Wendos; pero eso da igual.
Mientras estuvo soltera, Sigrid fue cortejada por varios príncipes. Uno de ellos fue Olaf Tryggvasson, quien era rey en Noruega. Olaf pidió la mano de Sigrid pero le exigió que renunciara a los antiguos dioses y se bautizara. «No pienso cambiar mis dioses por tu dios, pero nada me importa a quien adore cada cual», dijo ella. Olaf se ofendió con a respuesta y la abofeteo con su guante. La ex reina le respondió con gelidez: «Bien pudiera ser que este acto te cueste la vida». Y lo despidió de su presencia.
Harta de tanto moscón alrededor de ella, a pesar de estar comprometida con el rey de Dinamarca, decidió cortar por lo sano y ordenó que quemaran vivo al más pesado de ellos: Harald Grenske, padre del futuro san Olaf. Después de eso, desaparecieron los moscones.
Sigrid casó con Sven Barba Partida, entonces rey de Dinamarca, y organizó que su nuevo marido y su hijo Olaf, rey de Suecia, hicieran una alianza para conquistar y repartirse Noruega. Olaf Tryggvasson fue derrotado en la batalla de Svolder (septiembre de 999 ó 1000) y se cree que se arrojó al mar desde la proa de su barco Gran Serpiente (el mayor langskip, barco largo o de guerra, jamás construido) para evitar caer prisionero de la mujer que buscó su desgracia. Su reino fue repartido entre el hijo y el marido de la reina Sigrid.
Hasta el día de hoy la suma de las propiedades de los reyes daneses en Suecia se llama Sighridlef (el legado o herencia de Sigrid). Esto es una mujer empoderada, lo demás leches y habas.