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Ilustración del Juicio del Cadáver pintado por Jean-Paul Laurens. El Papa Formoso y Esteban VI

Ilustración del Juicio del Cadáver pintado por Jean-Paul Laurens. «El Papa Formoso y Esteban V»I

Picotazos de historia

El 'Concilio Cadavérico', el macabro juicio a un Papa por tomar partido en las disputas por el trono

El Papa se encontraba entre Lamberto y Arnulfo, los dos eran demasiado fuertes y con los dos tenía que lidiar para sobrevivir

Finales del siglo IX, la península italiana está dividida en un mosaico de estados entre los que se incluye el Patrimonio de Pedro, creado poco más de un siglo antes por Pipino el Breve de Francia. El padre de Carlomagno.

Se trató del pago por legitimar su golpe de Estado contra la dinastía merovingia y la usurpación de la corona. Por su parte, el papado, encontró en Pipino y su descendencia unos adalides de su causa. Ahora el problema era que esa descendencia se había multiplicado demasiado y todos ansiaban la codiciada corona imperial, presionando al Papa de una forma u otra.

El 6 de octubre de 891 fue elegido nuevo Papa Formoso I, gracias al apoyo de la facción progermana que apoyaba a Arnulfo de Carintia, rey de los Francos Orientales (parte germánica del disuelto imperio de Carlomagno). Durante su pontificado Formoso se enemistó con los vecinos duques de Spoleto –primero Guido II, después su hijo Lamberto II– a quienes en un momento dado se vio obligado a apoyar e, incluso, coronar emperador en el caso de Guido. No duró mucho. El Papa se encontraba como la pulga entre el norte y el sur, los dos eran demasiado fuertes y con los dos tenía que lidiar para sobrevivir.

Formoso. Retrato grabado por Cavallieri realizado en 1588

Formoso. Retrato grabado por Cavallieri realizado en 1588Wikimedia Commons

A la muerte de Guido, su hijo Lamberto exigió ser coronado emperador, por lo que presionó política y militarmente a Formoso. El Papa se volvió buscando ayuda a la facción alemana, con la que siempre se había llevado mejor, pero que, lamentablemente, estaba demasiado lejos. Ofreció la corona imperial a Arnulfo que reaccionó como un perro hambriento ante un suculento hueso. En tiempo récord, Arnulfo levantó tropas y cruzó los siempre peligrosos pasos de los Alpes, camino del sur, en otoño de 895.

A Lamberto, la acción de Formoso le sentó como una bofetada en la cara, por lo que decidió atrincherarse en Spoleto y hacer ahí frente al enemigo. La madre de Lamberto —la feroz Ageltruda, hija del duque de Benevento— que estaba en Roma, organizó revueltas en favor de su hijo y consiguió capturar al Papa. Para evitar que se escapara lo mandó encerrar en la más segura de las celdas de las mazmorras de Castel Sant Angelo, mientras la señora organizaba la defensa tras las murallas Leoninas (línea de fortificación construida por el Papa León IV para proteger la colina vaticana y la Basílica de San Pedro).

Pero poco pudieron hacer las milicias de ciudadanos contra las tropas de profesionales que respaldaban los derechos de Arnulfo. El alemán tomó Roma y liberó a un agradecido Papa Formoso que había envejecido años en pocos días. Ageltruda consiguió huir a Spoleto, evitando la captura por muy poco.

Durante ese mes de febrero, el Papa coronó emperador a Arnulfo. Enterados de la noticia la duquesa Ageltruda —muy en línea con la historia clásica de la vida del general Aníbal Barca— obligó a su hijo a jurar odio eterno al Papa Formoso y la verdad es que Lamberto no se resistió mucho.

Arnulfo solo paró unos pocos días en Roma, la coronación exigía una celebración por parte de las tropas que le acompañaban, pero él no quería perder tiempo ni la iniciativa, que estaba de su lado. Hubo vino, comida y se repartieron dádivas pero durante breve tiempo. Solucionados todos los engorros sociales de su nuevo estatus, Arnulfo continuó con su campaña militar y se encaminó hacia el ducado de Spoleto. Será en marzo, frente a las murallas de la capital de su acorralado enemigo, que la historia dio un vuelco. Arnulfo sufrió un derrame cerebral, ictus, paralis… Llámenle como quieran, pero viéndose en tal estado, el pobre se acobardó. Levantó el sitio de la ciudad y dio orden de volver a la lejana Baviera dejando al Papa Formoso a merced de sus enemigos.

Las revueltas a favor de Spoleto estallaron por toda Roma. Ya se pueden imaginar la mano que estaba detrás de ello. En este punto la historia se vuelve confusa. Lo que no ofrece duda es que Formoso I falleció el 4 de abril de ese año. Posiblemente envenenado, pero no hay la certeza. Con su muerte quedaba vacante la Silla de San Pedro que sería rápidamente ocupada por Esteban VI, un fiel seguidor y marioneta de los intereses del duque Lamberto.

Este Papa, para satisfacer los deseos de venganza de Ageltruda y su retoño, ordenó que sacaran el cadáver de Formoso de su tumba, que fuera juzgado en una ridícula parodia de juicio y condenado. Esta siniestra y macabra representación, que marcaría uno de los momentos de mayor indignidad de la historia del papado, pasará a la historia con el nombre de El Concilio Cadavérico. Tema digno de picotazo aparte. Queden ustedes con Dios.

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