El Arma de Caballería honra a don Alonso Pita da Veiga, héroe de Pavía que hizo prisionero al Rey de Francia
Durante la batalla de Pavía, don Alonso Pita da Veiga rescató la bandera con la Cruz de Borgoña de manos francesas e hizo prisionero a Francisco I, Rey de Francia
La batalla de Pavía, el 24 de febrero de 1525, fue uno de los hechos más gloriosos de la historia militar española, además de uno de los mayores triunfos del emperador Carlos V.
En esa batalla entre las tropas francesas y españolas en el contexto de las disputas territoriales en Italia entre la monarquía francesa y la hispánica, las tropas del emperador Carlos lograron una victoria decisiva que permitieron a España consolidar sus posesiones en la península itálica.
Sin embargo, el hecho más reseñable, o al menos por el que más se conoce la batalla, es la captura del Rey de Francia, Francisco I, que tras su derrota permanecería prisionero –en jaula de oro, pero prisionero, al fin y al cabo– en Madrid hasta su liberación en 1526 tras la firma del Tratado de Madrid.
Lo que poca gente conoce es que el gran protagonista de aquella heroica gesta fue un hidalgo gallego a las órdenes de Carlos V nacido en Ferrol en 1485, don Alonso Pita da Veiga, señor del Coto de Villacornelle (Narón).
La historia de Pita da Veiga en la batalla de Pavía destaca por su gallardía, audacia y valor propios de los soldados españoles de los siglos XVI y XVII.
Según se lee en la biografía a él dedicada en la Real Academia de la Historia, don Alonso tuvo una participación activa en la batalla de Pavía, y su actuación fue esencial para romper el cerco que las tropas francesas de Francisco I mantenían sobre la sitiada ciudad italiana.
Pavía, defendida por algo más de 6.000 soldados de las tropas del emperador Carlos V, se convirtió en objetivo del Rey francés tras la derrota de sus tropas mercenarias en la batalla de Bicoca el 27 de abril de 1522.
Pavía parecía un objetivo fácil de tomar para los franceses de forma que las tropas imperiales sufrieran un descalabro que forzara su salida del norte de la península itálica.
En 1524 Francisco I se puso al frente de sus tropas al otro lado de los Alpes con un objetivo: tomar Milán e incorporar el Milanesado a la corona francesa. Las fuerzas de Carlos V, esencialmente españoles y alemanes, se hicieron fuertes en Pavía, que fue sometida a asedio por un ejército de aproximadamente 30.000 combatientes.
En enero de 1525 la situación era extremadamente delicadas para los sitiados. Hasta que llegaron los refuerzos de Carlos V el 24 de febrero de 1525. Se desató entonces una cruenta batalla en la que don Alonso Pita da Veiga, quien ya había tomado parte en la batalla de Bicoca, tuvo un papel protagonista.
El caballero ferrolano destacó en un primer hecho heroico que evitó un golpe moral a las tropas españolas, y es que en un acto de particular bizarría, recuperó de manos francesas el estandarte del Serenísimo Infante don Fernando, hermano de Carlos V.
El estandarte llevaba bordada la insignia del Ducado de Borgoña, es decir, el aspa de San Andrés roja sobre fondo blanco. Con arrojo y valentía, don Alonso enarboló la bandera con la cruz de Borgoña como símbolo de las tropas del monarca español, insuflando nuevos ánimos a los soldados de Carlos V.
Sin embargo, su gran hecho de armas fue la captura del Rey francés. Junto con otros dos soldados españoles, el vasco Juan de Urbieta y el granadino Diego Dávila, cercaron al monarca sin saber su identidad.
Únicamente los lujosos vestidos de aquel caballero enemigo lo identificaron como una valiosa presa, y por eso se dirigieron a él. Derribado el monarca de su caballo, don Alonso cogió al monarca de la manopla izquierda de su arnés, y le arrebató del cuello una banda de brocado que llevaba sobre las armas.
De la banda destacaban cuatro cruces de tela de plata, la insignia de San Miguel y un crucifijo de la Vera Cruz. Fue entonces cuando el caballero francés derribado tuvo una reacción que llamó la atención de don Alonso, y le llevó a concluir que no se trataba de un simple caballero.
El francés, con arrogancia, reclamó a sus captores que le devolvieran la cruz, pues había pertenecido a Carlomagno y él la había recibido como símbolo de sus derechos dinásticos en el momento de ser coronado Rey.
Don Alonso y sus compañeros no salían de su asombro: ¿Al ser coronado Rey? ¿Quién era aquel extraño personaje? Pronto salieron de dudas, y es que Francisco I reveló inmediatamente su identidad y exigió que se respetara su vida, pues él era el Rey de Francia.
Obviamente, don Alonso, consciente de la alta dignidad de su prisionero, actuó en consecuencia respetando la calidad del Rey de Francia que, en ningún momento fue tratado como prisionero, sino como «invitado» de Carlos V, y así viviría durante su cautiverio en España.
Don Alonso, por su parte, fue premiado por el emperador con el privilegio de un nuevo escudo de armas para él y sus descendientes donde quedaron reflejados los atributos propios de su hazaña en Pavía.
Pita da Veiga falleció en Pontedeume en 1554 y lo cierto es que ni siquiera en su Ferrol natal se ha recordado como se debe al héroe gallego de Pavía.
Con todo, ese olvido se está corrigiendo. El pintor Augusto Ferrer-Dalmau le dedicó un cuadro en el que aparece retratado a caballo tras rescatar el estandarte del Infante don Fernando.
Ahora, el Arma de Caballería rendirá homenaje al hidalgo ferrolano con la inauguración de una placa en su memoria en su ciudad natal, en Ferrol.
La placa, instalada en la Parroquia Castrense de San Francisco, situada en la plaza de Juan Sebastián Elcano de Ferrol, se presentará el martes 29 de octubre a las 12:00.
En ella se recuerda que en dicho lugar, «junto a las gradas del altar mayor de la iglesia vieja del desaparecido convento de San Francisco, recibió sepultura el héroe de Pavía Alonso Pita da Veiga».
Al igual que sucedió con la tumba del Gran Capitán Gonzalo Fernández de Córdoba, la sepultura de don Alonso Pita da Veiga sufrió la profanación de las tropas de Napoleón durante la Guerra de Independencia.
Así trataban de borrar la humillación sufrida por las tropas francesas a manos de las españolas durante las guerras italianas. Lo que nunca lograron borrar los franceses fue la memoria de las gestas de unos hombres, caballeros, hidalgos o soldados, cuya bravura y arrojo hicieron de España la potencia hegemónica de la Europa del Renacimiento.