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Inundaciones de Bilbao 1983

Inundaciones de Bilbao 1983Redes Sociales

DANA de Valencia

Felipe González mandó 10.000 soldados a Bilbao por la riada de 1983 en apenas 72 horas, más del doble que Sánchez

En las primeras 48 horas, se habían movilizado sobre las zonas afectadas del País Vasco a 2.000 hombres, 200 vehículos y 50 máquinas pesadas

La inacción política ante la catástrofe que estos últimos días ha asolado la Comunidad Valencia y el sur de Castilla-La Mancha a causa de la DANA pone de relieve la gran diferencia con la inmediata reacción ante las inundaciones de Bilbao de 1983 en las que en 48 horas, el Ejército había movilizado sobre las zonas afectadas del País Vasco a 2.000 hombres, 200 vehículos y 50 máquinas pesadas y en 72, la cifra se elevó a 10.000 efectivos, según los datos que recogió el periódico El Correo en aquel entonces.

Han pasado 41 años de aquel desastre natural en el que cayeron las lluvias más intensas de la historia del País Vasco, superando en algunos puntos los 500 mm y provocando el desbordamiento del río Nervión durante la Semana Grande de Bilbao, ciudad que concentró gran parte de los daños. Pero hubo hasta 105 municipios que se vieron gravemente afectados por las riadas, siendo declaradas «zona catastrófica».

Felipe González llevaba apenas seis meses en Moncloa. En la foto aparece junto al lendakari de entonces, Carlos Garaikoetxea

Felipe González llevaba apenas seis meses en Moncloa. En la foto aparece junto al lendakari de entonces, Carlos GaraikoetxeaEFE

Las inundaciones se cobraron la vida de 34 personas en todo el País Vasco a lo que se añadieron unas pérdidas económicas por valor de unos 200.000 millones de pesetas, unos 1.200 millones de euros. Comenzó a las 9:00 horas de la mañana del 26 de agosto y en cuestión de 24 horas se llegaron a registrar una media de 250 litros por metro cuadrado en gran parte del territorio, según recoge el medio vasco. Por la tarde, las intensas lluvias provocaron el desbordamiento de la ría.

Dos días después, el Ayuntamiento de Bilbao publicó un informe técnico en el que señalaba cómo habían quedado los barrios de Bilbao: el Casco Viejo había quedado anegado por el barro y todo su comercio destruido. Zonas como Rekaldeberri o Atxuri pasó lo mismo con el lodo, dejando la zona destrozada con barro, chatarra y coches averiados y apilados en las calles.

Imagen de una de las calle de Bilbao tras la riada de 1983

Imagen de una de las calle de Bilbao tras la riada de 1983EFE

Desprendimientos de tierra protagonizaron las imágenes en la carretera a Larraskitu y en el camino de Iturrigorri mientras que Bilbao La Vieja se encontraba en estado catastrófico. Según informaron los medios de comunicación, las familias más humildes de Bilbao lo habían perdido todo y describieron la situación en los barrios pobres de la capital como un «infierno».

En su momento, la agencia Efe recopiló el testimonio de Andoni Oleagordia, quien era médico municipal de Bilbao cuando se produjeron las inundaciones de 1983 y destacó la «gran respuesta» que dieron en esos cruciales primeros momentos los miembros de las comparsas festivas, que «fueron los primeros en organizarse», junto a policías y bomberos, para avisar del peligro y ayudar a potenciales víctimas.

Los Reyes Juan Carlos y Doña Sofía, junto al lendakari Carlos Garaikoetxea

Los Reyes Juan Carlos y Doña Sofía, junto al lendakari Carlos GaraikoetxeaEFE

«La gente se organizó de boca en boca en menos de 24 horas», recordó Marino Montero en declaraciones al diario El Correo para el especial de los 40 años de estos hechos. En aquel entonces, Montero formaba parte de la comparsa de Pinpilinpauxa y de la Comisión de Fiestas.

En este sentido, El País indicaba en una noticia publicada el 28 de agosto de 1983 que «el Gobierno del Estado, las comunidades autónomas, los cuarteles generales de los tres ejércitos y las direcciones de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado ofrecieron ayer todo tipo de apoyos a los responsables de la operación de ayuda a los afectados por las inundaciones en el País Vasco y en otras zonas limítrofes».

Página de El Correo Vasco del 30 de agosto de 1983, contando lo ocurrido 72 horas horas después de empezar a llover

Página de El Correo Vasco del 30 de agosto de 1983, contando lo ocurrido 72 horas horas después de empezar a llover

Así, el mismo 26 de agosto se preparaban desde Madrid «un convoy de 54 vehículos todoterreno» y el 27 salían hacia el norte «con 40.000 kilogramos de pan, 70.000 de leche, 5.000 de conserva de pescado, 10.000 de arroz, 10.000 de leche condensada, 1.000 de tomate enlatado, 22.000 litros de agua, 11.000 de sopas preparadas, 10.000 de aceite, 100.060 docenas de huevos y 2.000 mantas», detallaba El País.

Fueron los soldados del Ejército quienes se encargaron de suministrar los alimentos y los productos para abastecer a quienes habían perdido todo al encontrarse las vías de comunicación fuera de servicio. De esta manera, en el Centro de Instrucciones de Reclutas (CIR) se formó un centro logístico del Ejército de Tierra. Las unidades de la VI Región Militar, que integraba en aquel entonces las provincias del País Vasco, Navarra, Rioja, Cantabria y Burgos, entre otras fueron «puestas en alerta en previsión de una utilización de las mismas».

Mientras que las unidades de Vitoria, San Sebastián, Bilbao, Burgos y Zaragoza ya habían entrado en acción, advertía la noticia publicada en El País. Por parte de la Armada se movilizaron los destructores Blas de Lezo y Lepanto, al igual que el remolcador Mahou y varias patrulleras. Además, «cerca de 1.000 marineros, dotados de lanchas y equipos de auxilio, llegaron a la zona siniestrada», continuaba la noticia. Asimismo, el Ejército del Aire envió al lugar cuatro helicópteros. Desde bomberos y sanitarios hasta las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad se movilizaron todos para hacer frente a esta catástrofe.

Al igual que estamos viendo estos días, miles de personas, de forma voluntaria y equipados con palas y botas, se volcaron con el País Vasco y se acercaron tanto al Casco Viejo de Bilbao como a otras zonas afectadas de la capital vizcaína para participar en la limpieza de la ciudad. «Todo esto creó una especie de hermandad del barro», destacó Montero de la solidaridad del pueblo.

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