La pregunta de un periodista italiano que precipitó la caída del Muro de Berlín
Hace 35 años se derribaba el «Muro de la Vergüenza» que había separado la capital alemana durante casi 30 años. Con su caída fue posible la reunificación alemana, la desaparición de la URSS y el fin de la Guerra Fría
El 9 de noviembre de 1989, el corresponsal de la agencia italiana Ansa, Riccardo Ehrman, acudió a una rueda de prensa convocada por el portavoz del gobierno de la República Democrática Alemana (RDA), Günter Schabowski. Las autoridades alemanas habían anunciado un borrador de un plan para relajar los controles fronterizos y se esperaba que en aquella reunión se diesen más detalles así como de los resultados de una reunión del Partido Comunista.
Días atrás, se produjo una manifestación en la céntrica Alexanderplatz donde más de medio millón de personas exigían reformas en el gobierno, aunque no fue la única. Durante las semanas previas a aquella rueda de prensa, los ciudadanos de Alemania oriental salieron a las calles en numerosas ocasiones para protestar contra el gobierno comunista, exigiendo su derecho a la libertad de expresión como la posibilidad de viajar adonde quisieran.
La construcción del Muro llegó de la noche a la mañana, literalmente: comenzó en en la madrugada del 12 al 13 de agosto de 1961 por órdenes de Walter Ulbricht, jefe de Estado de la RDA. Con el pretexto de ser un muro de contención, un método de resistencia antifascista, aunque su objetivo en realidad era evitar que los jóvenes siguiesen marchándose a buscar mejores oportunidades.
Entre los años 1949 y 1961 cerca de 3 millones de personas habían abandonado Berlín oriental. Cada día medio millón de personas cruzaba la frontera en ambas direcciones y se daban cuenta de la enorme diferencia en las condiciones de vida de ambos lados. «En los años 50 no existía todavía el muro por lo que la gente podía ver lo que ocurría al otro lado. Todavía existía la posibilidad de cruzar la frontera y comparar ambos sistemas políticos», explica a El Debate Tina Schaller, historiadora y comisaria de la exposición El Muro de Berlín. Un mundo dividido que acoge la Fundación Canal hasta el próximo 12 de enero de 2025.
Aquellas diferencias seguían siendo evidentes a pesar de la construcción del muro. «Los berlineses orientales no podían simplemente salir del país. Era muy diferente lo que podías o no hacer solo por los diferentes sistemas políticos», indica Schaller. Por ello, la gente seguía huyendo: «Había muchas formas de escapar», asegura. Unos lo hacían bajo tierra, otros por barco y otros incluso por globo aerostático... «En cierto modo, la infinidad de formas de escape, muestra la necesidad que tenían de irse», advierte la historiadora.
Por ello, la pregunta de Ehrman fue crucial. El periodista italiano inquirió al portavoz del gobierno comunista: «Señor Schabowski, ¿cree usted que fue un error introducir la Ley de Viajes hace unos días?». Dicha ley había provocado un éxodo de miles de alemanes a través de las fronteras de Checoslovaquia y Hungría. El descontento de la población por las reformas políticas y económicas de la URSS hacían ver el final de la RDA más cerca.
En este sentido, el jefe de investigación y documentación de la Fundación del Muro de Berlín Gerhard Sälter explica a El Debate que el fin de la RDA y de la dictadura se debe a un «movimiento mundial de jóvenes» que empiezan a «ver la política de una manera completamente diferente a que había en tiempos anteriores». Y en países como Polonia, Hungría, Rumanía e incluso Alemania Oriental comenzaron a organizar protestas pacíficas: «fueron los propios ciudadanos quienes dijeron 'queremos otra vida, queremos nuestra libertad, queremos derechos humanos», advierte Sälter.
La pregunta del periodista pilló por sorpresa al portavoz alemán que se respaldó en los papeles y dijo que, para evitar más problemas, «los viajes privados al extranjero se pueden autorizar sin la presentación de un justificante». Aquella respuesta dio a entender que los ciudadanos de la RDA podrían ir al Oeste sin pasaporte ni visado, solo presentando el carné de identidad o un documento parecido.
El corresponsal de Ansa, supo ver la importancia de sus palabras y preguntó cuándo entraría en vigor aquella medida. Schabowski contestó hojeando sus notas: «De inmediato».
Debido a los nervios, el portavoz alemán cometió un error gravísimo: no leyó la segunda página del documento en la que se establecía que la medida tendría efecto desde el día siguiente, pero ya era demasiado tarde. La noticia se difundió como la pólvora y miles de berlineses del Este se trasladaron a los puestos de control y exigieron pasar al otro lado. Pocas horas más tarde de aquella interacción, el Muro de Berlín había caído.
El final de la Guerra Fría
Pocos años después de finalizar la Segunda Guerra Mundial el mundo se vio envuelto en otro conflicto que duraría cuatro décadas. «No es del todo sorprendente que tras la derrota del enemigo común, surja estas confrontaciones ideológicas, estas diferencias ideológicas», comenta a este periódico Christian Ostermann, director del Programa de Historia y Políticas Públicas y del Proyecto de Historia Internacional de la Guerra Fría del Wilson Center de Washington.
«La razón por la que al final de la Segunda Guerra Mundial estalle un nuevo conflicto, casi de inmediato, se debe a un proceso que, como explicamos en la exposición, es un proceso en el que se combina un conflicto ideológico que fue encubierto durante la contienda mundial haciéndose más peligroso y destructivo o potencialmente destructivo con la llegada de nuevas armas», explica el también comisario de la muestra que organiza Musealia.
Según el experto la Guerra Fría fue una lucha por «organizar la vida cotidiana de las personas» por lo que involucró a «todo el mundo» por ello considera que el levantamiento y la caída del muro solo es entendible «si nos fijamos en lo que estaba sucediendo en el mundo, si nos fijamos en el contexto global». El Muro no solo dividía una ciudad, sino que simbólicamente marcaba la separación entre los dos polos opuestos que existían y cuyos respectivos estandartes fueron Estados Unidos y la Unión Soviética.
Hoy hace 35 años, caía uno de los principales símbolos del totalitarismo en el siglo XX. La presión social y las demandas de los berlineses consiguieron derribar el «Muro de la Vergüenza». Con su caída fue posible la reunificación alemana, la desaparición de la URSS y el fin de la Guerra Fría.