Dinastías y poder
¿Un primo de Alfonso XIII en el trono de Ucrania?
Quiso convertirse en soberano, reconoció la República Popular de Ucrania, burló a la Gestapo, espió para los ingleses y terminó muriendo como simple coronel en una lúgubre prisión soviética de Kiev
Por sus venas corría la sangre imperial de los Habsburgo pero él se comprometió con la causa de una Ucrania libre. Primo carnal del rey Alfonso XIII, fue un ferviente nacionalista cuya vida serviría para una buena novela de aventuras o una serie de acción. Apuesto, rebelde, soltero y romántico, cambió su nombre y tratamiento de archiduque Guillermo por el de Vasyl Vyshyvany. Quiso convertirse en soberano, reconoció la República Popular de Ucrania, burló a la Gestapo, espió para los ingleses y terminó muriendo como simple coronel en una lúgubre prisión soviética de Kiev. Era un sobrino querido para la regente María Cristina, a la que pidió ayuda financiera en sus reivindicaciones nacionalistas.
Era el menor de los hijos de Carlos Esteban de Habsburgo, almirante de la marina austriaca en el Adriático y hermano favorito de la reina-regente española. En su juventud había visitado muchas veces Madrid y mantenido un efímero romance con la infanta Eulalia.
El archiduque Guillermo nació en 1895 en la residencia que tenían sus padres en la isla de Losinj, hoy perteneciente a Croacia y donde pasaban largas temporadas debido a las propiedades terapéuticas que ofrecía la lavanda y el laurel de aquellas tierras, lugar de descanso de la realeza y actual paraíso turístico. En su familia servían al veterano emperador Francisco José aunque escuchaban sin recelo las reivindicaciones nacionalistas de los territorios polacos repartidos en aquel crisol centroeuropeo conformado por alemanes, rusos, eslavos y checos.
Dos de sus hermanas emparentaron con prominentes dinastías polacas, los Czartorisky o Radziwill, aunque él se inclinó hacia la cultura ucraniana que en esa época se asociaba al bandolerismo. Aprendió ucraniano y contraviniendo las directrices paternas, quiso erigirse en portavoz de los derechos de aquella nación. Guillermo estudiaba en el Colegio de Guerra de Viena, pero cuando comenzó la Gran Guerra, marchó al frente y enarboló la bandera de la lucha por la identidad de los ucranianos en Galizia, todavía dividida entre los territorios austrohúngaros y rusos.
El archiduque Guillermo entendía que debía crearse un Gran Ducado de Ucrania, tutelado desde Viena. Y animó para ello a su también primo, el emperador Carlos, heredero en complejas circunstancias del Imperio de los Habsburgo. A Guillermo le dotaron de un pequeño ejército de soldados ucranianos con los que luchó para tratar de impedir que los bolcheviques –que en 1917 habían iniciado la Revolución que aniquiló a los Romanov– terminasen con su sueño de un reino independiente. Algo de aquel complicado escenario percibimos en la obra de Chaves Nogales, El maestro Juan Martínez que estaba allí. Extraordinaria y cómica, a un tiempo. No fue posible.
Ucrania quedó bajo el dominio de un jefe de Estado manejado desde Moscú, aunque Guillermo seguía manteniendo el apoyo de ciertos círculos políticos para colocarle en el trono. Desde 1918 trabajó para crear una conciencia nacional entre los campesinos y ayudar a la población que era bastante pobre. El historiador norteamericano Timothy Snyder se refiere a él como el «príncipe rojo».
El mismo autor de Tierras de Sangre, ve en el archiduque Guillermo al defensor de una idea de Europa por encima de las naciones, la misma que durante seis siglos habían mantenido los Habsburgo. Una posición contraria a la idea de nación como expresión de hechos inalterables del pasado antes que como voluntad en el presente, que terminarán defendiendo nazis y comunistas.
Guillermo, ya como Vasyl Vyshyvany, huyó por los montes Cárpatos hasta que fue descubierto por unos rumanos que lo enviaron a prisión durante unos meses de 1919. Al salir juró lealtad a la «República Popular de Ucrania», el estado surgido tras la Revolución y que aglutinaba parte de territorios bielorrusos y polacos. Aquello le valió la repudia paterna.
Pese a ello, en 1922 visitó España para pedir a sus familiares ayuda económica. Aunque se alojó en el Palacio Real –era primo carnal del rey– no consiguió nada. Por entonces, la emperatriz Zita vivía en Lequeitio y su también pariente, el archiduque Leopoldo de Austria, se había hecho actor de cine en la Fox. Pero las relaciones con el gobierno ucraniano terminaron mal y Guillermo volvió a España para terminar residiendo en Viena donde, inicialmente vio con buenos ojos la anexión por parte de los nazis en 1938. Se desencantó pronto consciente de que la victoria alemana no traería una Ucrania libre.
Guillermo fue retenido por la Gestapo y se hizo antinazi. Quizá por ello, según relato de Ricardo Mateos, fue reclutado como espía británico y formó parte de los servicios de inteligencia franceses. Terminada la guerra, volvió a su residencia de Viena, todavía en sector ruso, hasta que en la primavera de 1947 lo secuestraron los soldados del ejército rojo debido a sus implicaciones contra Stalin. Trasladado en avión hasta la Unión Soviética e interrogado cruelmente en la prisión de Lukyanosvska, en Kiev, la misma en la que décadas después estuvo Yulia Timoshenko. El archiduque Guillermo murió oficialmente en el verano de 1948 y está enterrado en una tumba sin lápida.