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Antonio Pérez Henares
Historias de la historiaAntonio Pérez Henares

Leonor de Plantagenet, la reina normanda y esposa de Alfonso VIII que hermoseó a Castilla

Fundó el Monasterio de las Huelgas Reales en Burgos e hizo levantar la catedral de Cuenca, ciudad a la que amó

Actualizada 23:03

Leonor de Plantagenet, la princesa inglesa que fundó el monasterio de las Huelgas

Leonor de Plantagenet, la princesa inglesa que fundó el monasterio de las Huelgas

Seguro que son muy pocos quienes conozcan quién fue y aún menos lo que hizo esta reina que tuvo Castilla a finales del siglo XII y principios del XIII, pues fue muy largo el reinado de su marido, con quien estuvo desde que eran unos niños los dos. A él, Alfonso VIII, quizás le conozcan ya un poco más y si ya se añade que fue el vencedor de las Navas de Tolosa, seguro que ya mejor. Pero algunos, y no digamos los jóvenes que estén recibiendo las actuales «desenseñanzas» –otra cosa no se les puede llamar–, no tendrá ni remota idea de lo que fueron y significaron para nuestra nación y para Europa también.

Pero hay español que no sepa quién fue Robin Hood, personaje sajón de muy dudosa existencia real, y pocos que no hayan oído de su contemporáneo y señor, el rey inglés Ricardo y apodado Corazón de León, hermano de nuestra Leonor. Ambos, el arquero y el monarca, fueron paradigmas cinematográficos, aunque este último fuera en verdad 'un piernas' que emprendió una desastrosa cruzada sin fruto alguno, fue hecho prisionero al retornar por el archiduque austriaco, arruinó a su país para pagar su rescate, murió luego en el asalto a un castillo francés y sumió al reino en un periodo de zozobra y violencia al ser sucedido por su hermano, Juan sin Tierra, a quien los españoles —este como malo de la película— conocerán mucho también.

Sin embargo, fue nuestra reina, la gran Leonor de Castilla una de las más trascendentales de España, al lado de su esposo, el citado Alfonso VIII, a quien acompañó en la vida y en el trono a lo largo de 44 años, desde que ella una niña de 10 años y él un joven a punto de cumplir 15. Se casaron en Tarazona para luego celebrar la boda en Burgos. Estuvieron unidos hasta en la muerte, pues ambos fallecieron el mismo año, en 1214 y con tan solo 24 días de diferencia, en los que Leonor fue regente del reino: ambos murieron a causa de las fiebres, posiblemente malaria.

Antes tuvieron que padecer el doloroso fallecimiento de su primogénito, el príncipe Fernando, a sus 20 años y cuando ya combatía al lado de su padre contra los almohades en el año 1211 un año antes de la decisiva batalla que salvó a los reinos cristianos de España y a la propia Europa de la más terrorífica invasión yihadista.

Leonor era hija de la fabulosa y tantas veces novelada Leonor de Aquitania, octava de sus diez hijos —los mismos que ella tuvo— y dos veces reina primero de Francia, casada con Luis VII y después de Inglaterra, Enrique II. La reina castellana había nacido en Normandía, en el castillo de Domfront, de la estirpe de los temibles vikingos, no eran otra cosa los normandos, conquistaron gran parte de Francia y luego hicieron lo propio con Inglaterra.

Aquellas tierras, que eran más extensas y ricas que la del propio rey francés, habían pasado por el matrimonio de su madre con Enrique a la corona inglesa y estuvieron en el origen de la larga y muy cruenta Guerra de los Cien Años entre los dos países.

Por cierto la lengua natal y utilizada en la corte de Ricardo Corazón de León, de Juan Sin Tierra y de Leonor no era el ingles, sino el francés que es el que llegó hablando a tierras españolas para casarse muy niña con Alfonso VIII, tras haber sido recogida en Burdeos por el arzobispo de Toledo y los obispos de Burgos, Palencia, Segovia y Calahorra amén del todopoderoso jefe de la casa Lara y ayo, don Nuño Pérez de Lara y los más importantes condes del reino. Alfonso la esperó en tierra aragonesa, en Tarazona, donde reinaba su primo, otro Alfonso, el II de allí, casado con su tía, doña Sancha.

La carga de los tres reyes obra de Augusto Ferrer-Dalmau

La carga de los tres reyes obra de Augusto Ferrer-DalmauAugusto Ferrer-Dalmau

Alfonso no era mucho mayor que ella, los musulmanes le llamaban el «Rey Pequeño», pues había heredado el trono a los tres años, huérfano de padre, Sancho III y madre, Blanca de Navarra y cuya niñez había sido dura y azarosa y había forjado en él un carácter y dado una entereza impropia de sus pocos años. Ambos eran dos niños que unieron para siempre sus destinos desde que se cogieron de la mano ante el altar en Tarazona.

Ella aprendería muy pronto la lengua y las costumbres de Castilla, amaría a su tierra y se convertiría en la más castellana de la reina. No se separarían nunca, a no ser que ella hubiera de quedar en retaguardia de las expediciones guerreras por él emprendidas, pero procuraba no hacerlo demasiado acercándose incluso a la peligrosa frontera musulmana.

Atienza, la gran fortaleza de la Extremadura castellana de la que un día había salvado a Alfonso de ser entregado a su tío, el rey de León, fue uno de sus lugares favoritos y de ella queda el mejor de los recuerdos. Hasta embarazada, cuando ya tuvo edad de consumar el matrimonio y comenzó a darle hijos, a los 18 años, Leonor intentaba no estar lejos de Alfonso.

La reina de Castilla Leonor Plantagenet

La reina de Castilla Leonor Plantagenet

Es por ello que la muy relatada leyenda de los amores del rey con la hermosa judía toledana y un pretendido encierro con ella de nada menos que siete años es pura fábula. Que hubiera judía hermosa en Toledo, era bien seguro, que el rey tuviera con alguna un romance, muy probable puede ser, pero que tuviera largura y tal influencia sobre él es cosa mas bien de ficción aunque hasta tal cuestión se llegó a atribuir la derrota de Alarcos, porque por aquel entonces esas cosas «castigo divino» debían ser.

Leonor le dio a Alfonso VIII, diez hijos que vivieron tras el parto. Los varones fueron muriendo, el primero Sancho a poco de nacer, los Sanchos castellanos parecen tener mal fario, y solo el más pequeño, Enrique llegó a entronizar que no a reinar, pues tenía 11 años cuando una teja desprendida le alcanzo en la cabeza y acabo con su vida. Habría de ser la hija mayor Berenguela quien regentara Castilla y la preservara para su hijo, tenido con el rey leonés, Alfonso IX, Fernando III. El nieto sería, en vez del llorado hijo de su mismo nombre, quien completara la obra de la pareja, explotando la gran victoria de Las Navas y conquistando todo Al-Ándalus.

La impronta de la reina Leonor se dejó sentir desde casi su llegada en Castilla. Con ella llegó un viento de la mejor Aquitania y de la cultura europea. Su abuelo, el duque Guillermo, había sido uno de los peregrinos precursores en el camino de Santiago, habiendo fallecido a los pies del sepulcro del Apóstol en sospechosas circunstancias y ella impulsó y cuidó aquella ruta para hacer de ella la entrada y conexión cultural y también política con Europa.

A su amparo no dejaron de llegar maestros canteros, constructores, juglares, nobles aquitanos y caballeros gascones (era también señora de Gascuña) que se aposentaron en Castilla.

Hay pueblos que conserva su patronímico, como Gascueña de Bornova en las cercanías de Atienza (Guadalajara) a la que fortifico aún más y donde en alguna de las iglesias se nota el nuevo estilo arquitectónico traído por sus canteros desde el otro lado de los Pirineos y de Inglaterra también.

Monasterio de Sta. María La Real de Las Huelgas

Monasterio de Sta. María La Real de Las HuelgasPatrimonio Nacional

Pero, sin duda, lo más perenne y hermoso de su legado es el impresionante monasterio burgalés de la Huelgas. Su hija Constanza fue su primera abadesa y allí se encuentran su propio sepulcro junto al de su esposo Alfonso VIII y, en una sala contigua de varios de los de sus hijos. También se conserva allí el famoso pendón arrebatado al califa almohade de Al-Nasir en Las Navas.

La catedral de Cuenca, y su inconfundible estilo gótico normando conserva también su influjo. Cautivada por la ciudad, reconquistada por su marido quiso convertirla en un pequeño Jerusalén, que por aquellos años había vuelto a caer bajo dominio musulmán.

También debemos a Leonor, como buena representante de una estirpe de señores del mar, que susurrara al rey Alfonso y este escuchara con atención, la necesidad de que Castilla se convirtiera en una potencia marinera. De ahí surgió el otorgar fueros y privilegios, al igual que se otorgaban a las tierras y ciudades más duras de la frontera, a villas y gentes cantábricas, a Santander, Laredo, San Vicente de la Barquera y Castro Urdiales, para que construyeran los barcos que iban a ser el germen de la hegemonía de esa Escuadra Castellana, que durante siglos señoreó después los mares.

No fue baladí tampoco la ayuda prestada a su marido en el mundo de la diplomacia y a través de sus poderosos parientes logró en buena medida que el Papa Inocencio declarara cruzada el combate mortal y decisivo contra el terrible imperio almohade.

Esa fue Leonor de Plantagenet, reina de Castilla. Nacida en un castillo normando y muerta un 31 de octubre de 1214 en el monasterio castellano de las Huelgas que ella misma había fundado. Una gran reina, y un hermoso nombre que quiero pensar algo tenga que ver en haber sido el elegido tantos siglos después por los actuales Reyes de España para dárselo a la heredera de la Corona, la Infanta Leonor, actual Princesa de Asturias.

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