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La toma de Roma. La brecha de Porta Pia, pintura de Carlo Ademollo

La toma de Roma. La brecha de Porta Pia, pintura de Carlo Ademollo

Picotazos de historia

La Nobleza Negra de Roma o las familias que se negaron a reconocer el nuevo reino de Víctor Manuel II

​Los aristócratas que habían sido ennoblecidos por el Papa y que anteriormente eran súbditos de los Estados Pontificios mantuvieron cerradas las puertas de sus viviendas de Roma como señal de luto

La nobleza romana es antigua como la propia ciudad. Muchas familias dicen descender de las gens romanas (los Julios, Claudios, Sergios, Fabios, etc) pero no nos ha llegado documentación tan antigua. Fue a partir del siglo X cuando podemos contar con documentación fiable sobre los linajes de las familias: los Túsculo, Frangipane, los Pierleoni, etc.

Con el tiempo la nobleza romana se dividirá en dos grandes grupos: las familias principescas y los llamados marqueses del Dosel o del Baldaquino. Respecto a las familias principescas, la Congregación Heráldica Capitolina identificó, en 1854, a 41 familias con categoría de príncipes o duques romanos. Estos podían utilizar el «don» antepuesto a su nombre (tratamiento muy apreciado en algunos países de Europa y en España caído en desuso) y tenían tratamiento de Excelencia. Entre estas familias nos encontramos a los Rúspoli, Colonna de Sciarra y de Paliano, Orsini, Doria Landi Pamphili, Palavicini, etc.

Los marqueses del Baldaquino son aquellas familias nobles romanas, con jurisdicción efectiva sobre un feudo, que no tienen categoría de príncipes o de duques. Sus miembros son reconocidos como Patricios de Roma y tiene derecho al tratamiento de Don. Estas familias, reconocidas en el año 1874, son seis: Dei Cavalleri (hoy Soderini), Astalli (hoy Theodoli), Crescenzi-Serlupi, Constanjuli que lo continúa la familia Afán de Ribera, Sachetti y Naro Montoro. Tradicionalmente estas familias (las principescas y las del baldaquino o del dosel), junto con otras de la península italiana, formaban la corte papal junto con los eclesiásticos y miembros civiles, desempeñando funciones de gobierno en el denominado Patrimonio de Pedro o en la corte papal.

En septiembre de 1870 Víctor Manuel II de Saboya entró en Roma y ocupó el palacio del Quirinal, que hasta ese momento había sido la residencia de los Papas. El Pontífice Pio IX y su corte se vieron obligados a retirarse al palacio del Vaticano poniendo fin a los Estados Pontificios creados mil años antes por Pipino el Breve, el padre de Carlomagno.

Pio IX se negó a reconocer la creación del nuevo reino de Italia y se declaró a si mismo como un prisionero dentro del Vaticano. La nobleza se encontró dividida y una parte de ella apoyó al Papa y, para significar ese apoyo, cerró sus casas y colgó veladuras negras en sus balconajes como señal de luto. A estas familias, que permanecerían fieles al papado hasta la disolución de los cargos nobiliarios de la corte papal en 1968, se les conoció como la nobleza negra. Por el contrario, aquellas familias de la nobleza romana y papal que decidieron reconocer al reino de Italia se las conocería como la nobleza blanca.

Esta situación creó tensiones entre las familias, diferentes ramas de un mismo linaje podían encontrarse en bandos opuestos, al tiempo de darse una situación jurídica difusa por no reconocer la nobleza negra al nuevo reino de Italia. En 1929, por medio de los denominados Pactos de Letrán, Italia reconoce al nuevo Estado Apostólico del Vaticano y este, a su vez, al reino de Italia. A las familias de la nobleza negra que se habían mantenido fieles al papado se les reconoció un estatus de doble nacionalidad italiano-vaticana. Pero las cosas había estado tensan durante mucho tiempo. Tal vez el episodio más conocido de este enfrentamiento se dio en noviembre de 1917, cuando llegaron a Roma las noticias de la derrota italiana en la XIII batalla del Isonzo, popularmente conocida como la batalla de Caporetto. Cuando la noticia se supo las familias de la nobleza negra iluminaron las fachadas de sus casas como muestra de alegría. El gobernador de Roma dio orden a los carabineri de que se apagaran esas luces ¡a tiros! Algunos devolvieron el fuego y se generó algún tumulto. No hubo muertos, pero por poco.

La nobleza negra siguió ejerciendo funciones protocolarias y administrativas en la corte papal, se distinguía por sus ropajes negros, «a la española» como lo llamaban. Esto es: chupa y calzas negras, medias y zapatos del mismo color, sombrero negro y gorguera blanca al cuello. También podían ingresar en la Guardia Noble. Esta era una unidad militar de élite del arma de caballería, de las tropas papales. Con la desaparición del estado en 1870 pasó a ser una unidad de a pie con funciones ceremoniales, junto con la Guardia Suiza y la Guardia de Honor Palatina. Las únicas fuerzas armadas que le quedaron al Papa. Tanto la Guardia Noble como la Guardia de Honor fueron disueltas por el Papa Pablo VI en 1970, con motivo de la reorganización de la corte papal. Se da la anécdota de que el último miembro de la nobleza negra que ingresó en la Guardia Noble fue un español, descendiente de una de las familias principescas.

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