
Luis Pérez y el obispo de Manila discutiendo sobre la flota de apoyo a Camboya
La expedición de Ruiz y Belloso: cuando España quiso extender su Imperio hasta Camboya en el siglo XVI
En 1596 tres barcos zarparon de Manila rumbo a Camboya con una tripulación de 120 españoles, japoneses conversos e indígenas filipinos
En el ocaso del siglo XVI, España era un Imperio global que se extendía desde la Península Ibérica a Flandes, varios territorios italianos, plazas africanas, los virreinatos en América y las Filipinas en Asia. Bajo el reinado de Felipe II, en España no se ponía el sol, e incluyo llegó a ser rey de Inglaterra durante cuatro años y planeó una invasión de China.
En este contexto, dos iberos protagonizaron una de las aventuras más audaces y desconocidas de la época: Blas Ruiz de Hernán González y Diego Belloso (o Veloso), hombres completamente olvidados por la historia que casi consiguen que Camboya fuese española. Su historia fue rescatada por un capitán de navío español en unos archivos de Filipinas, donde encontró la crónica de un fraile escrita en 1604, que mencionaba esta expedición. No es hacer espóiler decir que no lo consiguieron, pero eso no quita que sea una epopeya digna de recordar.
Antes de nada, hay que situarse. En 1595, en Camboya existía el reino de Jemer, gobernado por el rey Satha I. Según la crónica, su vecino, el rey Naresuán de Ayutthaya, establecido en Siam (actual Tailandia), estaba preparando una invasión masiva del reino jemer. Ante esta situación, Satha pidió ayuda militar al gobernador español de las islas Filipinas, y es aquí donde aparecen los protagonistas de esta historia.
En la corte se encontraban, entre otros europeos, el castellano Blas Ruiz de Hernán González y el portugués Diego Belloso. Sin tiempo para que los españoles enviasen naves y soldados, un imponente ejército siamés formado también por unidades de elefantes atacó e invadió Chordemuco, que era la capital de Jemer.Ruiz y Belloso fueron capturados mientras el rey consiguió huir y llegar a Laos. Durante su cautiverio, el castellano instigó un motín a bordo del junco en el que iban a trasladarlo y, junto a otros compañeros, consiguió hacerse con el control de la embarcación. Por su parte, Belloso acabó prisionero en Siam, y pasado el tiempo convenció al rey Naresuán para que organizase una embajada a Manila con obsequios para el gobernador español y ganarse así su confianza.
En cuanto el batel llegó a puerto, Belloso engañó a la tripulación y tras varias artimañas consiguió su libertad. En Manila volvió a encontrarse con Blas Ruiz, y allí empezó la auténtica aventura de ambos hombres de fortuna. Este relato podría haber terminado aquí, pero Ruiz y Belloso se reunieron con el gobernador de Filipinas, Luis Dasmariñas, y le convencieron para que autorizase una expedición que tendría como objetivo restaurar en el trono de Camboya al legítimo rey.
En 1596 tres barcos zarparon de Manila con una tripulación de 120 españoles, japoneses conversos e indígenas filipinos. Al mando de la expedición se encontraba el capitán y sargento mayor Juan Juárez Gallinato, mientras Ruiz y Belloso comandaban los dos bateles menores. Durante la navegación una tempestad los sorprendió y el buque de Gallinato quedó varado en el estrecho de Singapur. Las otras embarcaciones avanzaron hasta Camboya y se adentraron en el río Mekong, que les llevaría hasta Chordemuco.
Engaños, supervivencia y riquezas
El panorama en la zona era complejo, el caos provocado por la invasión de los siameses propició que el noble jemer, Ram, se proclamase rey de Camboya, traicionando a su propia familia. La expedición española no aceptó al usurpador, de hecho, le apodaron Bocatuerta el Traidor, porque además se servía del apoyo de los chinos, que eran enemigos del Imperio español en la región.
En su crónica, el fraile explica que, durante semanas, los comerciantes chinos no dejaron de insultar a los miembros de la expedición, pero los españoles se cansaron de su insolencia y atacaron las seis naves chinas que contenían un gran botín y acabaron con los comerciantes. Ante el enfado de Bocatuerta por lo sucedido, Ruiz y Belloso viajaron hasta Sistor, la nueva capital, y pidieron una audiencia con el usurpador, pero este se negó a recibirlos.
Viendo la situación de inestabilidad y teniendo en cuenta su objetivo de restituir en el trono al legítimo rey, los españoles y resto de expedicionarios, atacaron el palacio, lo quemaron y mataron al usurpador. En este contexto, llegó a Camboya Juan Gallinato, que desaprobó las acciones, tomó el botín y se marchó a Manila. Enseguida, Ruiz y Belloso marcharon a Laos en un largo viaje hasta que alcanzaron la ciudad de Alanchan, la capital, cuyo soberano les recibió muy bien, pero advirtió a los extranjeros que el rey jemer y sus dos hijos mayores habían fallecido.
Solo quedaba con vida el joven Prauncar, que estaba bajo la tutela de su abuela, su madrastra y su tía. Al principio no querían dejarlo marchar, porque no tenían un ejército y veían algo complicado que solo dos hombres pudieran devolverle el trono. Al final, gracias al aumento de las fuerzas militares y al provechoso caos reinante, Ruiz y Belloso emprendieron el camino de vuelta junto a la familia real y a un pequeño contingente que fue ganando efectivos tras aliarse con otros señores locales. La llegada a la capital de Camboya fue triunfal, vencieron a los pretendientes al trono y restauraron al heredero. Como recompensa, recibieron el título de Grandes Chofas y varios territorios para que los gobernaran.
El castellano y el portugués tenían sus propios feudos, y parecía que la tranquilidad había llegado a la región. Pero no duró mucho. En torno al 1598, Blas Ruiz solicitó al monarca jemer más terrenos para construir una fortaleza, pero esta decisión no gustó a los chinos, tampoco a los malayos, que habían aglutinado fortuna e influencia sobre la corona y el territorio.
Las disputas derivaron en una revuelta generalizada y un ataque masivo contra los españoles —entre los que también había portugueses (eran españoles por entonces), japoneses y filipinos—, que fueron masacrados. Solo uno, Juan de Mendoza, logró escapar con vida, Blas Ruiz y Diego Belloso murieron en combate y con ellos parte de la influencia española en Camboya.