Cuando España quiso invadir China en el siglo XVI
El objetivo en Manila era dinamizar el comercio con China y la buena posición geopolítica que acabará por establecer el Galeón de Manila, la ruta marítima continua más larga del mundo
En el siglo XVI España era un imperio en expansión. Este siglo se destacó por la conquista y organización de América, con sus grandezas y miserias; las expediciones por Italia, Europa central o las guerras con los otomanos son páginas de nuestra historia de sobra conocidas, pero la presencia del Imperio universal católico en las Filipinas parece estar relegada a un segundo plano.
Allí nos batimos el cobre con los temibles piratas del mar meridional de China: piratas musulmanes de Malasia, China o Japón (a quienes nos enfrentamos y vencimos). En esas latitudes España era imparable por lo que no pudimos evitar la tentación de tomar la gigantesca y rica China.
Hoy, en pleno siglo XXI pensar que España pudiera siquiera invadir, vencer y dominar China suena a auténtica locura, pero en aquellos tiempos fue una empresa tomada en serio por los gobernadores españoles en las islas, pero no sólo ellos. La idea implicó a los gobernadores españoles Centroamericanos como Diego García de Palacio (oidor de la audiencia de Guatemala), que pensó en enviar tropas desde Honduras hasta las islas y China.
El comercio chino y español en las Filipinas era abundante y rico. Los chinos ofrecían seda, de hecho inundaron el mercado de Manila siendo que los chinos tenían todo el protagonismo comercial en la ciudad. Desde Manila la seda llegaba a raudales a Acapulco desde donde se extendía por todo el Imperio, ¿qué ofrecían los españoles?: plata y oro de las minas de América que rápidamente los chinos monopolizaron convirtiendo la moneda española en la divisa china para los intercambios.
En estos momentos las expediciones españolas a la costa y las embajadas al Imperio Ming tenían un doble juego: establecer y profundizar lazos económicos y religiosos así como proveer de información de inteligencia a los españoles para planificar una posible invasión.
Los turcos obligaron a buscar nuevas rutas… los portugueses circunnavegaron África, llegaron a India y establecieron relaciones con China antes que los españoles debido a que estos, en su carrera por llegar a las Indias y China para comerciar con especias se toparon con América. En aquel momento China era el mayor imperio del mundo, rico, con una gran población, proto-industrializado y rico, muy rico.
Curiosamente, la ruta de la seda, cerrada por otomanos, hizo que se abriera la ruta marítima de la seda explotada por los reinos de Portugal y España provocando el colapso de los imperios nómadas Centroasiáticos.
Con la unificación de los reinos bajo Felipe II, el conocimiento y la información compartida desde época del emperador Carlos I de España hizo que entre los jerarcas hispanofilipinos comenzaran a planear la invasión con el recelo, curiosamente, de los religiosos y los portugueses…tanto sus líderes políticos como los jesuitas entraron en claro enfrentamiento con algunos líderes laicos y jesuitas españoles. De hecho lo que Manila era para los españoles lo era Macao para los portugueses.
Martin de Rada, un fraile agustino, fue el primero en avisar desde Cebú en 1569 al Virrey de Nueva España, Martin Enríquez, sobre una posible invasión del territorio describiendo China y a sus gentes como poco belicosos, confiados en su gran número y en la fortaleza de sus murallas, murallas que protegían ciudades mucho mayores que las de Europa. Al mismo tiempo da una descripción sobre la estrategia a seguir ocupando islas alrededor del país para establecer una base logística que socorra a las tropas en caso de que la eventual cabeza de puente colapsara.
Sin embargo, había disensiones. Legazpi en 1570 no sabe qué proponer, si ir a por la isla de las Molucas y establecerse definitivamente en Cebú o trasladarse a Manila para tener una mejor situación en el comercio con China, desde esa situación el sueño de invasión China se irá haciendo más concreto aunque más tarde prosperará la idea de las Molucas.
El objetivo en Manila era dinamizar el comercio con China y la buena posición geopolítica que acabará por establecer el Galeón de Manila, la ruta marítima continua más larga del mundo.
Diego García de Palacio en 1578, desde América Central, propone en una carta a Felipe II que se envíen de forma regular soldados españoles hasta Filipinas hasta formar un ejército y atacar a China ofreciéndose como general y gobernador de las tierras conquistadas.
Más tarde el jesuita Alonso Sánchez en 1588 propone su plan de la conquista de China, que coincide con el desastre de la invencible. En ese año la idea de un asalto a China se movía de forma constante entre los gobernadores de Filipinas, Nueva España y la Península… la correspondencia entre los hispanofilipinos con el Rey Felipe II denota un creciente nerviosismo. En este momento España y Portugal se habían unido por lo que los españoles estaban buscando la sumisión de los dominios portugueses a la nueva corona unida, razón del periplo de Sánchez por los territorios portugueses en la costa de China y que no comunicó a los Ming.
La voluntad la Compañía
Alonso Sánchez relacionó la necesidad de invasión de China vinculándola a la protección militar para expandir el evangelio, que Sánchez consideraba imposible de promover sin este apoyo bélico. Los jesuitas italianos y portugueses se opusieron, ya que la Compañía de Jesús había logrado establecerse en el territorio a su propio modo lo cual provocaba choques entre españoles y portugueses y entre órdenes religiosas llegando a pedirse al Papa que no permitiera a nadie, salvo a los jesuitas, arribar a China y Japón ya que la empresa religiosa podría fallar por las ansias entre grupos católicos y una eventual guerra hispano-china, que tiraría al traste el intento de la Iglesia de expandirse allí.
Alonso Sánchez decidió ir de Filipinas a la península para entrevistarse con el Rey Felipe II aunque su empresa ya contaba con la total oposición de los jesuitas y con una crisis en Filipinas en la cual en consenso social se había roto. Sánchez fue desautorizado, ya que no sólo contaba con la oposición de la Compañía de Jesús, sino que el obispo de Manila se desligó de sus intereses de invasión a China, lo que unido a la guerra con los ingleses hizo postergar y, al final, olvidar la gesta.
El objetivo de los españoles se cambió de China a lograr un imperio parecido al que se había dado en América. El objetivo fue ampliar el territorio como fuera y los ojos se pusieron en Borneo y las Molucas, un eterno sueño español que logró mayor recorrido que la empresa quijotesca de atacar China. Sin embargo, los ojos españoles nunca se apartaron del continente y ansiaron Camboya y el reino de Siam (actual Tailandia).
Enemigos y amigos del catolicismo
La aventura del Pacífico no terminó ahí, ya que las Molucas dieron momentos de gloria en el siglo XVII…siglo marcado por la caída del Imperio Ming y la victoria del Shogún Ieasu Tokigawa de Japón que expulsó a los jesuitas, masacró a los cristianos y corrió la cortina de bambú durante dos siglos aislando las islas del resto del mundo hasta la llegada del Comodoro estadounidense Perry.
Los españoles continuaron en Filipinas durante varios siglos más, expandiendo, hispanizando y dotando a los filipinos de una identidad mixta entre sus orígenes autóctonos y la cultura española estableciendo un bello y exótico mestizaje hasta 1898, cuando el territorio fue tomado por Estados Unidos cuyo dominio ayudó al empobrecimiento y la aculturación de los filipinos.