
La gesta de los españoles en Rusia: resistencia en el Gulag (Parte I)
Grandes gestas de la historia
La gesta de los españoles en Rusia: resistencia en el Gulag
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Existe abundante bibliografía y visibilidad mediática sobre los episodios vividos por españoles en campos de concentración nazi. Pero hay un manto de silencio sobre los padecidos por los también españoles en el carcelario sistema comunista. Miembros de la División Azul, republicanos y «niños de la guerra» sojuzgados bajo el yugo totalitario soviético, en el que sería uno de los cautiverios colectivos más largos de la historia bélica contemporánea.
Como hemos comentado en otros artículos, hoy, la División Azul se ha convertido en uno de los temas históricos más punteros con una rigurosa y profusa producción editorial que ha abarcado diferentes ámbitos. Uno de ellos, ha sido el propio cautiverio, que ha llegado a generar un subgénero específico integrado por las memorias de prisioneros que relataron sus duras vivencias en los campos de trabajo, y que cuenta hasta con una editorial especializada: la Biblioteca del Guripa.

GRANDES GESTAS ESPAÑOLAS
La gesta de las escuadrillas de la División Azul volando sobre el cielo más rojo
Algunas obras generalistas como las de Carlos Caballero se habían acercado con justicia al tema, y entre las que lo abordaron con más concreción destacan el libro de Vadillo o el de Ángel Salamanca y Francisco Torres.
Cautivos en Rusia, obra esencial
Pero en 2022 aparecía la que hoy constituye la obra de referencia: el riguroso ensayo Cautivos en Rusia, de Francisco Torres. Una magna obra de investigación, absolutamente imprescindible, para estudiar el episodio y que es la fuente de estas líneas.
'Cautivos en Rusia' de Francisco Torres
En ella Torres aporta no solo el estudio más completo, sino que analiza una nueva dimensión de la actuación de los divisionarios en el Gulag. Demuestra que estos españoles jamás admitieron su situación como un cautiverio, sino como la continuación de una lucha en condiciones extremas de la que saldrían victoriosos: la Batalla de los 11 años.
Pese a constituir sólo una mínima parte de los ejércitos desplegados en el frente ruso, la División Azul tuvo una actuación sobresaliente. Fue porcentualmente la más condecorada y el destacamento con mayor número de universitarios del frente. Hitler llegó a considerarla una de las mejores unidades de la Wehrmacht, hecho muy significativo, porque muchos expertos bélicos valoran al Ejército alemán de la Segunda Guerra Mundial como el mejor de la historia.
Más de 40.000 hombres sirvieron, en sucesivos reemplazos en el frente soviético y prácticamente la totalidad se alistaron, por un intenso compromiso ideológico falangista. Responsabilizaban al comunismo del estallido la Guerra Civil española, y la consigna «Rusia es culpable», movió a un alistamiento masivo. Irían a Rusia, por tanto, no a luchar a favor de Alemania, sino «contra el comunismo». Junto a ellos un mínimo porcentaje de españoles lo harían por otros motivos: el afán de aventura, ser soldados de fortuna o lavar un pasado republicano.

La División Azul, militares sobresalientes
El concepto de la superioridad aria y la estricta disciplina de las tropas germanas, fueron serios obstáculos para su interacción con los divisionarios españoles. Les desconcertaba su carácter individualista y su tendencia a improvisar. A ello habría que sumar sus relaciones con las muchachas judías o la empatía con la población civil. Pero una vez en el frente, la División Azul deslumbró a los alemanes por su valor en el combate al ver cómo se crecían en las situaciones más difíciles y resistían como leones en el invierno más frío de cuantos se habían vivido en el siglo.
Los españoles en el frente más letal de la Segunda Guerra Mundial acabarían pagando un precio demasiado alto. Más de 5.000 muertos, 8.000 heridos y 7.800 víctimas de congelación y enfermedades. Pero la suerte más dramática la correrían aquellos que cayeron prisioneros en el «gulag». Gulag es el acrónimo ruso de Dirección General de Campos de Trabajo, nombre con el que pasaron a la historia los campos de trabajo para presos políticos (enemigos de la patria) en la Unión Soviética.
Un sistema comunista puesto en pie por Lenin y asentado por Stalin. Eran recintos normalmente aislados de las urbes, de extrema dureza, donde vivían vigilados 24 horas, comida exigua, higiene precaria, mal equipados, con temperaturas gélidas, y sometidos a trabajos forzados y torturas físicas y psicológicas.

¿Cuántos españoles estuvieron en los campos?
Al menos 800 españoles pasaron por los campos: como hemos dicho prisioneros de la División, Escuadrilla y Legión Azul, españoles detenidos en Berlín, marineros de buques republicanos incautados por la URSS al acabar la guerra civil, alumnos de la escuela de pilotos, niños de la guerra que no dejaron salir de Rusia y comunistas españoles que al acabar la guerra se exiliaron en la URSS y que pronto se dieron cuenta de que el paraíso igualitario era una falacia y acabarían recluidos en los campos de trabajo y «reeducación comunista».
Francisco Torres en Cautivos en Rusia identifica un número de prisioneros entre 523 y 585, a los que añade unos 60 «republicanos», que llegan al Gulag en 1945 bajo la etiqueta de «internados». El general jurídico Ángel Serrano, autor de División Azul y Justicia Militar, analiza la presencia también de desertores por razones ideológicas –aquellos que se habían alistado para borrar el pasado republicano– pero otros por fatiga de combate o por el puro miedo ante el enemigo. Un porcentaje irrelevante que vuelve a desmontar la falsedad de la obligatoriedad de los combatientes. De ser así, dada la extrema dureza de la situación, hubiera habido un número ingente.

'División Azul y Justicia Militar', de Ángel Serrano
Torres apunta que del total de prisioneros más de 30 fueron asesinados tras ser capturados por el enemigo, algunos con elevada crueldad y que durante el cautiverio los fallecidos/asesinados llegarían a 185. Dado lo aislado de los campos y la meteorología atroz, la posibilidad de escaparse apenas se contemplaba.
Los prisioneros y primeras negociaciones
Los españoles comenzaron a ser blanco de los rusos desde el inicio de la guerra. Aunque lo usual era asesinar a los prisioneros hasta 1943, cuando de forma aislada empezaron a ser capturados pensaron que les podrían ser útiles para conseguir información y poder usarlos como moneda de cambio.
El mando de la División Azul comenzó a tener noticias de estos primeros prisioneros por testimonios de desertores y sobre todo, por la propaganda enemiga. Los rusos solían lanzar panfletos y octavillas a sus líneas a la vez que hacían emisiones con altavoces, en las que invitaban a la deserción de los soldados y comunicaban la existencia de estos prisioneros.

Tras la batalla de Krasny Bohr, un número importante de españoles fueron capturados y el general Emilio Esteban-Infantes hacía las primeras gestiones para conseguir información de su estado. Así, en marzo de 1943, se contactó con la embajada japonesa en Madrid, apelando a la empatía de un país con un importante contingente de cautivos. El general Gómez-Jordana, héroe de Alhucemas, entonces ministro de Exteriores, también intentó obtener información de Suiza. Pero todo fue infructuoso. A partir de ahí, y durante los años posteriores al final de la Segunda Guerra Mundial, la URSS se negaría a facilitar cualquier información sobre los posibles prisioneros españoles.
En Yalta y Potsdam, Truman y Churchill ya habían constatado que Stalin esperaba como desenlace de la guerra mundial, la caída de Franco. Pero fue algo que nunca logró. El dictador ruso llegó a promover una ofensiva de 40.000 hombres en 1944 en el Valle de Arán que fracasaría estrepitosamente y que jamás desembocó en la nueva guerra civil que esperaba. Tampoco fueron efectivas las acciones de las partidas del maquis que sufragaba. Es más, en 1948 Stalin «tiraba la toalla» hispánica y ordenaba la desarticulación de los grupos guerrilleros, instándoles a penetrar en las instituciones del régimen, y se dedicó a sojuzgar a las repúblicas del Este de Europa, inaugurando una de las épocas más sombrías de su historia.

Grandes gestas españolas
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Mayor dureza para los españoles en los campos
La URSS no había firmado la convención de Ginebra, pero sí un Acuerdo de Comisarios del Consejo del Pueblo que establecía «garantías o derechos» a los prisioneros de guerra. Entre ellos, la comunicación de su situación a sus familiares o poder recibir correo. Hasta en el gulag los presos podían escribir a su casa, pero los españoles nunca pudieron. Solo lo conseguirían diez años después de ser capturados tras una huelga general.
La inquina estalinista por la humillación personal sufrida por su derrota en España se cebó en los españoles. Fue un empeño personal de Stalin el aplicarles un régimen más duro que el de alemanes o italianos.

Siguiendo instrucciones políticas, esa discriminación ligada a la idea de «venganza» fue mantenida por la dirección de los campos y por sus guardianes más directos. Y quizás lo más incomprensible fue que estuvo también azuzada por el PCE en la URSS, cuya secretaría general estaba en manos de Dolores Ibárruri, Pasionaria.
El PCE y los cautivos
Curiosamente la presencia de los pilotos y marinos republicanos en los campos bajo la etiqueta de «internados» había sido denunciada en Europa. Pero el propio partido comunista español, perfectamente informado de estos españoles presos, no solo negó su existencia en rotundo, sino que, sin sonrojo, acusó al propio Franco de habérselo inventado.
Puede entenderse que no movieran un dedo por la liberación de los divisionarios, pero tampoco lo hicieron por los republicanos del gulag. Es más, abogarían para impedir que salieran de los campos. Dolores Ibárruri, Pasionaria, afirmaba que para todos ellos «no habría hospitales ni compasión, que su destino era solo el cementerio». Tampoco iba muy descaminada porque los españoles padecieron sufrimiento moral y físico y también la muerte ya que el tifus y el hambre acabarían con un 24-26 % de los prisioneros, una de las mortandades más altas por nacionalidades.

En España, se llegó a afirmar que Franco olvidó a aquellos soldados y que no se hizo los suficiente desde los ámbitos oficiales para localizarlos y repatriarlos. Y que volvieron gracias a la Cruz Roja y la presión particular de las familias. Craso error. La repatriación solo dependía del Gobierno soviético y el régimen de Franco estaba maniatado. Las relaciones diplomáticas entre ambos países no es que fueran especialmente difíciles, es que no existían. El contexto de las relaciones internacionales era complejo: A excepción del Vaticano, Suiza o Argentina –que no pudieron hacer nada– las naciones habían aislado a España.
Los procedentes de Krasny Bohr
Es crucial señalar que sobre todo, los divisionarios procedentes de Krasny Bor mantenían estrechos lazos de camaradería lo que reforzaba su solidaridad interna y su cohesión como grupo. Y lo que sería definitorio para mantener una cadena de mando, es que sus oficiales y suboficiales, mantuvieron su condición de líderes con lo que se produjo lo que Torres denomina «la reconstrucción de la División Azul». Y lo asombroso sucedería cuando ante la condición del cautiverio las rebeldías personales transmutaron en una creciente rebeldía colectiva. Una rebelión espontánea que en ningún caso se debió a orden alguna. Torres la denomina «la resistencia militante» que se mantuvo activa hasta el final y sería el peso del combate.
La continuación de la guerra
El 75-80 % de los prisioneros se habían alistado por combatir al comunismo, con una gran mayoría de falangistas entre ellos los oficiales prisioneros resistentes (Palacios, Oroquieta, Altura, Rosaleny, Del Castillo, Molero), varios suboficiales y cabos y soldados.
Y a ellos se atribuye lo más heroico que acontecería. Aunque tras la derrota el Ejército alemán hubiera sido disuelto, los soldados españoles nunca asumieron el haber sido vencidos y jamás aguardaron pasivamente su repatriación. El cautiverio español se convirtió en un nuevo campo de batalla y desde el inicio el principal objetivo fue seguir combatiendo, aunque esta vez, la lid continuaría en un frente muy distinto. Aunque estuvieran aparentemente esclavizados bajo el yugo enemigo, su lucha contra el comunismo no había concluido: seguirían siendo soldados de la División Azul.

La gesta de los españoles en Rusia: resistencia en el Gulag (Parte I)
Así esos prisioneros rebeldes tendrían que enfrentarse, por un lado, a la dirección política del campo, y por otro a sus carceleros. Entre estos, desertores enviados a los campos de concentración, y exiliados vinculados al PCE en la URSS. Todos ellos también asumieron esa realidad: era un enfrentamiento de raíz ideológica y, por tanto, una continuidad en el combate. De ahí, el maltrato de los españoles respecto a prisioneros del resto de las nacionalidades. Y aún así, fueron los únicos que no se consideraron vencidos y los que no flaquearían pese al durísimo cautiverio.
El yugo comunista combatiría más de una década contra estos españoles en clara superioridad y con dos armas esenciales: la represión directa y un intenso ataque psicológico En el próximo capítulo narraremos cómo en situaciones extremas los divisionarios en esta «Batalla de los once años», no perdieron jamás el empuje por la victoria con el convencimiento de que la razón estaba de su lado. Tendrían que seguir luchando, esta vez sin armas físicas, contra la barbarie comunista.