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Angela Merkel, «reina de Europa»Igor Kupljenik / EFE

Unión Europea

Pugna por la capitanía de la Unión Europea: Después de Merkel ¿quién?

El marco europeo da la bienvenida a Scholz, a Draghi una palmada en la espalda y nos recuerda que Macron sigue estando. Pero ¿cuál de los tres será el próximo «Merkel» de la UE?

Ya son dieciséis los años que lleva Angela Merkel a la cabeza del Bundestag, trono desde el cual supervisa una Europa que ve tan suya como la propia Alemania. Pero 2021 marca el fin del gobierno de esta «Reina de Europa», que cede a Armin Laschet su CDU y da la espalda a la política. Y como la campaña de Laschet se ha ido al traste, y los socialdemócratas tienen toda la pinta de presidir en Alemania de ahora en adelante, Merkel queda sin heredero aparente donde realmente importa: a la cabeza de la Unión Europea, barco sin rumbo sin su capitana.

Exagero. Su legado europeo está tan polarizado como el doméstico. De «Reina de Europa» a «Krisenmanagerin», gestora de crisis que pecaba de pragmatismo, pero no de visión, esperando siempre al último momento para actuar. Merkel -la pragmática- ayudó al bloque europeo con la crisis de inmigración, la del euro, y la del Brexit. Merkel la «no visionaria» debilitó la eurozona marginando a Grecia, contribuyó a la división y escepticismo, y nunca dejó de anteponer Alemania a las demás naciones de la Unión.

A pesar de esto y de sus fallos, Merkel es, de mucho, la más antigua de los actuales líderes europeos, con más de 100 cumbres de la UE a la espalda y muchas veces descrita como «la única adulta en la habitación». Y ahora se va, la que muchas veces fue la única mujer en la sala, dejando tras de si un hueco envenenado que llenar: el de capitán de una Unión Europea postBrexit, postpandemia, sumida en una crisis de energía y de incertidumbre global.

Y ya hay carrera por el puesto. Desde Francia, un Emmanuel Macron que pisa desde hace cinco años los pies de Merkel; en Italia, un Mario Draghi fortalecido por el decaimiento de su rival Salvini. Y en la propia Alemania, un Olaf Scholz que acaba de ganar las elecciones, y que a lo mejor es más discípulo de Merkel que el propio Laschet. Sopesemos.

Olaf Scholz, la opción «safe»

Olaf Scholz es tan nuevo que aún ni está. Tiene la nariz pegada al escaparate del Bundestag cuán niño en Navidad moqueando el cristal del Corte Inglés, pero queda por consolidarse la coalición con la que los Verdes y el FDP llevan mareándole una semana.

Pero Scholz podría muy fácilmente ser un Angela Merkel 2.0, mas tranquilo, pero menos imponente. A diferencia de Macron, el líder del SDP no ha sentido tanto afán por hablar de la Unión Europea durante su campaña, ilustrando algo que toda Europa sabe: que Alemania necesita a la Unión tanto como la Unión necesita a Alemania. Eso a secas sitúa a Scholz en una cómoda y predecible posición de sucesión a Merkel, sin ningún tipo de sorpresa – dieciséis años de lo que ya conocemos.

Por que al igual que el SDP de Scholz sería parecido al CDU de Merkel, la UE cambiaría muy poco con él al mando. Parte de su papel como ministro de finanzas en los últimos cinco años ha sido el contribuir a la instauración de un Fondo Común de la Unión de £642bn para la recuperación tras la pandemia. 

Explicó este Fondo como «una clara señal de solidaridad y fuerza europea». Con la solidaridad al centro, Scholz se enfrentaría a la presión de crear una política de refugiados y al desafió de la reforma medioambiental, dos cuestiones en las que Merkel no logró distinguirse demasiado. 

Macron, el que más ganas tiene

Inauguró su presidencia en la Sorbona describiendo una Unión Europea «demasiado débil, demasiado lenta, demasiado ineficiente». Ya en 2017, Emmanuel Macron señalaba su interés en afrontar esos problemas, compartiendo como parte de la campaña una visión de futuro de la Unión.

Sus propuestas a lo largo de estos años han compartido esa misma energía agresiva y ambiciosa –defensa integral, reforma brutal de la eurozona, un impuesto digital y luego la idea de una política de asilo común para toda la Unión. Y realmente, la personalidad de Macron, opuesta al pragmatismo teutónico de Merkel, lleva a pensar que su liderazgo llevaría a la Unión Europea en una dirección profundamente distinta.

Este mes, Macron se ha enfrentado a la crisis generada por la firma del acuerdo AUKUS junto a EEUU, Australia, y Reino Unido, operación que costará a Francia un multibillón de euros en submarinos y ha obligado al presidente francés a suplicarle a la Unión una mayor autonomía europea frente al desarrollo de China. Se encuentra por lo tanto en una extraña posición; mientras que el mundo se decepciona con los Estados Unidos por las varias chapuzas en Afganistán y demás, Macron tendrá que caminar de puntillas y hablar bajito si está cerca del gobierno de Biden.

A efectos prácticos, es cierto que es el presidente francés es el que mas cumbres lleva después de Merkel. También es verdad que París es la metrópolis mas grande de la Unión Europea, quizás su segunda capital después de Bruselas. Pero ni eso, ni la ambición de Macron garantizan que le quepan los zapatos de Merkel que pretende calzarse desde 2017.

Mario Draghi,«rey Midas» y de Europa

«Cada vez que Draghi habla en el Consejo Europeo, todos nos callamos y escuchamos. Y eso nunca pasa». Tomemos con pinzas la opinión de Pedro Sánchez sobre el primer ministro italiano, pero tengámosla en cuenta igual.

Tras la tragedia de la gestión de Giuseppe Conte en la pandemia de 2020, el pueblo italiano se decantó por su querido Mario Draghi, antiguo gobernador del Banco de Italia y economista experto. Draghi tomó el poder en febrero, libre de la melée partidista que le ha robado la derecha a Matteo Salvini en las recientes elecciones municipales. Un sondeo tomado poco tiempo después demostró que era el líder italiano mas apreciado de todos los tiempos.

El gobierno de Draghi sacó adelante el programa de vacunas, revivió la economía del país, y logró controlar la pandemia con medidas de seguridad nunca antes vistas en Italia – ni siquiera en 2020. Respecto a su modus operandi, Draghi se sincera: «las cosas deben hacerse por que se necesitan hacer, no para tener un resultado inmediato. Incluso si son impopulares».

«Tenemos la figura más prominente» declara Giancarlo Giorgetti, ministro de desarrollo económico para Italia. Dice la verdad: de los tres candidatos, Mario Draghi es el mas respetado globalmente, dado a un largo historial de éxito económico tanto personal como de cara a su país. Quizás sea el momento de que lidere la Unión un personaje mediterráneo, que «dice las cosas como son» y aborda las crisis desde la necesidad, no la opinión pública.

En realidad, ¡Quien sabe! La Unión Europea podría no tener un «rey» estos próximos años. O podría ser Pedro Sánchez, ya puestos…