«Operación Rinka»: el plan de los tories para deshacerse de Boris Johnson
En simultáneo, los donantes del Partido Conservador empiezan a distanciarse uno por uno
El primer ministro británico, Boris Johnson, podría tener los días contados. Las noticias de sus excesos, que incluyen la serie de fiestas en Downing Street en tiempos de pandemia, han hecho mella en su reputación y ahora su cargo pende de un hilo. Mientras sus fieles se inventan la «operación salvar al ‘Big Dog’» como estrategia para mantenerlo en el puesto, un grupo de conservadores se está dedicando a hacer justo lo contrario: se trata de la «operación Rinka».
Son varias las facciones del Partido Conservador que reniegan de su líder, ya sea por decepción con su gestión o porque temen (con razón) que su impopularidad afecte la opinión de los votantes. Integran un grupo de «rebeldes» que hacen campaña para poner en contra de Boris al resto del partido.
En respuesta a la estrategia «Big Dog» de los partidarios del premier, la operación «Rinka» saca su nombre de un perro que mató el exministro Jeremy Thorpe en 1975. La principal misión de sus integrantes es hacer campaña entre los grupos de conservadores aún indecisos para que tramiten sus votos de «no confianza» con el comité de 1922, mecanismo que facilitaría una nueva competición por el liderazgo del Partido.
Para ello, deben apelar a las distintas divisiones del propio partido: escépticos del confinamiento, exministros rencorosos y diputados recién llegados que ocupan escaños antiguamente laboristas. «Solo hace falta una docena de [votos de no confianza] de cada grupo para alcanzar el 54 que necesitamos para activar la votación», explica una fuente involucrada en la operación.
La misma fuente se sorprende al observar que la situación dista de parecerse a las turbulencias del ciclo de Theresa May; entonces, solo había que convencer a un grupo, los «Brexiters».
El lobbying continúa también fuera del Parlamento. Muchos miembros del amplio grupo independiente de apoyo a los tories, los «Grassroots Conservatives», participan en la campaña Rinka, ya que el 40 % de sus afiliados quiere destituir a Johnson.
Boris Johnson no quiere hacer las cosas bien. Solo quiere ser primer ministro. Ese es su único objetivo
Hacía años que su presidente, Ed Costelloe, no se veía en la necesidad de encuestar a su asociación, pero dada la naturaleza «excepcional» de la opinión pública, decidió llevar a cabo un sondeo. «Es obvio que nadie está contento. Hay muchísima furia. Y está justificada», lamenta Costelloe. Es solo una de las muchas asociaciones de conservadores que atosiga a los diputados con e-mails enfurecidos; algunos ministros reportan haber recibido casi 1.000 correos con quejas de votantes y partidarios.
Pero los golpes no vienen solo de dentro del bloque y ya ha caído alguno al bolsillo del Partido Conservador. El millonario John Griffin, magnate dueño de una firma de taxis, y donante de un total de 4 millones de libras a los tories desde 2013, se ha unido a la campaña para pedir la dimisión de Johnson. También Peter Hargreaves, el millonario pro-Brexit que donó un millón en la campaña de 2019, se queja de su primer ministro:
«Boris Johnson no quiere hacer las cosas bien. Solo quiere ser primer ministro. Ese es su único objetivo».