Seis décadas después, Cuba pide el fin del «embargo»
Cuba puede importar alimentos, bienes de primera necesidad y un sinfín de productos de países con los que mantiene relaciones comerciales fluidas
Han pasado 60 años y parece que fue ayer. Estados Unidos no pudo vencer ni convencer a Fidel Castro de que la dictadura no era la solución, aunque la maquillara con el nombre de «revolución». Han pasado seis décadas de opresión, de mano dura, de crisis, de violaciones a los derechos humanos y de un «embargo» económico que sirvió al régimen para victimizarse. El gobierno cubano aprovechó el aniversario de la medida, sobre la que Estados Unidos ha tenido que dar, posiblemente, más explicaciones, para reclamar, «enfática y enérgicamente» el fin del bloqueo que, asegura, ha alcanzado «límites insospechados» durante la pandemia del covid.
En esa línea, Miguel Díaz Canel, en un comunicado, proclamó, según informa AFP: «Nuestra denuncia se mantendrá firme e invariable hasta tanto no cese en su totalidad esta política inhumana e ilegal». Pero, lo cierto es que Cuba puede importar alimentos, bienes de primera necesidad y un sinfín de productos de países con los que mantiene relaciones comerciales fluidas. De hecho, con Estados Unidos mantiene este tipo de «relaciones» y más del 50 por ciento de la comida que llegaba a la isla antes del coronavirus, tenía la etiqueta EE.UU.
En 2019 Cuba importó material por valor de cinco mil millones de dólares. España, ironías de la historia, fue su principal socio comercial. Nuestro país representa una cuota de mercado en torno al 20 por ciento, seguido de China, con un 15 por ciento.
Trece presidentes pasaron desde entonces por la Casa Blanca. A todos ellos, el gobierno cubano les reprocha mantener «la apuesta de provocar el colapso económico y la insostenibilidad del proyecto revolucionario».
Fue el presidente John F. Kennedy el que dictó, el 3 de febrero de 1962, la Proclama 3447, que decretó un embargo total sobre Cuba que entraría en vigor cuatro días después. Donald Trump en 2019 recrudeció las sanciones económicas contenidas en el embargo, según denuncias de Cuba.
El bloqueo, insistió Díaz-Canel, «no ha tenido nunca el menor atisbo de legitimidad ni justificación moral». Según el dictador cubano, durante la lucha contra la covid, el embargo llegó «a límites insospechados de crueldad, al obstaculizar donaciones solidarias, tratar de entorpecer el desarrollo de las vacunas cubanas».
El embargo atravesó diferentes periodos y matizado con leyes como la Torricelli en 1992 y la Helms-Burton en 1996.
Cuba, que sufre una fuerte escasez de comida y medicamentos, rechaza las críticas según las cuales el gobierno utiliza el embargo para justificar la prolongada crisis económica que vive la isla, con un desplome del 11 % del PIB en 2020, su peor caída desde 1993 y una tímida recuperación de 2 por ciento, en 2021.
«Las medidas de coerción económica alcanzan una agresividad cualitativamente superior. Se aplican medidas de guerra no convencional», dice la declaración al referirse al endurecimiento del embargo, impulsado en su día por el gobierno de Donald Trump, que devolvió la isla a la lista países patrocinadores del terrorismo, de donde había salido en 2015, y aplicó 243 medidas adicionales.
El régimen comunista evita asumir una responsabilidad que a todas luces es suya. El país, con poco más de once millones de habitantes, destruyó su aparato productivo a partir de 1959, con el derrocamiento del general Fulgencio Batista. Las esperanzas de que la «revolución» devolviera a la isla el esplendor que tuvo en un tiempo pronto desaparecieron. Los hermanos Castro se ocuparon de ello.