Los periodistas de guerra, el otro objetivo de Putin en Ucrania

El 1 de marzo, un ataque ruso con misiles destruyó la antena de televisión de Kiev, la capital de Ucrania. El objetivo era privar a los ucranianos de la información proporcionada por las autoridades y dejarlos en la más absoluta oscuridad informativa. En el bombardeo murió el periodista Evgeny Sakun, antiguo cámara de la agencia EFE, junto con otras cuatro personas.

El 4 de marzo, un equipo de Sky News fue tiroteado de forma indiscriminada por tropas rusas cuando circulaban en su vehículo. Los periodistas, convencidos de que los soldados rusos los atacaban por error, gritaban su condición de periodistas acreditados: «¡Journalist! ¡Journalist!». Pero los disparos no se detuvieron. Tras abandonar el coche, destrozado por las balas, se refugiaron en una nave industrial cercana. Fueron finalmente rescatados por la policía ucraniana después de horas de espera. El chaleco antibalas y el casco les había salvado la vida.

El 13 de marzo, en Irpin, a las afueras del Kiev, el veterano periodista Brent Renaud, murió tiroteado en su vehículo en un ataque en el que también resultaron heridos el fotoperiodista estadounidense de origen colombiano, Juan Arredondo, y el chófer ucraniano.

El martes 15 de marzo, el cámara de Fox News, Pierre Zakrzewski, murió en un ataque en la localidad de Horenka, en la periferia de Kiev. En el ataque también resultó herido el periodista, también de Fox News, Benjamin Hall, al recibir impactos de metralla en ambas piernas.

Ataques premeditados

A medida que avanza la invasión rusa a Ucrania son más los periodistas que sufren ataques premeditados, a veces con fatal desenlace.

Como explica a El Debate la vicepresidenta de Reporteros Sin Fronteras, Pilar Bernal, los periodistas acreditados en zona de conflicto tienen la misma protección que los civiles, y los ataques contra ellos están considerados crímenes de guerra.

«Los periodistas, en los conflictos armados internacionales, tienen los mismos derechos y la misma protección que cualquier civil», recuerda. «Es un derecho que viene de lejos, del primer Convenio de Ginebra de 1929, después ratificado en el Convenio de 1949 y en los protocolos a los Convenios de Ginebra posteriores, en 1977».

Subraya que «a un periodista se le debe proteger en un conflicto como si fuera un civil, y en el caso de que fuera detenido, tendría todos los protocolos de protección que se les ofrece a los prisioneros de guerra».

«Cualquier atentado, cualquier ataque contra un periodista en una zona de conflicto se considera un crimen de guerra. El derecho internacional otorga al periodista una protección bastante amplia», añadió.

Crimen de guerra

Recuerda que «cualquier periodista que trabaja en zona de conflicto, cuando va a una guerra, asume que, como a cualquier civil, le puede caer una bomba, puede ser víctima de la violencia inherente a una guerra».

Pero cuando un periodista es atacado «intencionalmente por el hecho de ser periodista», entonces se trata de un crimen de guerra.

Pilar no tiene dudas: tanto el ataque contra las torres de televisión de Kiev como el asesinato de Brent Renaud son crímenes de guerra.

En el caso de la torre de Kiev, el ataque se produjo «por ser un lugar desde donde se difunde la señal de televisión y se informa a la sociedad ucraniana».

A Brent Renaud lo asesinaron «cuando junto con sus compañeros estaba atravesando un check-point. Fueron víctimas de un ataque indiscriminado, completamente arbitrario, porque iban en su coche, como civiles, y no había ninguna razón para atacarlos, más allá de su posición de periodistas».

«Reporteros Sin Fronteras ha pedido una investigación exhaustiva para conocer en qué contexto se produce ese ataque contra el coche de Renaud. Pero, probablemente, sea un crimen de guerra en tanto que se ataca a un civil», afirmó la vicepresidenta de Reporteros Sin Fronteras.

De hecho, aseguró que «estamos detectando un ataque sistemático contra los periodistas, y quienes los perpetran deberían ser penalmente responsables, porque en cualquier conflicto, aunque sea una guerra, se debe respetar el derecho internacional humanitario que permite que cualquier periodista pueda realizar su trabajo».

Insistió en que la libertad del periodista «para buscar información, poder comunicarla al pública, no se está respetando».

«Obstruir la labor periodística en los conflictos armados es algo que, por desgracia, se ha vuelto muy frecuente y alarmante: Desde negar el acceso del periodista, censurar y acosar, hasta detener a periodistas o atacarlos directamente como ha ocurrido estos días. Es una situación que nos preocupa mucho», concluyó.