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Putin, durante el acto en el estadio Luzhniki

Putin, durante el acto en el estadio LuzhnikiAFP

Guerra Rusia Ucrania  Miles de los asistentes al baño de masas de Putin en Moscú pudieron ser obligados a ir

Un periodista de la BBC que cubrió el acto 'in situ' revela que muchos de los espectadores con los que habló habían sido presionados, sobornados o engañados para acudir contra su voluntad o sin saber bien en qué consistía el acto

El presidente ruso, Vladimir Putin, se dio este viernes un auténtico baño de masas durante un acto de celebración por el octavo aniversario de la anexión de Crimea en el estadio Luzhniki de Moscú. Casi 100.000 personas provistas con parafernalia pro-Kremlin y banderas patrias jalearon a un Putin pletórico, que prometió el mejor de los futuros para la península anexada ilegalmente en 2014 y recurrió a la Biblia para justificar la invasión en Ucrania.

Sin embargo, muchos de esos 100.000 asistentes podrían haber sido forzados a acudir al evento. Eso es al menos lo que ha desvelado el periodista de la BBC Will Vernon, que acudió al estadio a cubrir el acto in situ y pudo constatar que varias de las personas con las que habló habían sido presionadas o persuadidas para ir contra su voluntad o sin saber bien en qué consistiría el acto.

En un hilo en Twitter que ha captado de inmediato la atención de los internautas, el periodista ilustra con varios ejemplos diversos casos de asistentes que se enmarcaban en esa situación. Muchos de ellos, detalla, tenían en común la pertenencia al sector público y habían sido conminados por sus superiores para que acudieran. «A un grupo de profesores, de un pueblo cerca de Moscú, una mujer, que parecía ser de la administración local, les estaba indicando qué decirnos», denuncia Vernon.

Algo parecido ocurría con un trabajador del Metro de Moscú, quien le aseguró –dice– que a él y a sus compañeros también les habían obligado a acudir al estadio: «Estaré aquí por un rato y luego me iré... Creo que la mayoría de la gente aquí no apoya la guerra. Yo no», dijo.

Otro caso era el de estudiantes a los que les habían ofrecido un día libre si asistían al concierto, del cual desconocían que se trataba, en parte, de un tributo a las tropas rusas en Ucrania.

También advierte Vernon que «la mayoría de la gente no quería hablar» con la prensa, así como tampoco «ser grabada o responder a preguntas». «Algunos se tapaban la cara o se ponían las capuchas cuando decíamos que somos periodistas. Muchos parecían avergonzados de estar allí», apunta.

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