Elecciones en Hungría
Imparable: Viktor Orbán se dirige hacia una cuarta victoria consecutiva
Aunque a diferencia de las veces anteriores, el líder del Fidesz no está seguro de lograr los dos tercios de los escaños en juego
Viktor Orbán, primer ministro de Hungría entre 1998 y 2002 y de forma ininterrumpida desde 2010 se encamina hacia una cuarta victoria electoral consecutiva el próximo domingo, de acuerdo con la tendencia consolidada que se desprende de las encuestas.
La última, fechada el 29 de marzo, le concede una ventaja de seis puntos frente a la coalición opositora encabezada por el economista Peter Marki-Zay.
La única incógnita es la magnitud de la victoria de Orban: si logra, como las veces anteriores, los dos tercios de los escaños en juego, podrá seguir impulsando reformas de fondo sin pactarlas con el resto de fuerzas.
Si alcanza una mayoría absoluta, gobernará con comodidad, pero tendrá que llegar a acuerdos con los partidos opositores para reformar la Constitución o para nombrar a los miembros de la Corte Constitucional o de entidades independientes como la Autoridad Nacional de Medios y Telecomunicaciones.
Cabe una tercera posibilidad, muy remota, pero no del todo descartable: una victoria en escaños, pero insuficiente para gobernar en solitario, en cuyo caso las puertas del poder se abrirían para Marki-Zay.
Supondría un terremoto político tras once años de reinado «orbaniano». Sin embargo, no parece que los húngaros opten por un cambio de tamaña magnitud.
En primer lugar, por la naturaleza heteróclita de una coalición opositora en la que conviven conservadores convencidos -empezando por Marki-Zay- con socialistas o liberales con la extrema derecha representada por el Jobbik.
Marki-Zay ya ha avisado que una de sus primeras medidas será la legalización del matrimonio entre personas del mismo sexo: qué mejor entrada en materia que aniquilar una de las políticas más señeras de Orbán.
Pero nadie imagina a este católico practicante, padre de siete hijos y votante «desencantado» del Fidesz, atreverse a dar ese paso. También ha prometido un cambio radical de política en relación con la Unión Europea. ¿Aplaudirá el Jobbik un acercamiento a Olaf Scholz y Emmanuel Macron?
Por otra parte, la opinión pública ha percibido que la figura dominante de la coalición no es Marki-Zay sino el ex primer ministro socialista (entre 2004 y 2009) Ferenc Gyurcsany, hoy líder de Coalición Democrática.
Gyurcsany, que dimitió tras fomentar una moción de censura contra sí mismo por su incapacidad para impulsar reformas, arrastra, además, la imagen de sempiterno resentido deseoso de vengarse de Orbán.
El único punto débil de este último es Budapest, donde se prevé una participación alta. Al igual que el resto de las capitales europeas -salvo Madrid y Atenas-, la capital húngara está gobernada por una mayoría de centro izquierda. Los caladeros del primer ministro siempre han sido las ciudades de tamaño medio y las zonas rurales.
Las elecciones del próximo domingo servirán, igualmente, para determinar si se abre un nuevo periodo de larga duración en el panorama político húngaro; pues seis han sido los periodos desde la instauración de la democracia en 1989.
El primero, desde ese año, hasta 1994, estuvo dominado por partidos procedentes de los movimientos opositores de la última etapa de la dictadura comunista.
El segundo, que abarca hasta 2002, fue la época dorada de los partidos liberales: Orbán no había iniciado aún su nítido giro conservador y su partido era el socio mayoritario de una coalición.
Entre 2002 y 2009, el centro izquierda dominó la vida política y en 2006, por primera vez, una coalición fue reconducida en las urnas, pero poco después estalló una crisis económica y también política que duró hasta 2010, año de la vuelta de Orbán al poder e inicio de una hegemonía que duró hasta 2018, cuando el Fidesz empezó a perder algunos votos.
A partir de las siete de la tarde del próximo domingo se sabrá si Hungría entra en un nuevo periodo o permanece en el mismo.