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El primer ministro húngaro, Viktor Orbán, interviene en un mítin este viernes

El primer ministro húngaro, Viktor Orbán, interviene en un mítin este viernesAFP

Elecciones en Hungría

Las tres polémicas que pueden perjudicar la reelección de Viktor Orbán

La proximidad con Putin, su pulso con la UE o el espionaje a líderes de la oposición, reproches del resto de los candidatos

El primer ministro húngaro, Viktor Orbán, que aspira el domingo a un cuarto mandato consecutivo, ha transformado profundamente su país y lo ha hecho sin complejos, siguiendo exclusivamente su hoja de ruta.

Orbán ha ignorado en todo momento las críticas y se muestra indiferente a los reproches.

Ni siquiera se inmutó cuando en 2020 Freedom House retiró su nombre de la lista de Estados democráticos y lo incluyó en la de los «regímenes híbridos», algo inédito en la Unión Europea (UE).

Proximidad con Putin

Pese a su voluntad de cerrar la época comunista, el dirigente húngaro ha establecido relaciones privilegiadas con el presidente ruso, Vladimir Putin, en el marco de una política de apertura hacia el este.

Orban, que elogió en 2014 el «modelo ruso», tiene buena relación con Putin, con el que se reúne con cierta frecuencia para reforzar vínculos económicos, energéticos o sanitarios entre sus dos países. Desde la invasión de Ucrania, Hungría, aunque acoge a refugiados, se niega a enviar ayuda militar y prohíbe el paso de armamento por su territorio.

Se trata de una tercera vía, ni alineada con Washington, ni prorrusa que contrasta con la de Polonia, Rumania y los demás países de la UE y los fronterizos de la OTAN.

Orbán se ha vuelto asimismo hacia Pekín y apoya a «hombres fuertes», como el expresidente norteamericano Donald Trump o el brasileño Jair Bolsonaro.

Pulso con Europa

Tras años de tensiones, 2021 supuso el divorcio entre Orban y sus aliados conservadores europeos. Su partido, el Fidesz, dio un portazo al grupo conservador PPE en el Parlamento Europeo.

También hubo tensiones con la Comisión Europea, que le amenazó con un inédito dispositivo para privarle de fondos europeos, si no cumplía las normas comunitarias.

El mecanismo no ha sido aún activado, pero Hungría sigue sin recibir 7.200 millones de euros del plan europeo de reactivación post-covid que le corresponden. Bruselas lo justifica por problemas con los mercados públicos, conflictos de interés y casos de corrupción. Budapest responde que se trata de una «decisión política» y critica los «abusos de poder» de la «élite burocrática» de Bruselas contra el «pueblo húngaro».

Espionaje a la población

Cuando estalló el escándalo Pegasus en 2021, Hungría es el único país de la UE en figurar en la lista de usuarios del programa informático espía israelí.

Igual que Marruecos o México, el gobierno húngaro recurrió a esta tecnología para pinchar unos 300 números de teléfono de opositores, según la denuncia de Forbidden Stories, un consorcio de medios internacionales. Las autoridades, que no confirman ni desmienten los hechos, insisten en no haber violado las reglas.

Hungría fue condenada en 2016 por el Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH) por haber modificado la ley para legalizar estas prácticas.

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