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Sergei Lavrov, ministro de Relaciones Exteriores de Rusia

Sergei Lavrov, ministro de Relaciones Exteriores de RusiaMaxim Shemetov / AFP

55 DIAS DE GUERRA

Rusia dice ahora que descarta categóricamente el uso de armas tácticas nucleares

Sergéi Lavrov, ministro de Exteriores, se erige en portavoz de Putin para desactivar las informaciones que advierten de una amenaza nuclear del Kremlin

La montaña rusa en la que viaja día y noche la palabra del Kremlin, si no provoca mareo profundiza la desconfianza que genera.

Un día Dmitri Pescov, su portavoz, advierte que Vladimir Putin está dispuesto a presionar el botón rojo si siente que la Federación está acorralada; otro matiza sus palabras y coloca un filtro de moderación sin cerrar la puerta de la amenaza del todo y por último, el ministro de Asuntos Exteriores, Sergéi Lavrov, da un paso de gigante atrás y descarta totalmente el uso de armas de destrucción masiva.

Lavrov se despachó en una entrevista en India Today con una contundencia que se podría esperar antes del ministro de Defensa que del cabeza de la Diplomacia. El hombre fuerte de Moscú, con un grupo reducidísimo al que escucha Putin, viaja por los pocos países amigos que le quedan (China y la India) en busca de solidaridad.

El apoyo que reclama es consecuencia de los efectos de las sanciones que padece Rusia con la batería de medidas que Europa y la OTAN le aplican en dosis cada vez más intensas.

El rumor no es fruto de la imaginación de espías mal intencionados, por el contrario responde a los mensajes lanzados desde el corazón de la antigua Unión Soviética y de algunos de sus hombres con más peso.

Uno de los primeros se produjo cuando el Kremlin amenazó con desplegar su arsenal químico si la OTAN seguía reforzando posiciones en la zona y tentaba a sus vecinos del este a entrar en la Alianza Atlántica.

Fue Vladimir Putin el que indignado por el apoyo en Bloque de Occidente a Ucrania amenazó el primero. El domingo 27 de febrero, tres días después de la invasión, en una reunión con la cúpula de las FF AA retransmitida por televisión, ordenó, «al ministro de Defensa y jefe del estado Mayor que pongan las fuerzas de disuasión estratégica del ejercito ruso en alerta especial de combate».

Traducido a lenguaje común, significa que la «disuasión estratégica», como la realizada en los teatrales ejercicios militares de febrero, incluye «la preparación de los órganos de mando militar, de las dotaciones de lanzamientos, de las tripulaciones de buques de guerra y de portamisiles estratégicos, así como la fiabilidad de las armas de las fuerzas estratégicas nucleares y no nucleares».

Otra de las advertencias salió directamente de labios de Dmitri Pescov: «Nosotros tenemos un concepto de seguridad doméstica que es público. Ustedes pueden leer todas las razones por las que las armas nucleares pueden ser usadas».

Dicho esto, el gesto de espanto de Christiane Amanpur en la CNN y la exigencia de explicaciones, fue inmediata: «Si existe una amenaza existencial para nuestro país, ellas (las armas nucleares) pueden ser usadas en línea con nuestro concepto».

La respuesta de Biden

El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, un mes después de la invasión, le advirtió a Putin que se preparase para lo peor si caía en la tentación de usar armas químicas. La «respuesta no será militar» dijo en tono entre amenazador y misterioso. La reacción «de la OTAN -añadió Biden- dependerá de la forma en que la usen», en relación al método y armas químicas específicas.

Oksana Markarova, embajadora de Ucrania en Washington, acusó a Rusia de usar bombas de vacío o sistemas de cohetes termobáricos que están «prohibidas por la Convención de Ginebra».

El poder destructivo de este arma es demoledor. Contiene 24 misiles no guiados de efecto termobárico o explosivo aire-combustible («calor y presión»).

Esto significa que al lanzarse primero se produce una nube de combustible seguida de otra explosión en forma de bola de fuego que arrasa todo lo que encuentra a su alcanza en un radio de 300 metros. No es un arma química pero...

Moscú posee el segundo arsenal de armas nucleares del mundo y lo recuerda siempre que tiene ocasión. Una de las últimas fue la semana pasada.

La posibilidad de que Finlandia y Suecia se aparten de su estatus histórico de neutralidad y decidan entrar en la OTAN alteró los ánimos de por sí más que caldeados de Putin. El vicepresidente del Consejo de Seguridad, Dmitri Medvédev, en un mensaje en la cuenta de Telegram habló de la necesidad de restablecer el equilibrio en el Báltico si se materializa el ingreso en la Alianza Atlántica de estos países.

«No se podrá hablar de ningún estatus libre de armas nucleares en el mar Báltico», sentenció antes de añadir, con humor negro, que este verano el mundo puede ser, «un lugar más seguro».

El ex presidente y ex primer ministro ruso que cubrió el puesto de Putin en una especie de farsa democrática, no necesitó añadir más para que se entendiera su mensaje.

La cuestión es, ¿cuál de todos los que se difunden desde Moscú es el que de verdad tiene en la cabeza Vladimir Putin?

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