Escándalo en el Parlamento: sorprenden a un diputado tory viendo pornografía en su móvil
Ben Wallace, ministro de Defensa, propone que las mujeres se abstengan de ir al bar de la Cámara para evitar tentaciones virtuales de los hombres
La Cámara de los Comunes pierde la cuenta de sus escándalos, mientras inaugura un #MeToo parlamentario. Todo empezó con las acusaciones (calificadas como «falsas» y «misóginas» por una mayoría del parlamento británico) de que la Laborista Angela Rayner abría y cerraba las piernas al estilo Instinto Básico para distraer al primer ministro, Boris Johnson, durante sus debates.
De poco sirvió que el mismo Johnson se valiese de Twitter para compartir, raudo, una disculpa por «la conducta misógina dirigida contra Rayner» por los comentarios mencionados.
Por si este escándalo fuera poco, al premier le ha surgido otro: uno de sus diputados fue sorprendido consumiendo pornografía en su escaño.
El Partido Conservador se vio obligado admitir que analiza investigar al diputado de su partido que, supuestamente, se puso a ver un video para adultos en el móvil, en la sala de debates de la Cámara de los Comunes, donde todos los integrantes del parlamento se reúnen semanalmente.
Aunque el nombre del individuo no ha sido publicado, las autoridades parlamentarias y muchos diputados sí conocen su identidad. La razón es sencilla: cazaron al vicioso enseguida, ya que estaba rodeado de sus colegas que, involuntariamente, lo vieron todo.
Una de las diputadas presentes en la sala, escandalizada, «se puso a llorar. Quería que el presidente de los Comunes expulsara al hombre del partido».
- «Este comportamiento es inadmisible, y habrá consecuencias», aseguró un portavoz de la Cámara. Pero el problema del tory vicioso no es ni de lejos un caso aislado: 56 miembros del Parlamento británico, incluyendo a tres ministros senior, se enfrentan a acusaciones de conducta sexual inapropiada.
«Cultura envenenada»
La anécdota habría pasado desapercibida de no ser por el episodio de Angela Rayner, días antes. El caso «Instinto Básico» demostró, más que una falta de pudor por parte de la diputada (el mismo Johnson declaró que era falso), una tendencia a subestimar a las diputadas femeninas.
«Me acusan de emplear una ‘estrategia’ para ‘distraer’ al indefenso primer ministro, por ser mujer, tener piernas, y llevar ropa», había denunciado Angela Rayner, que es vice líder de la oposición, a través de su cuenta de Twitter.
De hecho, el alboroto abrió la caja de Pandora de los vicios, tendencias y perversiones de los representantes en la sede del Gobierno británico.
Unos días después de que estallase el asunto Rayner, el presidente de la Cámara, Christ Heaton-Harris, programó una reunión extraordinaria.
Una docena de las mujeres, incluyendo a la antigua primera ministra, Theresa May, denunciaron la «cultura machista» del Parlamento, describiendo sus experiencias.
¿Evitar los bares?
El ministro de Defensa, Ben Wallace, también apreció el mismo clima o ambiente misógino. Lo califica de «cultura envenenada», donde existe un «problema» ilustrado por el episodio de la pornografía en el banquillo.
«El problema fundamental de Westminster es que hay cientos de personas trabajando muchas horas en un sitio que tiene bares, y esa mezcla se vuelve peligrosa», explicó Wallace, en la cadena Times Radio.
«Vemos todo tipo de conflictos, desde hace décadas, y no es fácil resolverlos. Hemos visto peleas, comentarios machistas, propuestas indecentes... Mi consejo a las diputadas femeninas es que eviten los bares. Que terminen de trabajar y se vayan a casa. Forma parte del mayor problema del parlamento que, en mi opinión, debe arreglarse», concluyó el ministro.
Sus palabras siembran la duda sobre el papel de la mujer en Westminster. Si para resolver el problema del machismo en el Parlamento deben resignarse a evitar los bares, ¿tendrán que dejar de asistir también a las reuniones en la Cámara de los Comunes? Al fin y al cabo, hay pervertidos hasta en el banquillo. Unos se cuelgan con vídeos de pornografía mientras a otras las censuran por apenas mover un poco las piernas.