66 días de guerra en Ucrania
Rusia presume de atacar 389 objetivos militares ucranianos en una noche
Con el 9 de mayo como fecha de anuncio de alguna gran victoria en mente, Putin ordenó intensificar los ataques y darles la publicidad oportuna
Empieza la cuenta atrás para el 9 de mayo, el día de la victoria que quiere anunciar Vladimir Putin. Con la mirada puesta en esa fecha clave, el hombre que manda en Rusia y quiere que le obedezcan en Ucrania, se esfuerza en acelerar la conquista de su vecino.
El enemigo de Volodimir Zelenski necesita exhibir un triunfo militar que hoy se le resiste.
El ex agente de la extinta KGB tiene asumido que ni el tiempo, ni los medios le dan, al menos todavía, para arrasar con Ucrania. Con la frustración por compañera de vida desde el 24 de febrero que ordenó la invasión, Putin busca acelerar conquistas puntuales y estratégicas.
El objetivo es vender y convencer a un pueblo ruso dividido y sometido por un líder que difícilmente podrá escaparse de recibir una convocatoria a sentarse en banquillo de los acusados por crímenes de guerra. Porque esto, también es cuestión de tiempo.
Con la obsesión de poder ofrecer a su pueblo algo más que sangre, muertos (suyos y ajenos), lisiados y más guerra, Putin ordenó intensificar los ataques y darles la publicidad oportuna.
Las Fuerzas Armadas, reorganizadas tras el cambio de hace semanas de estratega militar, atacaron anoche 389 objetivos ucranianos. Entre estos, 15 depósitos de cohetes, armas de artillería y municiones, según informó el portavoz del Ministerio de Defensa, Igor Konashénkov.
Respecto al balance de la jornada de la Fuerza Aérea, según sus informaciones, la aviación alcanzó «nueve áreas de concentración con población militar», habría eliminado a más de 120 «nacionalistas» (sic), destruido cuatro tanques y seis vehículos blindados.
Las operaciones acometidas con misiles, según el mismo parte, hicieron blanco en cuatro instalaciones militares ucranianas: dos puestos de mando, una batería de sistemas de lanzamiento de cohetes múltiples y una estación de radar, según informa Efe.
Por último, misiles lanzados desde el aire de alta precisión alcanzaron cuatro almacenes de municiones y combustible.
Dicho todo esto, es en Járkov, la segunda más importante de Ucrania, donde se sufrieron multitud de bombardeos en las últimas horas. No obstante, Zelenski, en su última grabación para la televisión aseguró: «la situación en la región de Járkov es dura, pero nuestras fuerzas armadas, nuestra inteligencia, han tenido importantes éxitos tácticos».
Járkov es bombardeada a diario por las fuerzas de ocupación rusas. Escenario similar pero intermitente se vive en Kiev, toda la región del Donbás y Odessa, el bastión más codiciado una vez controlado Mariúpol.
En este ciudad portuaria, de salida al mar de Azov, permanecen atrincherados centenares de soldados y familias dispersas en el laberinto subterráneo del complejo siderúrgico de Azovstal.
La situación es desesperada y todos los intentos de facilitar corredores humanitarios, hasta ahora, han fracasado. Ni siquiera la intervención directa del secretario general de Naciones Unidas, Antonio Guterres y su visita a Moscú, donde se entrevistó con Putin sirvieron para conmoverle.
Por el contrario, éste aprovechó su posterior escala en Kiev para ordenar un bombardeo a la ciudad. Rusia admitió hace una semana que quería hacerse con el control de todo el sur de Ucrania.
Su objetivo es unir el país hasta Crimea y lanzar la ofensiva hacia Transnistria, lo que le permitiría dominar los mares Azov y Negro.
La satisfacción de Putin sería inmensa si antes del 9 de mayo lograse tener bajo control de las tropas rusas el este, donde aún hay focos de resistencia y el puerto de Odesa. En ese hipotético escenario, Ucrania se convertiría en la Bolivia europea, al quedarse sin salida al mar.